FINAL DE JUEGO
› Por Leonardo Moledo
–La verdad –dijo el Comisario Inspector– que hoy tuve una de esas experiencias que no son frecuentes.
–¿El granizo? –preguntó Kuhn.
–No –dijo el Comisario Inspector–, haber conocido a un descendiente directo de Jean François Champollion, el que descifró los jeroglíficos egipcios. Como es de imaginar, este Champollion tenía su destino prefijado, que era el de ser traductor.
–¿Y cómo fue que se dio el encuentro? –preguntó Kuhn.
–Como es de imaginar. El descendiente de quien descifró un misterio quería conocer a un policía, que también descifra misterios, y se sintió a sus anchas conmigo, intercambiando experiencias, que ya aparecerán en un reportaje.
–Y habló de su tatarabuelo.
–Por supuesto –dijo el Comisario Inspector–, me contó cosas que no puedo revelar por secreto profesional, pero, además, una historia interesante. Como todo el mundo sabe, la Piedra Roseta tenía el mismo texto escrito en jeroglíficos, en copto y en griego. Había un inglés que también se puso a descifrarla, pero resulta que él creía que podría hacerlo por un método matemático. En cambio, Champollion sabía copto. El copto era un idioma que se había dejado de hablar cuando los árabes conquistaron Egipto, y que sólo subsistía en una pequeña comunidad cristiana que hablaba un, digamos, copto moderno, que Champollion conocía. Y entonces, y asumiendo que la escritura jeroglífica era silábica y no ideográfica, como pensaba el inglés de cuyo nombre no puedo acordarme, consiguió encontrar las primeras palabras en “escritura jeroglífica”. El supuso que los jeroglíficos encerrados en cartuchos significaban nombres, y que los dibujos, sonidos. Entonces, había un cartucho que empezaba con un sol. Ahora, en copto, “sol” se decía “re”, o algo así (mi pronunciación del copto no es de lo mejor).
–Bueno, pero como ya no se habla, no importa –dijo Kuhn.
–Entonces supuso que ese “re” podía ser el principio de Ramsés. Y después, de una manera muy parecida, sacó el nombre de Cleopatra, mientras el inglés seguía haciendo cálculos.
–Bueno, pero no tenía una computadora –dijo Kuhn–. Hay que ver qué hubiera pasado en ese caso.
–Lo que no fue, no fue, como decía Noel Coward en una bellísima obra de teatro, no escrita en copto sino en inglés.
–Otro caso interesante de desciframiento fue el de la escritura cuneiforme –dijo Kuhn–. Podríamos dejarla para el próximo sábado.
¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Saben cómo se descifró la escritura cuneiforme?
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