FINAL DE JUEGO
› Por Leonardo Moledo
Tiene que ser abril. Primero, porque la idea que materializa el autor es sobre abril en el lugar (mental, existencial) donde probablemente él la concibió, y lo más probable es que surja de sus experiencias de vida, allá por el Hemisferio Norte. Segundo, porque la traducción no puede pensarse como una sustitución de latas de arvejas: sería como traducir “dulce de leche” por “toffee”, “pub” por “café” o “bar”. Un disparate. En tercer lugar, derivado de lo anterior, porque lo que crea el autor es algo único, que no existe en ningún lugar “real”, como las latas de arvejas, los aviones, los bronceadores de las señoras gordas que van a la playa, aunque sí es real en un lugar más “espiritual” o “intelectual”.
Abril debería tener una nota o comentario ayudándonos a ubicarnos en el contexto de ese Abril que tanto se espera en el Hemisferio Norte. Agrego unas preocupaciones mías muy personales suscitadas por su pregunta: no ha valido de nada la reflexión de nuestros intelectuales sobre los imperialismos culturales, la diversidad, el respeto a la categoría del Otro (pienso en la elaboración sobre un concepto local de “posmodernidad” como fin del eurocentrismo y la voz única).
¿La libertad y la variedad lingüística y cultural de nuestra sorprendente América están condenadas a reducirse a una bolita de blue-tac en los dedos de la RAE o proyecto imperial resucitado? ¿Podría pedírseles a los que escriben públicamente, que por lo menos no digan ahora “desvelar” por “develar”? Feliciten a Hugo Vezzetti por confiar las traducciones de su material de cátedra a las chicas del Lenguas Vivas.
Melanie Ceppi
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