Vie 23.10.2015
las12

LETRAS

Las fronteras del azar

Las escritoras Anna Kazumi Stahl y Zöe Wicomb fueron reunidas por Las12 para dialogar sobre sus narrativas, ambas plagadas de referencias a sus orígenes multiculturales y a su condición migrante. Ellas escriben desde los márgenes y revisan el legado colonial, los crímenes de lesa humanidad y el rol de las mujeres en un mundo en el que la literatura sigue siendo una herramienta de deconstrucción.

› Por Carolina Selicki Acevedo

“Solemos dar por sentado que la historia que resume la vida y la identidad de una persona debería poder narrarse de manera lineal pero en eso ignoramos el azar, que es tan determinante en nuestras vidas. Mi nombre responde a la necesidad ya no de tener un nombre con un sentido sino de tener uno que fuera fácil también de pronunciar del otro lado del mundo. Es más bien un puente, un primer paso para cruzar a la otra lengua, la de mi madre”. Con estas palabras Anna Kazumi Stahl introduce a la charla en el marco de TEDxRiodelaPlata en 2013 bajo el título “Las palabras y el silencio” y hoy esa charla vuelve a cobrar sentido. Anna es hija de madre japonesa y padre estadounidense descendiente de alemanes y criada en Nueva Orleáns. Es doctora en Literatura comparada y lleva publicadas dos novelas: Catástrofes naturales (Editorial Sudamericana, 1997) y Flores de un solo día editada en Argentina, España, Francia e Italia (Planeta, 2002). Por el ‘88 vino a continuar sus estudios y fue en 1995 que decidió radicarse en la ciudad de Buenos Aires, donde actualmente trabaja como docente de Letras, traductora y es también donde escribe, en español, lengua que le permite narrar aquello para lo que antes no encontraba palabras. Zöe, por su parte, es oriunda de Namaqualand y desde 1970 vive en Escocia. Ha publicado varias novelas, entre las que se destaca October (The New Press, 2014), donde aborda el hogar, el exilio, la raza y es parte de Miradas. Antología de cuentos sudafricanos (Unsam Edita, 2015), traducida recientemente al español.

Aunque acaban de conocerse –Anna ha leído a Zöe– se puede decir que sus literaturas se han cruzado previamente. Ambas comparten una escritura plagada del choque de culturas, de reflexiones sobre la construcción o reconstrucción de la identidad, y de algún modo, como la mesa que las ha convocado en el último FILBA, a un trazo bien del sur, que sale a los márgenes. Las12 las convocó a una entrevista conjunta y es en español que Anna decide responder mientras, traducción de por medio, la escritora sudafricana Zöe Wicomb lo hace en inglés.

–Pese a que cada una ha emigrado hay ecos de sus países de origen en sus obras, de un modo acentuado o con introducción a otras etnias…

Zöe: Pese a no vivir hace tiempo en Sudáfrica me siento y siempre me sentiré una escritora sudafricana. Es imposible decir que pertenezco al lugar donde vivo. De ninguna manera puedo pasar por escocesa, ni siquiera por mi apariencia física (risas). Me es inevitable escribir sobre Sudáfrica y el proceso de reconstrucción pos Apartheid. En realidad, soy una privilegiada, si pensás en los migrantes que llegan en la pobreza absoluta a otros países...

Anna: Yo soy de una nación a la cual de alguna manera nunca pertenecí. Tengo la ciudadanía y mi familia está situada casi circunstancialmente en Estados Unidos pero me crié en New Orleans, ciudad más bien periférica, y sumado a la nacionalidad de mis padres, pude tener otra visión. Argentina, si bien me es un desafío porque siempre estoy asombrada o desorientada, ofrece una capacidad de comprender a la persona que no tiene un centro o anclaje sólo en una lengua, en una cultura nacional. Eso encontré acá. Mi español es muy consciente de los límites, y crecí como escritora de un modo que en Estados Unidos nunca hubiera podido.

Zöe: Siguiendo lo que dice Anna, pienso que una escritora está un poco parada por fuera de la sociedad. Por eso el ser extranjera, como le digo a mis alumnos, está emparentado con la escritura. Escribir es enfrentar a la extranjera que hay dentro de una. No hay que fetichizar tanto esta noción de pertenecer a un lugar.

–Y en cuanto a su relación con la lectura, ¿cómo han sido sus primeras bibliotecas?

Zöe: Yo crecí sin libros. En casa no había y en la escuela me daban para leer apenas un libro en africano y uno en inglés, por año. De adulta tuve que recuperar muchos años de no-lectura. Cuando me vine para Europa leí muchas obras de la literatura local. Ahora mi lectura es muy ecléctica. Las mujeres negras estadounidenses han sido una gran influencia. No tengo un autor o autora favorita pero puedo pensarme como escritora después de leer a Toni Morrison. La admiro mucho.

Anna: Coincido, hay resonancias de Morrison…De los escritos que se han producido en Estados Unidos centrados en la esclavitud y la cuestión de reconstruirse del país. Morrison produjo un lenguaje con mucha garra, que pudo dar cuerpo a esas memorias. Trabajó mucho con los tiempos, tiempos heredados del lenguaje musical, y me parece una autora muy pertinente, que nos permitió ver cómo se construye dentro de la literatura un terreno que antes no había, no es que no habían referentes sólo que no lograban darle cuerpo a esas experiencias y si me detengo en los cuentos de Zöe, creo que ingresan por otro lado, usando marcos, con expectativas que distraen hasta que instala la temática. Confronta paradigmas, como Morrison, o experimenta con la forma. Esto se puede relacionar con la improvisación en el jazz, que va contra la lógica de construcción del relato. Asimismo, creo que las mujeres tenemos un hábito respecto de la escucha que de algún modo singulariza nuestra escritura.

Pupilas lejanas

En Miradas se destacan los cuentos con narradores en tercera persona, las descripciones, las citas al pie que ponen en contexto socio-histórico cada historia –tal vez un poco excesivas pero necesarias– y el cambio de foco con preponderancia a destacar a los personajes femeninos, que parecen estar en un segundo plano para luego dar un vuelco de 360 grados. Así parte, por ejemplo, de “Bev descubrió que pelar papas a primera hora de la tarde para la cena de esa noche, o amasar pan para la mañana siguiente, o cosechar limones para el verano, simplemente trasladaba el agujero negro del tiempo un poco más lejos…” a una escena luego de una discusión con Gavin, su pareja, en donde como afirma Kazumi Stahl, el silencio dice más: “como la habilidosa jugadora de netball de sus épocas estudiantiles, apunta al centro de la ventana francesa (…) Estalla en mil pedazos (…) las gemas de vidrio todavía caen como granizo de un cielo claro cuando él se levanta y cruza el umbral sembrado de gemas en busca de un poco de aire…” Y así Bev, se emparenta de algún modo con Hanako, la madre de Flores de un solo día, quien no puede hablar a través de las palabras pero sí a través de los gestos, de su dedicación al ikebana…

–Es tal vez en las mujeres que construyen en sus relatos que se puede visualizar cómo la mirada europea se ve obligada a ceder ante las nuevas lecturas desde el sur de los continentes. ¿Hasta dónde creen que es posible este cambio de paradigma?

–Zöe: Creo que no hay tanta mirada bajo el telescopio y aún es difícil ser mujer, más siendo mayor. Eso hace que siga investigando sobre ciertas cuestiones en mis viajes a Sudáfrica. Está el cliché que una desde afuera puede ver mejor, no sé qué significa eso realmente. No me siento desde afuera. Afortunadamente hay cada vez más grupos de concientización, poetas africanistas, que van dejando atrás tanta censura pero haciendo memoria de los crímenes de lesa humanidad, como sucede en Argentina.

Anna: Como dijo Coetzee en la charla: “El español está más abierto a la materialidad del mundo” y una herramienta es la literatura comparada, aunque es un terreno muy complejo.

Para quienes aún no las han leído, –¿Qué obra les recomendarían?

Zöe: No podría auto-promocionarme pero sí me confieso gran lectora de obras escritas por mujeres. A Anna lamentablemente no la he leído porque ella escribe en español. Pudimos conversar al respecto y quedó en enviarme unos cuentos que tiene en inglés y los espero con ansias. Además, me interesa saber qué escriben mis contemporáneas. Creo que pese a estar inmersas en diferentes culturas hay ejes o enfoques que compartimos.

Anna: Me sucede lo mismo y me gustaría recalcar que Argentina además de su idioma y enriquecedoras lecturas me da la posibilidad del encuentro con escritoras de un modo que no sucede en otras partes del mundo. Y es un privilegio que se pueda contar con espacios de investigación, que son además zonas de contacto, como sucede con la cátedra Coetzee. Así que recomiendo seguir leyéndonos, derribando fronteras.

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