› Por Leonardo Moledo
En el fondo de la noche
la barriada se estremece
porque en lo oscuro se mece
y está despierta Internet
Hai’ Fu (poeta chino del siglo V)
Un fantasma recorre el mundo, o mejor dicho, ya se ha asentado sobre él, una mancha que se extiende (como aquélla, verde, de Ilya Ehrenburg), un pantano, un lago, un mar, una pradera, donde entran millones de personas tratando de hacer pie y muchos más se precipitan para hacerse un lugar, buscando... ¿la salvación?
Nada de eso.
Sospecho que la invención del telégrafo, o del teléfono, o la radio deben haber producido impactos parecidos al de la red de redes (aunque nunca esa rara sensación de plenitud) que, obviamente, está modificando nuestra cultura y nuestros hábitos, y despertando iras posmodernas (y anche neo - pos pos modernas) que abominan de lo que llaman “espacio virtual”, donde presuntamente la subjetividad se disuelve en una masificación de fantasmas y bits.
El temor a lo virtual, el temor a la disolución del sujeto, desde ya, no ha de detener la marcha ascendente de la red.
Porque la red no sólo no disuelve al sujeto al prestarle un ropaje virtual, sino que lo hipostasía, lo convierte en un sujeto comunicado con su especie y apto para realizar muchos de sus sueños (en simulacro, claro está, pero ¿qué importa?), visitar paisajes y museos, leer millones de libros y enciclopedia, escuchar la música que quiera, ir a la caza de pornografía, chatear con sus iguales, discutir en foros imposibles de reunir en la “realidad” (habría que discutir por qué una reunión virtual no es “realidad”, tomar contacto con personas no soñadas, o excesivamente soñadas.
Y realizar un deseo secreto: el de las identidades múltiples: ser hombres mujer, fantasma, viejo joven a la vez, y recorrer todo el espinel que va del anonimato elegido (o sufrido) a los cinco minutos de fama inalcanzable: Internet (aunque la incluye) es justo lo contrario, absolutamente lo contrario de la televisión unidireccional y propensa a ser dominada por los poderosos de siempre y su chabacanería al servicio del hipnotismo y la estupidez.
No voy a caer en el lugar común de sostener que la red asegura la democracia “virtual” o, como sea, el tiempo dirá cómo se manifestarán ahí también nuevas formas de dominación (el poder es tozudo y no se rinde ante un mero invento) que tienen una inercia digna de mejores causas y que, probablemente, se mantengan a lo largo de los siglos (la experiencia demuestra que aun los inventos más democratizadores generan la posibilidad de que algunos grupos dominen sobre otros).
Pero mientras tanto, disfrutamos (disfrutemos) de este impensado regalo de la tecnología (¿quién se imaginó esto 40 años atrás?).
Construyamos sin miedo al “sujeto enchufado”, que sustituye las armas reales por las simbólicas (virtuales). Inerme frente al poder, el sujeto puede, si quiere, someterse a él, y si se le da la gana, lanzarle dardos tras dardos (virtuales) que desde ya no lo hieren, naturalmente. Aunque... ¿quién sabe? Tal vez alguna flecha lo rasguñe.
Che madam que parlás en francés
Y tirás ventolín a dos manos
Fabrícate algún blog en la red
Y poné el punto com a tu vida
Entrá en youtube y escuchate algunos tangos
O hacete amiga de un cafiolo en facebuk
Ché papusa oí
Las canciones verdaderas que se escuchan
[en youtub
che papusa oí
Los latidos angustiosos de tu pobre corazón
No tengas miedo de meterte en Wikipedia
Que con un click te verás tal como sos.
Sei’ Pen
(poeta chino, S. IV. Trad. L.M.)
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