NOVEDADES EN CIENCIA
NewScientist
La poblacion mundial en 2050
Hasta hace poco, las proyecciones demográficas globales indicaban un
sostenido aumento de la población mundial para las próximas décadas.
Sin embargo, las nuevas estimaciones de las Naciones Unidas revelan que el crecimiento
no será tan fuerte como se pensaba. E incluso, hasta se habla de una
eventual caída de la población mundial hacia la segunda mitad
del siglo. Al mismo tiempo, el habitante medio del planeta será bastante
más viejo que ahora.
Actualmente, la Tierra está habitada por unos 6300 millones de seres
humanos. Y el año pasado, un estudio de las Naciones Unidas reveló
que, en el año 2050, la cifra crecería cerca del 50 por ciento,
llegando a unos impresionantes 9300 millones de personas. Pero, recientemente,
el mismo organismo internacional anunció una nueva estimación
(basada en datos demográficos de los últimos meses) que reduce
en 400 millones de habitantes el pronóstico anterior. “Para 2050
la población mundial rondaría los 8900 millones de personas”,
dijo Joseph Chamie, que encabeza la División de Población de las
Naciones Unidas”. Según Chamie, el corte se debe, por un lado,
a la disminución en la tasa de natalidad: “Para mediados de siglo,
la gran mayoría de las mujeres tendrá, a lo sumo, dos hijos”.
La otra causa de peso es el letal avance del sida (especialmente en países
africanos), una enfermedad que hacia 2050 ya habrá provocado la muerte
de cerca de 280 millones de personas.
Otro dato especialmente interesante del informe de Naciones Unidas tiene que
ver con el notable envejecimiento de la población, un claro reflejo del
aumento en la expectativa de vida. Al parecer, el número de personas
de más de 80 años subirá 5 veces. Y el ciudadano medio
–aquel que es más joven que una mitad del mundo y más viejo
que la otra– pasará de los 26 años actuales, a los 37 años.
NewScientist
Contacto en Geminis
Buscar señales de vida extraterrestre en todo el universo puede traer
más que un dolor de cabeza. Mucho que abarcar, mucho que observar: algo
así como pretender encontrar una aguja planetaria en un pajar cósmico.
Pero si se acotan trozos de espacio y se los enfoca bien y escudriña
con suma atención, la pesquisa se vuelve mucho más llevadera y
las probabilidades se elevan. El problema, entonces, consiste en tomar la decisión
y establecer a qué puntos darle más importancia y a cuáles
menos. La astrobióloga Maggie Turnbull (Universidad de Arizona, Estados
Unidos) lo hizo: compiló una lista de 30 estrellas y planetas en la constelación
de Géminis que, dada su composición química y su edad,
tienen altas posibilidades de estar habitados. Pero hay una de esas estrellas
que se lleva todas las miradas y que ya trepó a la cima del ranking:
la 37 Gem, la 37a estrella más brillante de esa constelación,
ubicada al nordeste de Orión y a 42 años luz de la Tierra (unos
39.735.360 millones de kilómetros). Estable y de edad mediana, es sólo
un poco más caliente y brillante que nuestro Sol. Según la astrobióloga,
si existe vida en el espacio es probable que sea allí (más bien
en los planetas que la orbiten) donde se la pueda encontrar.
Turnbull conformó la lista para el proyecto de telescopio espacial de
la NASA, el Terrestrial Planet Finder (TPF o Descubridor de Planetas Terrestres),
que buscará planetas habitables tras su lanzamiento a órbita dentro
de unos diez años. A diferencia de los actuales telescopios en tierra
que sólo pueden captar planetas extrasolares del tamaño de Júpiter,
el TPF (en combinación con el proyecto Darwin de la Agencia Espacial
Europea, esto es, una flotilla de telescopios a 1,5 millones de kilómetros
de la Tierra) será capaz de observar la luz que viene de planetas similares
a la Tierra y determinar si en ellos hay indicios de agua u oxígeno.
Un ambicioso proyecto, para una ambiciosa “primera llamada”.
Discover
Boyas y meteorología
Para los meteorólogos que intentan comprender los complejos mecanismos
del clima global de la Tierra, los océanos del planeta son un enorme
bache de información. De hecho, son pocas las estaciones meteorológicas
y los buques equipados con instrumental adecuado para monitorear las variables
climáticas de las enormes masas de agua que cubren nada menos que las
tres cuartas partes del planeta. Y casi todos están desparramados en
el Hemisferio Norte. “El clima de los océanos está muy poco
estudiado”, dice el oceanógrafo Dean Roemmich, de la Universidad
de California en San Diego. Y es precisamente Roemmich quien está intentando
salvar el problema mediante un ambicioso programa de investigación. Se
trata del Proyecto Argo, un programa que cuesta 20 millones de dólares
por año, y que apunta a desplegar 3 mil sondas marinas flotantes en todos
los océanos del mundo.
Cada uno de estos aparatitos –que parecen submarinos en miniatura–
se hunde y vuelve a la superficie cada 10 días, midiendo, entre otras
cosas, la temperatura y la salinidad del agua hasta una profundidad de 1500
metros. Hasta ahora, se han colocado 900 sondas flotantes, y se calcula que
la red estará completa para principios del 2006. Así, los científicos
podrán, por primera vez, llenar aquel “bache” con información
rica y detallada. “El Proyecto Argo nos permitirá comprender a
los océanos de la Tierra como un sistema climático unificado”,
concluye Roemmich.
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