FINAL DE JUEGO › DONDE EL EMBAJADOR DE INGLATERRA SE LLENA LA BOCA CON OSCAR WILDE, VIRGINIA WOOLF Y SHAKESPEARE Y UNA LóGICA CAE EN DESGRACIA
Final de juego
› Por Leonardo Moledo
El Comisario Inspector quería dirigirse indisimuladamente hacia la torre donde, a todas luces, se vertía la materia prima, pero el Embajador de Inglaterra lo entretenía con su charla. Le hablaba de Oscar Wilde, de Virginia Woolf, de Shakespeare, incluso. A todos ellos les faltaron fósiles, decía, si los hubieran tenido, ¡qué obras maestra hubieran escrito! El Comisario Inspector acotaba que todos esos escritores, salvo Virginia Woolf, habían escrito obras maestras, y caminaba dos pasitos hacia la torre, pero inmediatamente, irrumpía el capataz: Sahib, sahib, decía, venga a mirar esta máquina que produce moldes de partes blandas, y lo arrastraba en dirección opuesta. Kuhn, por su parte reflexionaba sobre la fabricación de fósiles, y la carta en la que Roberto Fedorovsky sugiere que los fósiles sucios son preferibles.
–¿Por qué han de ser preferibles los fósiles viejos a los nuevos? –preguntaba el Comisario Inspector– ¿Acaso renegamos del progreso? O mejor: ¿por qué no pensar que tanto unos fósiles como los otros están en distintos paradigmas, y por lo tanto son inconmensurables? –Kuhn se resentía ante esta trampa tendida por su propia teoría.
El Comisario Inspector insistía: “La policía –decía– no puede objetar en absoluto la fabricación de fósiles, ya que, como guardiana que es de la metafísica, considera que no puede haber objeción posible si no se conoce la sustancia del tiempo, que como todo el mundo sabe, deriva de un misterio aún más profundo: el delito. Pero el precepto metafísico que debemos respetar es la negación absoluta de la creación ex nihilo”.
–Los egipcios fueron creados ex Nilo –acotó, con flema, el embajador de Inglaterra.
–Creo haber escuchado eso de labios de un difunto amigo –dijo el Comisario Inspector–. Pero, siguiendo con mi razonamiento, dado que ni los fósiles ni los egipcios pueden crearse ni ex nihilo ni ex Nilo, ¿cuál es la materia prima?
Y de un salto, se encaramó en una escalera que conducía hacia la torre. Todos se quedaron paralizados ante las habilidades acrobáticas y metafísicas del Comisario Inspector. El embajador de Inglaterra y el capataz se pusieron pálidos; el capataz hizo una seña a los obreros para que lo detuvieran, como en El hombre del traje blanco, pero como siempre, nada llegó a suceder, ya que en ese momento sonó el celular del Comisario Inspector, que atendió y escuchó con paciencia y fastidio. Luego, se bajó de la escalera, lentamente.
–Era el jefe de policía –dijo –. Acaban de asesinar a una lógica. Le dije que íbamos para allí.
Y rápidamente, propuso su enigma. –Obviamente –dijo– los tres deseos de la vez pasada son contradictorios. ¿Podría un dios omnipotente satisfacerlos?
¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Podría? ¿Y quién será la lógica asesinada?
Correo de lectores
Deseo no desear
¿Qué hace el dios? Supongamos variantes: 1º) Permuta el deseo 1 con el 3, (para eso es un dios), eliminando la contradicción. 2º) Le dice: “Te ofrezco el mundo y me sales con pamplinas”. 3º) Analiza las palabras del hombre y decide nombrarlo ministro de Relaciones Públicas. 4º) Se enoja y, para perdonarlo, el hombre tiene que contestar cuánto tardaría el péndulo de Foucault en completar un giro en el Polo. Menudo problema la materia prima. Cualquiera que se utilice, traerá conflictos. A despecho del interés del embajador de Inglaterra, los fósiles naturales, aunque feos y sucios, ¿no serían preferibles?
Roberto Fedorovsky