ALBUMINA
› Por Guadalupe Treibel
Myrijam Stoetzer tiene 14 años, vive en Duisburgo, Alemania, y le encanta nadar, tocar la batería, hacer aikido. También soldar y programar, aficiones que puso en práctica junto a su amigo y compañero Paul Foltin, de 15, para desarrollar nada más y nada menos que una silla de ruedas controlada con el movimiento del ojo del usuario. Un invento de alta complejidad que le ha valido el primer puesto en la Jugend Forscht, una de las ferias científicas juveniles más grandes de Europa. Merecidísimo reconocimiento, en tanto no solo la composición del adminículo cuenta con partes de bajo costo (por ejemplo, ruedas impresas en 3D, o motores de limpiaparabrisas reciclados): también es open source, de software libre, gesto con el que los purretes instan a que cualquiera emule y reproduzca su experimento, sin depositar un céntimo. “El invento representa una revolución en la tecnología de la discapacidad; estos jóvenes diseñadores a la vanguardia han desarrollado herramientas básicas que mejoran la accesibilidad y aumentan la independencia de personas con movilidad reducida”, ofrece el sitio Daily Dot, impresionado –como tantos otros– con la dupla teen germana.
“Queríamos que nuestro proyecto fuera lo más barato posible, para que pudiera costearlo todo el mundo. Finalmente, nuestro objetivo es que esta tecnología se use vastamente y sea distribuida entre quienes la necesiten”, comenta la muchachita en su blog, donde detalla paso a paso el modo de configuración y armado, un instructivo a consciencia que enseña: cómo lograr que la Raspberry Pi 2B interprete los movimientos oculares, cómo solapar con lentes de seguridad, sumar Leds, incluir una webcam, entre otras cuestiones. Empero, acaso lo más curioso y destacable del asunto sea que ni Stoetzer ni Foltin comenzaron la iniciativa con conocimientos hondos de programación; al contrario, el puntapié inicial fue la idea, a partir de la cual fueron aprendiendo en forma autodidacta cómo concretarla, indagando en códigos y tecnologías por cuenta propia. “Con la intención de ofrecer asistencia adicional a gente con enfermedades severas como esclerosis múltiple, nos inspiramos en la tecnología que utiliza Stephen Hawking para comunicarse, o el graffitero TEMPT para pintar –virtualmente– usando sus ojos”, cuenta hoy la pequeña Stoetzer. Una grande, sin lugar a dudas.
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