FINAL DE JUEGO
› Por Leonardo Moledo
–Bueno –dijo el Comisario Inspector–. Hemos recibido una larga carta de Alejandro Satz, viejo amigo de esta columna, sobre el problema de la teoría y la empiria, que sería bueno publicar completa, aunque nos cueste casi todo el espacio. Y con la salvedad de que agregamos los acentos y las eñes:
Mis afectuosos saludos al Comisario y a Kuhn después de varios meses, o tal vez años, de silencio. La sagacidad detectivesca del Comisario no dejará de notar la ausencia de eñes y acentos en esta carta, y deducirá certeramente que fue escrita desde un país extranjero. Cotejando con la dirección de mail del remitente, hará bien en extraer la conclusión de que estoy realizando un doctorado en la Universidad de Nottingham, pese a lo cual no renuncio a la lectura online del suplemento Futuro, y las siempre disfrutables discusiones de esta columna.
La dicotomía “teoría o empiria” me parece basada en la representación cartesiana de la mente como ámbito privado del sujeto divorciado del cuerpo; no por nada corre junto a ésta a lo largo de toda la filosofía moderna. La pregunta sería si este sujeto “conoce” el mundo fundamentalmente a través de “datos” que le entran por los sentidos, o a través de “conceptos”, ya sea innatos o generados culturalmente. Pero me parece que si reemplazamos la imagen cartesiana por una científica, veremos que la dicotomía es vaga, y en tanto formulable con precisión su respuesta será algo para descubrir mediante el estudio científico del cerebro y no la discusión filosófica abstracta. Kuhn señala correctamente que teoría o empiria, en última instancia nuestra vida mental debe ser pasible de una descripción en términos neuronales. Pero tanto su interpretación de los procesos neuronales como “datos” como la respuesta del Comisario de que requieren una “síntesis teórica” consisten en una confusión de niveles, o de lenguajes teóricos: la distinción tajante entre datos y conceptos es razonable para el modelo cartesiano de la mente, pero no se aplica muy bien a un conjunto de excitaciones neuronales.
¿En qué deviene entonces la pregunta “teoría o empiria”? En la medida en que reasignemos un significado a estos viejos conceptos dentro de esta nueva visión, significa la pregunta por si la estructura del producto final “conocimiento” depende más básicamente del carácter original del estímulo o de la estructura de patrones y disposiciones a generar patrones que preexistía en el cerebro. Es obvio que depende de ambos, y que no hay una respuesta simple que se pueda encontrar en una discusión filosófica sino que hay una respuesta muy compleja que es encontrable (en principio) mediante el avance de la neuropsicología.También ocurrirá seguramente que la “estructura teórica” del cerebro es plástica y capaz de modificarse casi infinitamente ante nuevos estímulos. Si hay algún patrón global que es inmodificable, esto corresponderá aproximadamente a los a priori kantianos; pero me parece muy dudoso que sea así. Pero esto no les da la razón a los empiristas, porque cada estímulo particular se “procesa” en una estructura cerebral compleja que podríamos llamar , poniendo énfasis en las comillas, “conceptual” o “teórica”. Saludos, Alejandro Satz
–Sencillo el enigma –dijo el Comisario Inspector–. En el primer párrafo, Alejandro Satz comente un error garrafal. ¿En qué consiste?
¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Están de acuerdo con Alejandro Satz?
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