Sáb 19.06.2004
futuro

MENSAJES A FUTURO

Novedades en ciencia

NewScientist
Selección artificial
Ya no hay nada que pare al kaiser de la Fórmula 1, el alemán Michael Schumacher. Y, según parece, todo el mundo lo sabe. Tal vez por eso las principales escuderías del mundo que no se llaman Ferrari (o sea, Williams, McLaren, BAR) están viendo con buenos ojos los trabajos del Digital Biology Interest Group (Grupo de Interés en la Biología Digital) de la Universidad de Londres (Inglaterra) en donde sus investigadores descubrieron que pueden mejorar la performance de los automóviles recurriendo al uso de computadoras para “criar” los autos. Para desarrollar los mejores bólidos, los científicos ingleses hacen correr programas de computación que permiten a sus autos simulados evolucionar y mejorar por cuenta propia su fisonomía para alcanzar velocidades de sueño. Los más mínimos cambios como los alerones, la dureza de las suspensión o el tipo de cubiertas elegidas (según el terreno y estado del clima) pueden determinar ventajas de fracciones de segundos importantísimas en este tipo de competiciones.
A partir de algoritmos genéticos, o sea programas que imitan los imperativos de las leyes físicas y biológicas del mundo real, los automóviles hechos a partir de ceros y unos están sometidos al natural proceso de supervivencia del más apto. Por ejemplo, los investigadores configuraron 68 parámetros en el coche (entre ellos suspensión, desempeño del motor, neumáticos, presión de los frenos, consumo de combustible y dirección). Aquellos automóviles que lograban un desempeño particularmente bueno fueron tratados como si tuvieran su propio código genético y luego fueron “criados” por la computadora para que produjeran la siguiente generación, en la que se combinaron las mejores características de los dos autos progenitores. “El proceso se continuó hasta que, como resultado de la evolución, se generó el vehículo de Fórmula Uno perfecto”, explicó el líder del grupo, Peter J. Bentley. Le faltó decir que la perfección alcanzada es meramente virtual ya que por ahora ninguno de sus autitos fue puesto a prueba en el mundo real. Habrá que ver entonces si no se achican cuando rujan los motores y se encuentren a la par ni más ni menos que del séxtuple campeón mundial.

SCIENTIFIC AMERICAN
El centro de las miradas
Los habitués de fiestas, cócteles y reuniones sociales varias saben lo ríspido que es el asunto de no detectar cuando a uno le clavan los ojos. Se sabe que una mirada tiene mucho que decir (deseo, confianza, odio, indiferencia) y que a veces no captarlas (y no actuar acorde a ellas) puede hundirlo a uno en el más penoso de los bochornos. Pero no más. Un equipo de investigadores canadienses acaba de anunciar el invento que promete hacer furor en fiestas de cumpleaños, navidades y reuniones de fin de año: los anteojos “detectamiradas” (ver foto).
Las gafas, que no son nada del otro mundo, cuentan con un armazón al que se le adosan dos minúsculas cámaras en el puente que une a los cristales. Un conjunto de diodos de emisión lumínica que rodean a las lentes de las cámaras –conectadas a su vez a una computadora portátil– emiten rayos infrarrojos que detectan cuando cualquier par de ojos ajenos confluyen y miran directamente hacia los anteojos.
Desde hace años, el creador de estos anteojos “captamiradas”, el doctor Roel Vertegaal, del Queen’s University’s Human Media Lab (Ontario, Canadá), viene estudiando el efecto de la mirada en la conversación cara a cara. Una de las conclusiones a las que llegó es que la cantidad de contactos visuales entre los miembros de un grupo determina el grado de participación de cada uno en la conversación. Aquel que mira más veces a los ojos del moderador o el líder de la reunión tiene más oportunidades de que le den la palabra y de que su intervención sea valorada por el resto. Los resultados de estas investigaciones son de gran importancia para el diseño de futuros dispositivos de comunicación como sistemas de videoconferencia.
“Creo que estos artefactos van a ser cosas comunes y corrientes en los próximos años”, aseguró Vertegaal, quien también admitió que, por ahora, sería bastante raro que estos lentes no llamasen la atención y pasaran desapercibidos como un par de anteojos más.

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