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Las memorias de Domiciano
Roma, sus emperadores y sus gladiadores son fuente inagotable de inspiración, asombro, estupor, análisis, libros, películas y, también, merchandising. ¿Cómo olvidar a Kirk Douglas en Espartaco o al australiano Russell Crowe (Gladiador) esquivando tigres bajo el sol en el Coliseo Romano, arena de torturas, zoológico del espanto? Uno más, uno menos, en total fueron 81 los emperadores, una lista que comenzó con Octavio, sobrino-nieto de Julio César, que al momento de asumir el cargo de imperator (título del comandante en jefe del ejército) en el 27 a.C. se autodenominó Augusto.
La verdad es que entre tantos nombres los más recordados son Claudio, el intelectual (41-54), Nerón, el loco (54-68), Vespasiano, el ahorrador (69-79), Trajano, el conquistador (98-117) y Adriano (siglo II), cuya personalidad fue magníficamente delineada por Margarite Yourcenar en Las memorias de Adriano. Y también están los olvidados, como Domiciano (o Domitianus, y que no debe confundirse con Titus Flavius Domitianus que gobernó Roma en el siglo I), un misterioso emperador del siglo III tan poco mencionado que hasta se llegó a dudar de su existencia. Lo interesante es que no fueron ni historiadores ni eruditos sino dos monedas las que confirmaron que este oficial, que se convirtió en emperador “rebelde” por sólo 4 días, no fue ningún mito. La primera fue encontrada en Francia hace más de cien años, pero no se le dio mucha trascendencia. En cambio, la otra, descubierta en abril de 2002 con un detector de metales por Brian Malin, un arqueólogo amateur inglés en las afueras de Oxford, dio (y da) más que hablar.
La pieza de bronce muestra la cara del emperador Domiciano, que “imperó” durante sólo 4 días del año 271. A partir de esta nueva evidencia, los historiadores consideran a Domiciano el penúltimo hombre que rigió el secesionista Imperio Gaélico (hoy Francia, parte de Alemania e Inglaterra).
Lo que no muestra la moneda, que se exhibe por estos días en el Museo Británico en Londres y cuyo valor se estima que asciende a 10 mil libras esterlinas, es el castigo que recibiría Domiciano por haber osado atribuirse el título de imperator, y haber querido colarse en los pasillos de la historia.

Science
E l bobo mas viejo
El sur también existe y en él se pueden encontrar, además de nieve a montones, bosques de coníferas, playas de cantos rodados y otras bellezas naturales, reservorios de animales pasados, parientes de animales presentes. Por ejemplo, huesos de un pingüino de 40 millones de años, como los que fueron encontrados en Tierra del Fuego, por el equipo del geólogo argentino Eduardo Olivero, en 1999, y que podrían pertenecer al más antiguo de estos animales en Sudamérica. Recientemente fueron reidentificados por la doctora Julia Clarke, de la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos).
Entre los fósiles hallados en Punta Torcida hay porciones de pelvis, un fémur derecho casi completo, un fragmento del fémur izquierdo y otros huesos. Y lo curioso es que son bastante distintos a los huesos de los pingüinos actuales. Por lo que el árbol de familia de estos simpáticos animalitos apodados “pájaros bobo” por su forma de caminar, deberá quedar nuevamente bajo observación.
Para Clarke, los huesos pertenecen a un linaje antiguo que debió llegar a la punta del continente durante un período relativamente cálido de la historia terrestre. Se cree que estos animales, de los que se reconoce que alrededor de 32 especies ya se extinguieron, evolucionaron de aves voladoras hace más de 40 millones de años.
Los pingüinos se encuentran únicamente en el Hemisferio Sur y de las 20 especies reconocidas hasta ahora, sólo el pingüino Adelia y el pingüino Emperador están restringidos al continente antártico. En la Argentina (incluyendo islas Malvinas y sector antártico), por ejemplo, nidifican ocho especies (pingüino Emperador, Rey, Adelia, Papúa, de Barbijo, Penacho Amarillo, Macaroni y Magallánico). Hay que estar atentos, dado que en la Argentina parece haber sonado la hora del pingüino.