Se conocieron en los pasillos de la Universidad Nacional de las Artes, sede Movimiento, a la que ambas habían entrado recién salidas del secundario para estudiar Composición Coreográfica. Pero se hicieron amigas unos años más tarde, en 2008, cuando empezaron a formar parte de la compañía de danza de su universidad. A partir de entonces, la vida artística las fue conectando o ellas mismas se encargaron de cruzarse en la profesión: primero comenzaron a dar clases juntas, más tarde fueron convocadas como intérpretes de Villa Argüello, la obra que posicionó a Celia Argüello Rena como una de las coreógrafas jóvenes más interesantes de la escena local. Como coreógrafas y directoras, crearon juntas Reconstruyendo a Ana Itelman o Itelmanía para el Festival de Danza 2014 y, finalmente, se embarcaron juntas en el proyecto de tesis de su carrera que, derivaciones y un premio de la Bienal de Arte Joven más tarde, terminó convertida en Paraje Das Unheimlich, la inquietante obra que se puede ver todos los jueves en el Espacio Callejón.

Y aunque la puesta tiene ese origen muy concreto ¿la imposición de embarcarse en un proyecto de tesis y la decisión de llevarlo adelante de a dos, porque en esos encuentros de amigas aparecía la fuerza para terminar de una buena vez la carrera? el germen del trabajo puede rastrearse mucho antes. No son necesariamente parecidas físicamente, pero hay algo en la energía de Josefina Gorostiza y de Jimena Pérez Salerno que las emparienta un poco: “Las dos somos chiquitas, medio histriónicas y entre nosotras hay mucha mueca y chiste, por eso muchos amigos nos cargan y juegan con la idea de que somos un poco hermanas”, explica Josefina. En la obra, J y J extreman la idea de desdoblamiento interpretando a dos mujeres iguales (¿mellizas, gemelas, criaturas medio mágicas?) que se atraen y se rechazan constantemente, condenadas a vivir juntas hasta que la muerte las separe, o incluso más allá.

Como adelanta su título (unheimlich significa, en alemán, extraño u ominoso), hay algo bastante siniestro en esas imágenes que aloja el espectáculo. Las muñequitas coloradas se complementan para armar figuras o se desdoblan para crear una coreografía sincronizada; loopean muecas frenéticas para charlar como se charla en el cine mudo o se miran fijo para susurrarse con la misma disposición de los gatos cuando tienen que medir a su rival: “¿De qué te reís? ¿¡De qué te reís!?”. Ellas, las chicas de conjunto rojo y pelo eterno, se necesitan y se atraen tanto como desean estimular su individualidad: en ese tire y afloje constante, Paraje Das Unheimlich crece y se amplifica. El aire se corta con tijera (la música de Fernando Tur ayuda a consolidar ese clima que buscaban) y nunca termina de develarse si todo está bien o algo está por estallar. ¿Alegorías en torno a las más intensas relaciones entre mujeres? Es una lectura posible.

“A medida que íbamos ensayando, nos dimos cuenta de que nuestro parecido, los cuerpos y algo del humor que compartimos aparecía muy fuerte en la escena, generaba una impronta. Un día dimos vuelta todo: cambiamos las luces, sumamos objetos y empezamos a probar climas y situaciones donde juntas éramos una. Y se fue creando un mundo más bien ambiguo, difícil de catalogar, donde hay cosas conocidas que de repente se manifiestan de una manera diferente. En el medio del proceso apareció el texto de Freud, Lo siniestro, que vino a traer algunas confirmaciones sobre un camino que intuitivamente habíamos tomado”, repasa Jimena. Josefina complementa y cierra: “Lo siniestro se presentó como una alternativa frente al cliché del terror. Nos permitió trabajar por zonas un poco más confusas, más ambiguas: nos salvó un poco de que esa idea tan estereotipada de lo terrorífico nos comiera”.

Funciones: jueves a las 21, en el Espacio Callejón, Humahuaca 3759, CABA. Entradas: $120 / $80.