TELEVISIóN
Quiere el morbo de espectadores/as y gerencias de programación que los programas de citas y levantes vuelvan una y otra vez a la pantalla, siempre bien dotados con altas dosis de estereotipos y sexismo a flor de piel. Este verano, dos “nuevos” ciclos vinieron a confirmarnos que no piensan ser la excepción a la regla, y aún más: la cuestión viene empeorando. En una misión de alto riesgo, Las 12 sufrió por ustedes, nomás para cumplir con el deber de avisarles.
› Por Mariana Enriquez
Los programas de citas son tan viejos como la televisión. En EE.UU hizo escuela The Dating Game en los 70, en Argentina Yo me quiero casar, ¿y usted? de Roberto Galán; los rituales de apareamiento televisivos siempre han contado con el favor del público y sirvieron como termómetro del sexismo y el candor social. Pero Química y Cambio y fuera (los miércoles y los viernes a las 23 por Canal 9) llegan al límite de la vacuidad. Nadie está pidiendo conversaciones brillantes, retruécanos, esgrima verbal; pero el pobrísimo vocabulario de los participantes exige al menos un guión. Aunque, pensándolo bien, Química lo tiene, merced entre otras cosas a las intervenciones del conductor Diego Korol. El problema más importante es que ambos son muy mala televisión; lo que pone de malhumor es la nula imaginación y la obsesión por mostrar a las mujeres como muñecas listas para todo y a los varones como pavotes celestiales que babean cuando ven curvas y jadean ante cualquier insinuación de revolcada.
Cambio
y fuera
El formato es el de Dismissed, reality de citas de MTV que en sus últimas
entregas tiene como escenario Miami (quizá porque es hot): participantes
muy jóvenes y tontos; las chicas compiten con ferocidad y se acusan mutuamente
de gordas y pacatas (Pecados Capitales), mientras los chicos, norteamericanos
al fin, se autoproclaman ganadores en el primer segundo y exhiben sus abdominales.
Cambio y fuera es igual, pero con anfitrión (Pablo Marcovsky) y participantes
aún menos interesantes.
Ejemplo de programa reciente. Incomodísimos, el candidato y las tres
aspirantes están paraditos en una playa más bien un lodazal
del Tigre. Él se llama Andrés, contador, 25 años. Ellas
son Silvina, Mónica (italiana) y Marina (tetona). Andrés debe
elegir entre las tres muchachas. Antes de que comience la competencia, explica
su estado de ánimo: Ansioso y tranquilo es la palabra. Todo
es terriblemente aburrido, los participantes hablan del calor, y se preguntan
qué hacen de sus vidas (Me gustan los rompecabezas y las manualidades,
abunda Silvina). Después las chicas tienen que bailar para seducir al
galán las dirige un morocho y toman unos tragos bajo el sol.
En el segundo bloque, él tiene quince minutos a solas con las participantes.
La edición rescata esta charla de los quince minutos a solas de Andrés
y Marina:
El: ¿Relajada, tranqui?
Ella: Ahora que estoy al lado tuyo, sí.
El: ¿Cómo la pasaste vos?
Ella: Bien, y ahora mejor.
El: Qué bueno. ¿Sabés?, me gusta mucho tu seducción.
Tenés una seducción incorporada en el cuerpo que me resulta muy
atractiva.
Ella: Es hermoso lo que me decís.
El: Además, sos muy tranqui. Sos como la combinación perfecta,
seductora y tranqui.
Ella: ¿Qué te gustaría hacer una noche?
El: ¿Conmigo?
Ella: Sí, por supuesto. Una cena...
El: ¿Romántica?
Ella: Sí, con velas. Me encanta, sí, con sushi, con música
de jazz.
Ella será la elegida. ¿Por qué? Porque la palabra clave
para comprender al galán es tranqui. El mismo lo enuncia:
no quiere una chica demasiado extrovertida, ni dicharachera ni charlatana (son
sus palabras); no quiere que llame la atención, aunque sí la prefiere
divertida. Pero tranqui. Muy tranqui. Muda, en lo posible. Mónica (la
tana) no es tranqui porque osó besarlo en la boca y lo puso incómodo.
Silvina es demasiado tranqui (tampoco la pavada). La favorita de Andrés
es Marina, entonces. Porque es sumamente sensual y al mismo tiempo muy
tranqui, muy cachengue(¿?). Muchacho, póngase de acuerdo.
¿O quiso decir cachonda? No importa. En seguida se pasa al caso inverso,
donde una chica (Zoele) es seducida por tres varones. Ella les hace preguntas
para conocerlos mejor:
Zoele: ¿Qué cosa no te gusta hacer en la cama?
Carlos: No me gusta que me dominen. Y tampoco me gusta hacer lo que el
otro no quiere hacer. No me gusta obligar a nadie a nada.
Zoele: ¿Qué es lo más raro que te pidieron?
Javier: Que se lo hagan por atrás.
(Nota de la traductora: se refiere al sexo anal.)
Zoele: ¿Qué preferís, charla o sexo?
Facundo: Sexo oral.
(N. de R.: Chiste del guionista, con seguridad.)
Antes, en los quince minutos a solas, todo es lugar común. Carlos le
hace masajes de piel a Zoele y le propone una cena afrodisíaca. La palabra
clave sigue siendo tranqui. A ella le gusta que los chicos sean tranquis, a
los chicos les parece que Zoele es tranqui. Javier le prepara tragos. A ella
le parece un joven muy tímido y tranqui. Carlos también
la querría llevar a un lago, y tomar champagne. Facundo prefiere bailar
lentos. Ellos hacen un strip tease, quizá tratando de invertir
los roles. No funciona. ¿Qué importa a quién elige Zoele?
Imposible llegar al final sin roncar. Uno se encuentra añorando Confianza
ciega.
Quimica
Las participantes no ven al candidato, que sí puede verlas a ellas, y
se encuentra en una especie de cápsula del otro lado del estudio. El
pregunta cosas, todas de índole sexual. Ellas son unas diosas, lanzadas,
tremendas, comehombres, voraces; además están espléndidas,
flacas, son románticas, en el fondo se quieren casar. Están listas,
preparadas para cualquier cosa y se atreven a toda proeza amatoria. Y todo,
todo para un hombre que ni siquieran ven.
Así es el interrogatorio del candidato:
Hernán (a Brenda): Vos dijiste que el deporte te pone de tan buen
humor como una relación sexual. ¿Qué ingredientes tiene
que haber?
Brenda: El ingrediente lo tenemos que poner juntos.
Hernán (a Romina): Sos bonita, decís que querés ser
modelo. A la hora del sexo, ¿la belleza te condiciona, estás pendiente
de no transpirar o despeinarte?
Romina: No, la verdad que cuanto más salvaje, mejor.
Hernán (a Natalia): Vos tenés una hermana melliza. ¿Alguna
vez le cumplieron la fantasía de las mellizas a alguien?
Natalia: Esa fantasía no te la voy a cumplir.
(Nota: Natalia será la primera descalificada, quizá por insurrecta.)
Hernán (a Cristina): Dijiste que te ratonea ver a dos chicas. Quiero
saber si alguna vez hiciste realidad la fantasía.
Cristina: Nunca lo hice, pero creo que lo haría.
Matizan los gritos de Korol, del tipo: ¡Muchachos, se nos dio!
o ¡Muchachos, tenemos cosas que hacer, vengan!, cuando una
de las chicas confiesa su fantasía lésbica. Hernán (rugbier,
creativo, diseñador, de Martínez) es un compendio de contradicciones.
En el primer bloque Romina le gusta porque es salvaje y no tiene pudor, en el
segundo porque es dócil. Notable que la docilidad de una
mujer sea considerada una virtud. Dócil pero amante siempre lista: la
frase clave es ir al frente acompañada de que no esté
todo a la vista. Es decir: sexo sí, pero tampoco que la dama sea
una descocada; si hasta aparece la madre del candidato en un clip, dándole
consejos a su futura nuera. Si hasta hay un bloque dulce,
con unos niños que se meten en la cabina del candidato y le preguntan
si le dice piropos a las chicas por la calle (Les digo, no me alcanza
la lengua, se me traba). Cuando una de las chicas está a punto
de ser rechazada por el candidato, puede jugarse su comodín:
una elige mostrarle el cuerpo, la otra la bombacha, la otra un par de esposas
para usar en los juegos sexuales, se supone. El candidato saca la
lengua, caliente. La palabra clave es espectacular. Los comodines
de las chicas le parecen espectaculares. Pero finalmente elige ¡cómo
no adivinarlo desde el principio! a la que se ratonea con chicas, dejando
de lado a una morocha guerrera por demasiado osada. Y culmina: Aunque
mis amigos me maten, porque es evidente que se quedó con la opción
más tranqui. Hay que recordar que las chicas no lo ven hasta
el final, cuando las dos últimas participantes tienen que adivinar entre
quién es el candidato. Algo gratuito, porque el falso candidato siempre
es mucho más feo. Y ahí se queda la feliz pareja, rumbo a Brasil.
El se lo pierde, los amigos lo van a matar, dice Brenda, la morocha
que mostró la bombacha, perpetuando todos los prejuicios. Como si hiciera
falta.
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