SECRETOS DEL CORAZóN
Mañana es el día de los enamorados, un buen pretexto –consumismo aparte– para celebrar a Eros, alias Cupido, dios travieso y arbitrario que, mediante sus flechazos, contagia la pasión, provoca el enamoramiento. Según el diccionario, esa fuerza que impulsa a un ser hacia otro, que se le representa como el bien supremo, a cuya posesión aspira de inmediato. El/la amante tiende a confundirse con el objeto amado, y los/as poetas siempre han tratado de reflejar ese antojo del alma, del corazón, del cuerpo humano. Razón de más para presentarles esta pequeña –cuan caprichosa– selección de textos amorosos.
También escribí
en mi tiempo cartas de amor,
como las otras,
ridículas.
Las cartas de amor, si hay
amor,
tienen que ser
ridículas.
Quien me viera en el tiempo
en que escribía
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas.
La verdad es que hoy
mis recuerdos
de esas cartas
son
ridículos.
(Todas las palabras esdrújulas,
como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículos).
Fernando Pessoa (Portugal, 1888-1935)
asaltos
Nuestros asaltos: él en su lenguaje, yo en el mío. Yo nunca uso
sus palabras. Creo que mi registro es más inconsciente, más instintivo.
No se muestra en la superficie, y sin embargo, no sé, él se daba
cuenta, como del peso de mis ojos. Lo resbaladizo de mi mente contra su dirección
inexorable. Mi creencia en la magia frente a sus densas notas realistas. La
alegría cuando sí percibe la magia: Parece que tus ojos
esperan milagros. ¿Los llevará él a cabo?
Anaïs Nin, Henry y June.
Novela de dos volúmenes
El sol se volvió
negro, y
La luna se oscureció;
Porque lo amaba, y
El no me correspondió
Dorothy Parker (Estados Unidos, 1893-1967)
Zorongo gitano
(...)
La luna es un pozo chico,
Las flores no valen nada,
Lo que valen son tus brazos
Cuando de noche me abrazan
(Cancion popular recopilada
por Federico Garcia Lorca, (España, 1898-1936)
Mas no de esa otra parte
en la ribera
dejará la memoria, en donde ardía;
nada sabe mi llama la agua fría
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un Dios
prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
méulas que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejarán,
no su cuidado;
serán ceniza, más tendrán sentido;
polvo serán, más polvo enamorado.
Francisco de Quevedo (España,
1580-1645)
Roger:
Lo único verdadero es el amor. Y fuera del amor, no somos nada. Ahora
hay que ponerse de acuerdo sobre lo que se entiende por amor. Sobre lo que se
entiende por amar. Sobre la capacidad de amor de cada ser. Sobre su capacidad
de entrega de sí mismo. Sobre su riqueza. Cuando dices que el amor absorbe
todas las energías y que no deja ninguna libre, piensas en el amor hacia
una persona por un lado y por el otro hacia algo que podríamos llamar
ambiciones (...) Pero es demasiado simple. El amor por un ser humano, por más
dichoso que sea (hablo del amor feliz), es siempre desdichado, por su misma
naturaleza, por los elementos que entran en su composición (...) Lo importante
es saber si se tendrá la fuerza de crear riqueza con esa pobreza.
Victoria Ocampo, carta a
Roger Caillois, 1940
El cantar de los cantares
Yo soy para mi amado,
Y hacia mí tiende su deseo.
¡Oh, ven, amado mío,
salgamos al campo!
Pasaremos la noche en las aldeas,
de mañana iremos a las viñas,
veremos si la vid está en cierne,
si las yemas se abren,
y si florecen los granados.
Allí te entregaré
el don de mis amores.
Las mandrágoras exhalan su fragancia,
a nuestras puertas hay toda suerte de
frutos exquisitos.
Los nuevos, igual que los añejos,
los he guardado, amado mío, para ti.
(...)
Ponme cual sello sobre tu corazón,
como un sello en tus brazos,
porque es fuerte el amor como la muerte,
implacable como un sol la pasión.
Poema de Salomon, rey de
Israel y de Juda,
entre 972 y 932, A.C., a partir de la traduccion
de Fray Luis de León
Sombras
Quisiera abrir lentamente mis venas,
mi sangre toda verterla a tus pies,
para poderte demostrar que amar no puedo más
y entonces morir después.
bolero de J. Contursi y F. Lomuto
Amor se fue
Amor se fue; mientras duró
De todo hizo placer.
Cuando se fue
Nada quedó que no doliera
Macedonio Fernandez
(Argentina, 1874-1952)
¡Ay de mi corazón!
Debajo del granado
de mi pasión
amor, amor he llorado
¡ay de mi corazón!
Al fondo del granado
de mi pasión
el fruto se ha desangrado
¡Ay de mi corazón!
Miguel Hernandez
(España, 1910-1942)
hiroshima mon amour
Ella Y te
encuentro a ti.
Te recuerdo. ¿Quién eres?
Me estás matando.
Eres mi vida.
¿Cómo iba yo a imaginarme que esta ciudad
estuviera hecha a la medida del amor?
¿Cómo iba a imaginarme que estuvieras hecho a la medida
de mi mismo cuerpo?
Me gustas. Qué acontecimiento. Me gustas.
Qué lentitud, de pronto.
Qué Dulzura.
Tú no puedes saber.
Me estás matando.
Eres mi vida.
Tengo tiempo de sobra.
Te lo ruego. Devórame.
Fragmento del guion del
film de Alain Resnais,
escrito por Marguerite Duras, Cochinchina, 1914
Odio y amo
Odio y amo.
Te preguntarás, tal vez,
¿Cómo es posible?
No lo sé,
Pero eso es lo que me sucede
Y es mi tortura.
Cayo Valerio Catulo
Soneto del amor milagroso
Estar enamorado, amigos,
es encontrar el nombre justo de la vida.
Es dar al fin con la palabra que para hacer frente a la muerte se precisa.
Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel en que el alma está
cautiva.
Es levantarse de la tierra con una fuerza que reclama desde arriba.
Es respirar el ancho viento que por encima de la carne se respira.
Es contemplar desde la cumbre de la persona la razón de las heridas.
Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que nos mira.
Es escuchar en una boca la propia voz profundamente repetida.
Es sorprender en unas manos el calor de la perfecta compañía.
Es sospechar que, para siempre, la soledad de nuestra sombra está vencida.
(...)
Estar enamorado, amigos, es adueñarse de las noches y los días.
Es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza distraída.
(...)
Es contemplar un tren que pasa con las luces encendidas.
Es comprender perfectamente que no hay fronteras entre el sueño y la
vigilia.
Es ignorar en qué consiste la diferencia entre el sueño y la vigilia.
Es escuchar a medianoche la vagabunda confesión de la llovizna.
Es divisar en las tinieblas del corazón una pequeña lucecita.
Estar enamorado, amigos,
es padecer espacio y tiempo con dulzura.
Es despertarse una mañana con los secretos de las flores y las frutas.
Es libertarse de sí mismo y estar unidos a las otras criaturas.
Es no saber si son ajenas o si son propias las lejanas amarguras.
Es remontar hasta la fuente las aguas turbias del torrente de la angustia.
Es compartir la luz del mundo y al mismo tiempo compartir la noche oscura.
Es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía sea luna.
Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea de ser hombre es menos dura.
Es empezar a decir siempre y en adelante no volver a decir nunca.
Y es además, amigos míos, estar seguro de tener las manos puras.
Francisco Luis Bernardez (Argentina, 1900-1977)
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