FINAL DE JUEGO
› Por Leonardo Moledo
Llegaron a un enorme caserón,
en cuya puerta se leía Palacio de la lógica, y donde
la lógica estaba siendo velada. Esa permanente confusión entre
la lógica en general y la lógica particular producía constantes
roces y enfrentamientos.
Esta vez optaron por el descuartizamiento dijo el Comisario Inspector,
después de hablar unos minutos por su celular. No parecía tranquilizador.
El interior del Palacio era razonable: las habitaciones se habían transformado
en aulas y comunicaban todas entre sí. En el centro del hall, un escritorio,
más que apoyado sobre el piso, parecía suspendido entre las paredes
y el vitral. Sobre él, un teléfono negro, sutilmente, brillaba.
En el patio, una hilera de columnas delgadas y probablemente innecesarias, confería
volumen al conjunto. Al costado, un baño y una cocina rebosaban simplicidad.
Una caja de fósforos, depositada junto a las hornallas, insinuaba desprecio
por la tecnología. Sin embargo, era un lugar plausible, lo cual es decir
bastante.
Una marea de lógicos de varias generaciones se apoyaban pensativos en
las paredes y llenaban las aulas; lógicos escuálidos, empíricos,
esféricos, falsacionistas auténticos, carniceros de la realidad,
cortadores en lonjas de la verdad científica, detectores de metalenguajes,
arquitectos de metavelorios, apasionados cultores de la razón dialéctica.
Era un tumulto. Una lógica joven servía café. Guió
al Comisario Inspector y a Kuhn hasta la capilla ardiente.
La lógica había sido asesinada brutalmente, y la habían
mutilado de manera horrible. Varios restauradores, después de trabajar
un día entero, habían logrado dar a las piezas sueltas el aspecto
formal de un maniquí, casi un muñeco articulado. Los miembros
estaban clavados en alambres, que se curvaban en posturas extraordinarias,y
le habían superpuesto un armazón de cobre para que no se desparramara.
Atrás, en un cartón, habían dibujado un ataúd, en
escorzo. Cada tanto, los familiares, o los lógicos amigos y todavía
supervivientes, cambiaban la posición del cuerpo, utilizando unas rueditas
colocadas especialmente y que funcionaban como músculos artificiales.
Todos hablaban en voz baja, y las conversaciones inevitablemente se mezclaban
con independencia de las posiciones encontradas. Aunque se trataba de un velorio,
se preservaba el rigor científico y las agudas observaciones cruzaban
la capilla ardiente como flechas. Los lógicos se inclinaban sobre su
colega muerta, pero solo lo hacían como un ritual, como sirviendo a un
señor más poderoso que todos ellos, intuyendo una proposición
clave que se les escapaba y que no cabía, o que por lo menos no cabía
del todo, dentro de los rígidos cánones del academicismo. ¿La
muerte? ¿Qué es eso? El asesinato no era, para ellos, sino una
alteración filosófica en un mar de pruebas y contrapruebas, de
implicaciones y absurdos. Al fin y al cabo, las leyes de la lógica se
articulan del mismo modo que el cadáver con alambres, hasta rematar en
el medio de las tablas de verdad, en algún punto irrevocable.
Apenas vio ese espectáculo espantoso, al Comisario Inspector se le ocurrió
un enigma. Este enigma lo planteó Ana María Shua dijo.
Woody Allen dijo alguna vez: Me gustaría que dios me diera una
prueba contundente de su existencia, por ejemplo depositando un millón
de dólaresen mi cuenta del banco. Y el enigma es éste: ¿puede
dios depositar un millón de dólares en la cuenta de Woody Allen?
¿Y puede materializar un millón de dólares y dárselo
en mano?
¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Puede? ¿Y por qué habrán matado a la lógica de una manera tan horrible?
Correo de lectores
DESEOS Y OMNIPOTENCIA
EL primer deseo es que se cumpla el segundo. El segundo, que no se cumpla
el tercero. Y así sucesivamente. ¿Cuál es el décimo?
Probablemente, por razones de simetría, que no se cumpla el primero.
De todas formas, bastan dos deseos para que el conjunto sea contradictorio:
el deseo A es que no se cumpla el deseo B. Es imposible cumplir ambos, manteniendo
las reglas de la lógica. Claro que un dios verdaderamente omnipotente
debe ser
capaz de cumplirlos. No veo por qué su omnipotencia deba limitarse a
las leyes civiles o naturales, pero no incluir a las de la lógica.
Un saludo,
Claudio Sánchez
SATISFACCION
¿Podría un dios omnipotente satisfacerlos? Si es omnipotente,
seguro. Por el contrario, un dios impotente no creo pueda satisfacer a nadie...
Eduardo Romano
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux