Vie 24.06.2016
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Un ejemplo a seguir

Son violadores y asesinos pero el diario “La Arena” los llama “presos modelo”. Son Marcelo Tomaselli, Juan Janssen y Julio Segovia. Porque bueno, lo importante no es que hayan matado y/o violado a niñas y mujeres, que hayan sido condenados a prisión perpetua o a 24 años de prisión. Para el diario de la provincia de La Pampa es noticia que estos convictos ahora tienen buena conducta y obtienen buenos informes de los servicios penitenciarios. Los tres fueron protagonistas de crímenes de trascendencia nacional. Marcelo Tomaselli cometió el femicidio de su flamante esposa Carla Figueroa, quien lo había denunciado por violación pero luego firmó el “avenimiento”, una figura legal de inusual anacronismo que se derogó en marzo de 2012, debido a la evitable muerte de la chica de 19 años. Aquella figura decía que un acusado por violación no debía pagar ante la Justicia si la víctima lo perdonaba ¡y se casaba con él! Si no fue el patriarcado lo que permitió el femicidio ¿qué fue? Carla estuvo unos tres años en pareja con Tomaselli, tuvieron un hijo, pero quiso separarse. Cuando estaban separados, él la violó y ella lo denunció. Pero luego, por la insistencia de la familia de él, decidió perdonarlo. Se casaron. Ella pagó con su vida: ocho días después de salir en libertad él la asesinó, en la madrugada del 10 de diciembre de 2011. El nene tenía sólo tres años. Por ese crimen, Tomaselli cumple una condena de prisión perpetua. Inicialmente, había sido alojado en la cárcel de Neuquen pero su buena conducta le permitió ser trasladado a la Unidad 4 de Santa Rosa, La Pampa. El diario señala que estudia el secundario en prisión y que formó una familia. Y aunque la posibilidad de rehabilitarse no se le niega a nadie, cuesta ubicar este tipo de noticias en el reino del discurso de la mano dura. ¿No será que para algunos los femicidios son menos crímenes?

También el femicidio cometido por Janssen estremeció al país. Su víctima fue una nena de 12 años llamada Sofia Viale, que pasaba por la casa del asesino vendiendo panes y tortas asadas. En agosto de 2012, Janssen simuló estar descompuesto para que la niña entrara a su casa. Allí la violó, la mató y la enterró en el patio. Meses después, cuando Janssen violó a otra chica, de 14 años, se descubrió el cuerpo de la niña. También está condenado a perpetua por homicidio agravado criminis causa. Y podrá salir a los 67 años de edad.

El tercero de los detenidos que el diario describe como “modelo”, Julio Segovia, fue conocido como “el chacal”, sentenciado por haber violado reiteradamente a sus hijastras, con las que tuvo tres hijos. Con temor a que el hombre repitiera la historia con las niñas más pequeñas, una de las víctimas lo denunció en 2013. Estuvo prófugo y cayó el 7 de agosto de ese año, en General Pico. Fue condenado a 24 años de prisión.

¿Por qué un diario haría una nota para señalar la ejemplaridad de la conducta de tres detenidos que cometieron semejantes delitos? Cabe preguntarse si forma parte de la estrategia de algún abogado defensor o si solamente se quiere poner de manifiesto que, en todo caso, el femicidio, la violación, no son para tanto. Que los puede cometer cualquiera, gente buena, capaz de estudiar y rehabilitarse. Porque justamente, cuando lo importante es que estos presos se portan bien, parece secundario preguntarse por la mirada patriarcal de los sistemas judicial y penitenciario. La solidaridad machista aparece donde menos se la espera, pero siempre está.

Si tres hombres cometieron horrendos crímenes, ¿por qué sería importante que se porten bien en la cárcel? ¿Para demostrar que el femicidio y la agresión social no son conductas tan antisociales? ¿Para seguir devaluando el valor de la vida de las mujeres? Si Tomaselli dijo que lo volvería a hacer en el juicio que le siguieron por el asesinato de su esposa, si Janssen tuvo durante meses el cadáver oculto en su casa, si Segovia se escapó cuando la menor de sus hijastras lo denunció, la operación “blanqueo” de sus conductas penitenciarias indica que en realidad ellas -seguro- algo habrán hecho. Que matar a la esposa, violar a una nena que está trabajando en la calle, abusar durante años de dos chicas a su cuidado, son conductas que estos presos ejemplares no pudieron “controlar”. Y sólo desde la ironía se puede entender una nota que echa por tierra con muchos de los postulados que el Ni Una Menos instaló en la agenda pública. Si ellos son presos “modelo”, quizás no sea tan malo matar mujeres. Si ellos pueden portarse bien en prisión, quizás se merezcan ciertos beneficios que la ley no contempla, al menos hasta que Tomaselli tenga 60 años y Janssen 67.

Por supuesto que cada medio elige los temas que le parecen noticiables. La noticia la advirtió “azorada” Mónica Molina, periodista que fue funcionaria en políticas de género y que forma parte de Periodistas Argentinas en Red (PAR). El título de la nota publicada el martes pasado por el diario La Arena apesta. “Cometieron crímenes pero son presos modelo”. Quizás sea aún peor el copete, porque ahí el inconsciente patriarcal queda más en evidencia. “Juan Janssen, Julio Segovia y Marcelo Tomaselli son nombres que permanecen en la memoria pampeana”, dice el texto. Y aunque el texto de la nota parezca ascético –¿podría serlo?– la reminiscencia de esa frase con las que recuerdan –por ejemplo– a los desaparecidos generan escozor. ¿Qué habrá de ejemplar, de memorable o de imitable en violar y matar mujeres y niñas? ¿No será que el patriarcado necesita ese tipo de violencias para mantener el control sobre los cuerpos? ¿Cuál es el interés de ir a buscar a estos condenados para subrayar sus virtudes? Las preguntas se agolpan, mientras los nombres de Carla y Sofía dejan al descubierto que ellas ya no podrán tener conducta “modelo”. Carla no verá crecer a su hijo, no podrá firmar sus boletines en la escuela, ni llevarlo a jugar al fútbol. Sofía no podrá siquiera soñar con ir a la escuela secundaria, el cumpleaños de 15 o con el chico que le gusta. El diario La Arena de La Pampa se ocupa de ensalzar a quienes las mataron, y al Chacal que durante años se apropió del cuerpo de dos chicas a su cuidado. ¿Será la contracara de esa enorme marea de mujeres que hace pocos días salió a la calle? Las historias de Carla, Sofía y las hijastras del Chacal son parte del reclamo colectivo de las miles y miles que en todo el país gritaron el 3 de junio que basta de matarnos, que las mujeres queremos nuestra vida, toda nuestra.

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