–Nadie contestó sobre el problema de los átomos de tiempo –dijo el Comisario Inspector– y me parece que mi teoría salió un poco confusa.

–Sí –dijo Kuhn–. Se partía del principio de incertidumbre de Heisenberg.

–Así es –dijo el Comisario Inspector–. El principio de incertidumbre asegura que hay magnitudes que no se pueden medir simultáneamente, como el tiempo y la energía o la velocidad y la posición al mismo tiempo: cuanto más precisamente se mide la posición de una partícula, más imprecisamente se mide su velocidad, y viceversa, y cuanto más precisamente se mida la velocidad, más error habrá en la posición. Más aún: si pudiéramos medir con absoluta exactitud la velocidad, no sabríamos en qué lugar del universo está. Y lo mismo ocurre con la energía y el tiempo.

Ahora supongamos que pudiera haber lapsos de tiempo tan pequeños como a uno se le ocurra.

–¿Qué es lo que distingue a un lapso de un instante? –preguntó Kuhn.

–La ocurrencia de algún evento –dijo el Comisario Inspector.

–No estoy muy seguro de esa definición.

–Veámoslo de otra manera, entonces –dijo el Comisario Inspector– ¿cómo sabemos que ese lapso de tiempo súper súper súper ínfimo es tal?

–Midiéndolo –dijo Kuhn.

–No solamente; midiéndolo con un error menor que la duración de ese lapso; pero la única manera de medir ese lapso es mediante un reloj que lo marque, o un fenómeno cualquiera que dure eso.

–¿Y entonces? –preguntó Kuhn.

–Y entonces ¿cuál sería la energía involucrada en el proceso de medición? Si el lapso es infinitamente chico, cualquier valor de la energía sería mucho mayor que toda la energía disponible en el universo. Luego, es un lapso de tiempo que no se podría medir.

–No me convence –dijo Kuhn–. Estoy de acuerdo con la idea general, pero no me gusta del todo la parte final del razonamiento; que el sistema para medir el lapso necesite más energía que la existente en el universo, no me parece un argumento firme. No está claro que el error al medir el lapso de tiempo esté relacionado con el proceso de medición en el sentido de Heisenberg.

–Tengo que seguir pensándolo –dijo el Comisario Inspector–. ¿Pero será posible que ninguno de nuestros lectores nos ayude?

¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Nadie va a ayudar al Comisario Inspector?