EL MEGAFONO
› Por Ginés González García (*)
La publicación reciente de noticias sobre el supuesto crecimiento del embarazo adolescente en los últimos años me obliga a dar algunas precisiones. Hay que recordar la importancia de las políticas de salud sexual para reducir los abortos y la mortalidad materna y para modificar el desarrollo personal de millones de personas. La información que provee la Secretaría de Hacienda del actual gobierno muestra que, en los primeros seis meses de este año, el Ministerio de Salud de la Nación solamente ejecutó el 1,5 por ciento del presupuesto del Programa de Salud Sexual. Sí, uno coma cinco por ciento. Ese programa fue creado, en octubre de 2002, por una ley que el Ministerio de Salud está incumpliendo y ni siquiera da la menor explicación de por qué lo hace.
Pero además, la noticia es falsa: la fecundidad de las adolescentes no creció en la última década. El porcentaje de nacidos vivos de madres menores de 15 años se ha mantenido en 0,4 por ciento en toda la década y el de nacidos vivos de madres de 15 a 19 años también fue casi constante (en los últimos diez registros anuales los valores inicial y final fueron exactamente iguales: 14,7 por ciento). De hecho, en los últimos tres años ha descendido, muy levemente, pero de ninguna manera se verifica el aumento del que hablan las noticias. Y si se calcula la fecundidad de otra manera, tomando los nacimientos de hijos de madres adolescentes con relación a la población total de mujeres de 15 a 19 años, tampoco se verifica un aumento en los últimos años: el porcentaje se mantiene casi constante en torno al 6,7 por ciento.
Estos datos también sirven para desacreditar a quienes especulan sobre el supuesto efecto de la Asignación Universal por Hijo (AUH) en la maternidad adolescente. La AUH se creó en octubre de 2009 y la Asignación por Embarazo en abril de 2011, por lo que, si fueran cierto esas especulaciones, los partos de madres adolescentes deberían haber aumentado a partir de mediados de 2010 o de 2012, respectivamente. Algo que evidentemente no ocurrió. Y si bien no se tienen datos recientes sobre el nivel socioeconómico de las madres adolescentes, en los últimos años se observa un fuerte descenso en el porcentaje de nacidos vivos de madres adolescentes con bajo nivel educativo.
Es cierto que pululan las noticias que falsean datos de una manera asombrosa. Pero si realmente creen que un problema se agravó, aunque no tengan el menor respaldo estadístico, con mayor razón me pregunto por qué no dicen una palabra ahora que el Ministerio restringió el Programa de Salud Sexual.
La experiencia de estos años demuestra que la provisión de anticonceptivos no es por sí sola suficiente para impulsar un cambio sustancial en materia de salud sexual. Pero no conozco experiencia alguna que haya tenido éxito desabasteciendo insumos justo en el momento en que la inflación redujo la capacidad adquisitiva de los hogares.
(*) Ex ministro de Salud de la Nación y Presidente de Fundación Isalud.
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