FINAL DE JUEGO
Donde se habla de los cínicos, Diógenes y Sócrates y se propone un enigma con (otros) tres filósofos despistados
Por Leonardo Moledo
–Bueno –dijo el Comisario Inspector–. Ya contamos algunas historias de Diógenes. Ahora, hablemos un poco de los cínicos en general.
–Sí –dijo Kuhn–. En realidad, yo diría que la escuela cínica es más bien una “antiescuela”. Ellos consideraban que la autosuficiencia era el camino hacia la felicidad.
–La autosuficiencia, la autarquía –dijo el Comisario Inspector–. Parece que la policía de la provincia de Buenos Aires es bastante cínica.
–Especialmente en eso de guiarse únicamente por sus propios principios –dijo Kuhn–. Pero no sé. Los cínicos reivindicaban la parodia, la sátira, la anécdota o la burla escandalosa y provocadora, el incesto. Pero no reivindicaban el secuestro, por ejemplo.
–Sí –dijo el Comisario Inspector–. La verdad es que no me lo imagino a Antístenes (450-366 a.C.), el fundador de la escuela, en la Bonaerense.
–Yo tampoco –dijo Kuhn–. Antístenes fundó la escuela cínica por el lado de Diógenes y a través de Zenón de Citio, la escuela estoica, lo cual no es poco. Su discípulo Diógenes de Sinope (Sinope 413 a.C., Corinto 323 a.C.), llevó al extremo sus enseñanzas: vivía en un tonel, buscaba a plena luz del día con un candil, se masturbaba en público, comía carne cruda, escribía libros a favor del incesto y del canibalismo. Platón decía que era un Sócrates que se había vuelto loco.
–No está mal –dijo Kuhn–. Pero un Sócrates que se hubiera vuelto loco no habría bebido la cicuta.
–O al revés –dijo el Comisario Inspector–. Quizá Sócrates era el loco y Diógenes el cuerdo. O quizá, Sócrates fue sencillamente Diógenes, y recíprocamente. Pero vamos a enigma. Como todos sabemos, a los efectos de este enigma, los epicúreos sólo hacen preguntas cuya respuesta ya saben, y los cínicos sólo hacen preguntas cuyas respuestas desconocen. En una calle de Atenas se cruzan tres filósofos, y se escucha lo siguiente:
–¿Entre nosotros tres hay algún cínico? –pregunta el primero.
–¿Tú eres cínico? –pregunta el segundo al tercero.
–¿Entre nosotros hay algún epicúreo? –pregunta el tercero.
¿Se pueden saber qué era cada uno?
¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Se puede saber? ¿Y piensan que en realidad Sócrates era Diógenes y Diógenes era Sócrates?
Correo de lectores
Diogenes y Aristipo
Me resultó muy interesante el enigma. Observando las operaciones matemáticas que he realizado deduzco que sin importar la cantidad de vueltas de cada atleta, las veces que se cruzan es igual a la suma de esas cantidades. La dificultad de escribir notación matemática en una PC e incluir el grafiquito de la pista me conducen a dar la respuesta sin mostrar las operaciones que me permitieron llegar al resultado: Con las 11 vueltas dadas por Diógenes y las 7 de Aristipo son 18 las veces que se cruzaron en la pista.
Fabio Bernasconi