FINAL DE JUEGO
› Por Leonardo Moledo
–La verdad –dijo el Comisario Inspector– es que estoy bastante de acuerdo con Di Nucci en lo que dice sobre la colección Estación Ciencia. Lo que me parece interesante es, especialmente, cómo se llegó a saber cada una de esas cosas.
–Bueno –dijo Kuhn–. Esa fue siempre mi posición.
–Sí –dijo el Comisario Inspector–. Ya lo sé. Pero no se trata de una colección “kuhniana” por decirlo de alguna manera, ya que no valora tanto los paradigmas como los errores. Por lo menos en lo que yo pude ver. Lo que me resultó interesante es que cada libro parte de las preguntas que se planteaban y las respuestas que cada científico daba como podía. Lo cual nos da una pauta de que hoy mismo podemos estar dando respuestas que un día parecerán extravagantes.
–Sin duda –dijo Kuhn– puede que nuestra ciencia de hoy alguna vez resulte tan extravagante como la de Aristóteles. Al fin y al cabo, toda nuestra concepción del mundo está basada en el hecho de que la velocidad de la luz es la velocidad tope. ¿Y si no lo fuera?
–Me lo estaba preguntando el otro día –dijo el Comisario Inspector–. ¿Por qué la velocidad de la luz, o mejor dicho la velocidad de cualquier cosa que no tenga masa en reposo, tiene que ser finita?
–Bueno, es un axioma –dijo Kuhn.
–Ya conozco la explicación –dijo el Comisario Inspector–. Es un hecho de la naturaleza: o bien hay una velocidad infinita o bien no la hay. Si no la hay, tiene que haber una velocidad máxima, que es aquella a la que se mueven los cuerpos sin masa, porque esos cuerpos no oponen ninguna resistencia al aumento de la velocidad. ¿Pero por qué ese hecho de la naturaleza?
–Bueno –dijo Kuhn– el porqué es algo que queda fuera de la ciencia. Es un problema que no concierne a la ciencia, que sólo se ocupa del cómo.
–La verdad –dijo el Comisario Inspector–, nunca me creí ese cuento, como no lo creyó nunca la policía. Un sujeto x va y mata a su esposa y a sus dos hijas. Es verdad que según el derecho positivo sólo interesa probar que lo hizo en determinadas circunstancias de cordura, pero siempre pensé que era interesante entender por qué lo hizo. Del mismo modo que me parece interesante entender qué es realmente la energía, cuál es su naturaleza, y no conformarse con una fórmula y decir, como Newton: “No formulo hipótesis”.
–Es que justamente ahí está el asunto. Cuando uno empieza a preguntarse por los porqués, ya está haciendo filosofía, y con la filosofía se mete todo el entorno cultural.
–No estoy de acuerdo –dijo el Comisario Inspector–. Para nada.
¿Qué piensan nuestros lectores? ¿La ciencia debe formularse los “porqués” o debe conformarse con los “cómos”?
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