La intuición –y sus derivados, como el presentimiento o la corazonada– se asocia siempre con las mujeres, porque ella misma es femenina. Pero nada concluyente, salvo la pura intuición, indica que es un atributo del que carezcan los hombres. Hay opiniones encontradas: para algunos, es producto del contacto sutil con la realidad que las mujeres aprendieron a tener al estarles vedado otro tipo de contacto más directo. Para otros, se trata de una marca biológica. Finalmente, por supuesto, no faltan quienes en la intuición escuchan hablar al inconsciente.
› Por Moira Soto
Intuiciones, percepciones,
corazonadas, vibraciones, presentimientos, visiones, feeling...: he aquí
las denominaciones más comunes que suele recibir ese famoso sexto
sentido asociado al conocimiento directo, inmediato, instantáneo,
que la tradición adjudica principalmente a las mujeres. Intuición
femenina, responde una, así a secas y sin necesidad de mayores
explicaciones cuando, frente a determinada circunstancia, adivina
algo espontáneamente, sin razonamiento previo y en apariencia sin elementos
concretos para llegar a esa conclusión. Las mujeres tienen presentimientos
cuya precisión se acerca al prodigio, decía Balzac confirmando
la opinión generalizada acerca de esta presunta habilidad femenina de
captar y descifrar mensajes del inconsciente que, sin embargo, puede ser cultivada
por los varones y de hecho es un recurso para escritoras/es, poetas y artistas
de todos los campos. Según otro literato francés, Raymond Radiguet,
los verdaderos presentimientos se forman en profundidades que nuestro
espíritu no puede visitar. Por eso, entonces, si se desea acceder
a esa forma de conocimiento vital y enriquecedora, sería bueno desmalezar
el camino, como dirá más adelante la psicoterapeuta Susana
García.
Perdón, fue un impulso, dice una mujer en medio de una reunión,
tapándose la boca en un acto reflejo, después de completar la
frase de alguien que está hablando mediante una información precisa,
que la susodicha jura que no conocía y que brotó automáticamente
de su boca. Esta dama acaba de tener una intuición, sin duda la forma
más secreta y sofisticada de captar y procesar una información
que se posee sin saberlo a nivel consciente. No por nada intuición viene
del latín intuitio, intueri, esto es, mirar atentamente. Y las mujeres,
por haber estado relegadas a un segundo plano social, llevan siglos prestando
atención a las más diversas comunicaciones, desentrañando
el sentido de expresiones faciales, de gestos corporales, de tonos de voz. En
otras palabras, queellas se han especializado en la observación sutil,
en la deducción veloz. De lo que debería deducirse que la tan
mentada intuición femenina, habitualmente no tiene nada de adivinación
o clarividencia propiamente dichas, dicho esto sin descartar la existencia de
las brujas de diversa estirpe y aptitudes en las que muchos no creen. Pero que
las hay, las hay...
En lo que concierne concretamente a la intuición, un grupo de psicólogos
norteamericanos realizó en los 80 un estudio cuyas conclusiones
se publicaron en la revista New Society. Una de las conclusiones finales, luego
de medir la capacidad de ambos sexos, fue que la comunicación no verbal
es casi exclusiva de las mujeres (que en un 75 por ciento se revelaron superiores
a los hombres). Algunos científicos opinaron que esa habilidad podía
ser de origen genético y estar vinculada a la evolución de la
especie. De este modo, nuestras remotas antepasadas, al saber leer los signos
del peligro (enfermedades, amenaza exterior) podían contribuir eficazmente
a la preservación de la vida. En fin, que en el terreno de los pálpitos,
las corazonadas y anche premoniciones, nuestra ventaja existe y lo que no está
del todo aclarado es si es adquirida o congénita. Algunos estudiosos,
como Roger Sperry, han trabajado con los hemisferios cerebrales (uno a cargo
de tareas verbales y lógicas, el otro ocupado por los sentimientos, la
imaginación, y orientado hacia las percepciones) conectados por una capa
de fibras nerviosas a través de las cuales se orientan los mensaje de
un lado al otro. Y todo parece indicar que, en la mente de las mujeres, los
pensamientos saltan más libremente, con más rapidez de ida y vuelta,
de un hemisferio a otro. Más aún, a diferencia de ellos, ellas
suelen usar los dos lados del cerebro simultáneamente, lo que las llevaría
a captar mayor cantidad de datos, indicios, mensajes que en algún momento
debidamente procesados, eclosionan en esos impulsos fuera de control que sorprenden
e inquietan a los hombres, en el fondo siempre sospechando no sin alguna
razón que tenemos algo de brujas, hechiceras, magas...
Precisamente, todas las categorías de brujas buenas, malas, lindas,
feas, jóvenes, viejas, cultoras de magia blanca, negra, roja, etc.
han poblado el género fantástico en la literatura, el cine, la
TV. Desde la deliciosa comedia Me casé con una bruja de René Clair
con la pícara Veronica Lake, a las hechiceras a su pesar Nicole Kidman
y Sandra Bullock en Hechizo de amor, sin olvidar a aquellas tres chicas con
poderes sobrenaturales Michelle Pfeiffer, Cher y Susan Sarandon
que se las veían con el diablillo Jack Nicholson en Las brujas de Eastwick.
Al público masivo le atraen particularmente estas ficciones ligadas a
la magia, lo misterioso, lo sobrenatural, de ahí el suceso arrollador
de films más serios que los antes citados, como Sexto sentido, con Bruce
Willis. Entre los estrenos de los últimos años merece ser citado
Premonición, realización de Sam Raimi protagonizada por la talentosa
Cate Blanchett en el rol de un ama de casa viuda con poderes telepáticos.
Para los vecinos, ella cumple funciones de psicóloga con rasgos de asistente
social, y finalmente termina colaborando con la policía (como tantos
parapsicólogos en la vida real, que además son consultados por
políticos y, sobre todo, por la gente de la farándula).
La intuición se relaciona tanto con la inspiración artística
(y/o científica) como con la profetización. San Juan de la Cruz,
poeta mayor, habló así de esa zona misteriosa: entreme donde
no supe, y remite a la intuición cuando se refiere a el espíritu
dotado de un entender no entendido. Es decir, la iluminación, esa
forma de conocimiento que Plotino, en el siglo II, ponía a la par de
la opinión y la ciencia (el filósofo griego se refería
a aprehender lo infinito por una facultad superior a la razón).
¿Y cómo dejar afuera en esta nota sobre el sexto sentido a las
chicas sibilinas del Olimpo, antecedente directo de las muy requeridas videntes
de hoy en día? Si hasta algún adivino varón, Tiresias,
fue mujer durantealgún tiempo... Pero la mayoría de las trabajadoras
del rubro eran damas: las Trías, para empezar, hijas de Zeus, premiadas
con vasijas de miel por sus acertadas predicciones; la pobre Casandra, que por
no cumplirle a Apolo se quedó con el don de la profecía pero sin
la posibilidad de persuadir sobre lo que anunciaba. La Sibila, por su lado,
dio origen al nombre genérico de sus pares, entre las que se encontraban
Herófila, Eritras y Amaltea, muy conocidas y estimadas en aquellos tiempos
olímpicos.
Despejar
los caminos
Susana
García, psicoterapeuta gestáltica, forma parte de un conjunto
de terapeutas coordinados por Kita Ca y Elsa Lanza, que trabajan en la Casa
de Floresta con grupos mixtos y femeninos. Precisamente estos últimos
están a cargo de Paula Prada y García desde hace siete años.
Con motivo de tu llamada, ayer estuve reflexionando sobre cómo
llegué a esta forma de trabajo, y fue interesante hacer ese recorrido:
yo perdí a mi madre muy joven, y a su vez mi madre también había
perdido a la suya muy joven. Esto hizo que iniciara mi vida desde una cierta
crudeza, aclara Susana García. Es decir, salí medio
cruda del horno... Realmente fue la intuición la que me guió en
esa orfandad. Pero hubo un punto fundamental que es el que nosotras trabajamos
en los grupos: concebimos la intuición como una visión o una voz
interior, como una sensación de las entrañas. Porque muchas personas
conectan más desde lo visual; otras desde el oído, escuchan una
voz; y otras, desde una sensación propia de las entrañas, que
no tiene imagen ni voz, pero es muy precisa. También hay personas que
tienen estos tres registros de manera simultánea o alternada.
Susana García señala algo que coincide con el saber popular: Si
bien esta voz está en todos los seres humanos, se da una mayor presencia
en las mujeres. ¿Qué significa esto? Que las mujeres tenemos una
posibilidad mayor de contacto con esa visión interna. Desde luego estoy
hablando desde nuestra cultura, porque esto no es igual en todas las culturas.
En la nuestra, los hombres están más alejados de esa voz, y a
veces es en su vínculo con las mujeres que la recuperan o pueden aprender
a escucharla. En parte, entonces es por una cuestión cultural que en
Occidente hemos venido afinando la intuición las mujeres. Pero si pensamos
en un indio americano, veremos que su contacto con su propio interior fue mucho
más profundo. Ciertas formas de intuición tienen que ver con la
relación con la naturaleza y con los propios ritmos orgánicos.
Para la psicoterapeuta García el ejercicio de la maternidad no es para
nada ajeno al desarrollo de estas percepciones: Una cosa maravillosa que
no podía creer cuando me la contaban y vivencié cuando nacieron
mis hijos, fue que yo me despertaba en la noche y recién al minuto empezaba
el primer sonido de la voz del bebé. Es decir, me despertaba cuando el
bebé aún dormía. Yo tenía miedo de no escucharlo
porque siempre fui muy dormilona, pero estaba tan conectada que era como que
nos despertábamos al mismo tiempo, yo unos segundos antes.
De todos modos, apunta Susana García, si observamos a los hombres -científicos,
artistas no puede decirse que no hay una intuición masculina, porque
muchas veces ellos acceden al descubrimiento, a la creatividad, al conocimiento
a través de un primer impulso que es intuitivo. Y hay un segundo
en el que el conocimiento se organiza desde lo racional. En el caso de la poesía,
aunque luego se trabajen los versos, la intuición se manifiesta a veces
en forma bastante acabada, y misteriosa por supuesto. Un misterio que percibe
el lector y aún sin desentrañarlo del todo, crea un vínculo
más allá de lo racional. En los cineastas también ocurre
esto pero con imágenes que se apoderan de ellos. Jung habla de lo que
significa la mujer interior en el hombre, como ese aspecto femenino interno
desde donde brota la intuición. No es casual que cuando se habla de inspiración
se menciona a la musa. En la Casa de Floresta, Susana García y
Paula Prada trabajan con el grupo te diría como para desmalezar
y preparar a la persona para que pueda tomar contacto con esta voz, con estas
imágenes internas. Esta tarea es especialmente necesaria en este momento
por la gran confusión en que se vive. Básicamente, las personas
llegan a la terapia, me refiero ahora al grupo de mujeres, con una gran confusión,
por ejemplo, entre deseos y necesidades. Ya ni siquiera podemos hablar de la
sabiduría corporal, porque sufre de necesidades provocadas artificialmente.
Así es que el contacto con esta voz interior está lleno de obstáculos,
bastante impedido. Y nuestra tarea sería preparar la tierra para que
brote la intuición. Claro que cada persona tiene que asumir la responsabilidad
de este cambio, aceptar su momento actual y los recursos con que cuenta, salir
de una irrealidad y reconocer lo que se tiene realmente. Es muy importante salir
de la negación para poder conectar en la intuición, sacarnos la
venda de los ojos.
Otro punto que García y Prada trabajan mucho con las mujeres porque lo
consideran decisivo, es sanar el resentimiento: A veces la persona llega
con una herida abierta, y ese dolor impide el contacto, por lo que hay transformar
esas heridas en cicatrices, valorar el sentido de lo que nos ha pasado como
pruebas y que nos van templando. Poder salir de esa aridez y conectar con nuestras
verdaderas necesidades. Aprender a decir que no. Para que esta visión,
o esta voz, o esta sensación pueda tomar cuerpo y forma, hacen falta
coraje y fuerza interior. Sin embargo, no siempre ciertos presentimientos
merecen ser estimulados: Hay personas muy sensibles que tienden a ser
un poco paranoicas, perciben signos negativos muy a menudo. Pero ahí
no se trata de intuiciones sino de ideas alimentadas en la mente. Hay un maestro
hindú, Osho, que dice que el miedo es de la mente, y el coraje del corazón.
Vos fijate que esta visión interior, esta voz, esta sensación,
nos empuja a lo nuevo, a lo desconocido, al acto creativo, a sorprendernos con
lo que nosotros mismos podemos generar. Nosotros tenemos un estilo de trabajo
mediante el cual el grupo trabaja mucho en autogestión, la figura del
terapeuta sería alguien que brinda el espacio, cuida la ley para que
el espacio se preserve y continúe, para que la experiencia no se vaya
de madre. Pero creemos en la inteligencia del grupo, ahí se ve claramente
cómo cuando las personas se salen de su cliché, de su discurso
habitual, aparece en ellas el hecho creativo.
Dice Susana García: Muchas veces en los sueños recibimos
un mensaje que puede ser poético, metafísico. Y ocurre que se
quiere comprender ese sueño, y no es el caso porque el vínculo
con el sueño es como el que se da con un poema. Hay algo que es como
una trasmisión de un conocimiento directo, que el solo recordarlo produce
un cambio, sin necesidad de aprehenderlo racionalmente. También vale
señalar que hay horas donde se presenta la intuición con más
claridad: esto depende de las personas, de sus ciclos y ritmos. Hay personas
más nocturnas, otras cuya conciencia mayor la tienen cuando se levantan.
Lo ideal es que los distintos modos de conocimiento estén alineados:
pensamiento, sensación, sentimiento e intuición. No es algo de
lo que podamos privarnos, prescindir, si queremos rendir nuestro potencial.
¿Esa afinación de la intuición es la que explica que hay
mujeres videntes ligadas a la astrología científica, a la lectura
de las manos y actividades afines? Ya en la biología femenina,
en el cuerpo de la mujer hay un determinante: somos seres cíclicos, en
cada mes vivimos una trama ligada a la tierra, a la naturaleza. Por más
que estemos en el asfalto, en la ciudad y no tengamos idea qué luna hay
en el cielo esta semana, en nuestro interior, en nuestro organismo está
ese conocimiento. Entonces, afuera puede haber una gran confusión, comemos
a cualquier hora, la luz artificial nos hace olvidar que es de noche, sufrimos
distintas alteraciones... Pero aun así, internamente esa trama sigue
viva. Entonces, este aspecto de nuestra biología es determinante. Nuestra
sensibilidadcambia durante el embarazo, en los distintos momentos del ciclo
menstrual. Esas diferencias muchas veces no son escuchadas, respetadas. A menudo,
durante el período hay una necesidad introspectiva, como de volverse
para adentro. Y el vértigo de la actividad no permite tomarla en cuenta,
y justamente es un momento muy particular en la mujer, muy creativo, que no
siempre es aprovechado, a veces no se trata de un gran espacio, son unos minutos
en el día, una hora en la noche. Pero es muy importante que esa necesidad
sea respetada. De todos modos no olvidemos que tanto hombre como mujer somos
en realidad, cada uno, una pareja. Entonces cuando hablamos de energía
no nos referimos a algo esotérico.
Femenino
y singular
Una
cosa me interesa subrayar de antemano: nosotros, en el psicoanálisis
hacemos una diferencia entre hombres, mujeres y femenino, dice Germán
García, psicoanalista: Es decir, que la feminidad, ya desde la
famosa bisexualidad de Freud, no aparece como una propiedad identificable a
un género, ni tampoco como un elemento asible a algo determinado. La
noción misma de feminidad es parecida a la de Eros, que no es la sexualidad
exactamente, ni es el amor. Uno de los últimos textos de Freud concluye
diciendo que tanto los análisis de las mujeres como los de los hombres
se estrellan frente a la feminidad...
Lacan ha tratado de pensar algo que se puede definir en propiedades semánticas,
señala Germán García: Por ejemplo, se puede hacer
una lista de oposiciones, de rasgos adjudicables o adjudicados sucesivamente
en la Historia a hombres y a mujeres, se pueden cruzar todos esos rasgos y finalmente
funcionan. Se puede decir: Las mujeres tienen esta percepción directa
porque están más conectadas con el mundo cotidiano, etc., mientras
que los tipos son unos lógicos, razonadores, etc. Pero si se toman distintas
épocas y lugares, se verá que esos rasgos son intercambiables.
Resulta difícil, en consecuencia, decir en qué momento o a propósito
de qué se afirma que hay mayor relación de las mujeres y la intuición.
Freud, al pasar, dice por ahí: Las mujeres con su fina percepción
del inconsciente. Y me parece que se refiere a otra cosa que podría considerarse
más actual, más de nuestra época, que es la idea de, en
vez de oponer intuición a razonamiento o cálculo, oponer lo singular
a lo universal. Entonces, cuando Freud dice esa frase sobre las mujeres se está
refiriendo a que el inconsciente es algo que habla en singular, que no se puede
meter en una regla general.
Y ahí sí prosigue García, uno podría
empezar a imaginarse rasgos: cada varón querría entrar en lo que
se suele llamar las universales de la ley, ser un hombre como todos. Y no se
puede decir lo mismo de las mujeres. Recuerdo que cuando yo era chico, en una
oportunidad a mi madre, una mujer común, le pareció terrible que
no sé cuál princesa, creo que Soraya, hubiese ido a una fiesta
en donde había otra mujer con un vestido igual al suyo... Mi madre podía
andar todo el día en batón, sólo se vestía en ocasiones
especiales, pero no podía aceptar que le hubiese ocurrido ese episodio
a Soraya... De este modo, ese deseo de tener un rasgo personal, de singularizarse,
el famoso no sé qué, se parecería, tiene algo que ver.
Sería congruente con el hecho de que los tipos han inventado la filosofía,
que es una construcción de sistemas; y que las mujeres hayan sido cultivadoras
del lenguaje, de la literatura y la poesía, incluso del tema del amor
cortés... Así, tendría más sentido decir que la
poesía, la novela, las profetisas, etc. están más relacionadas
con la intuición. Lo que la lógica de Charles Peirce llama abducción,
que es un conocimiento inmediato, en diagonal, que no pasa por el razonamiento.
Y que en el psicoanálisis tiene mucha importancia porque lo que diría
un psicoanalista es que uno primero decide y después argumenta, que nunca
lo que uno hace es el producto de su argumentación puesto que hay como
una decisión primera. Incluso las matemáticas intuicionistas afirman
que no hace falta ninguna experiencia externa para descubrir leyes matemáticas,
que elfuncionamiento del cerebro es congruente con el funcionamiento matemático.
Esta creencia en la intuición femenina, esa asociación estrecha
entre la feminidad y la intuición sería otro nombre a darle al
hecho de que una mujer puede captar de manera singular algo en el hombre, que
él a su vez no puede atrapar mediante su propio razonamiento.
Germán García comenta que la escritora española Carmen
Martín Gaite tiene un libro que él ha recomendado mucho, Usos
y costumbres amorosos en la España del siglo XVII al XVIII. Ella
dice una cosa que me parece extraordinaria: que los conquistadores que venían
a América, y en la lucha de los viajes interminables y la pelea con los
indios y demás, forjaban un lenguaje. De pronto, inventaban un nuevo
tipo de arma y la llamaban, por ejemplo, broncíneo. Y las mujeres en
los salones volvían ridículo este vocabulario porque lo usaban,
por caso, para designar un peinado. Y Carmen Martín Gaite sostiene que
si existe un vocabulario femenino y uno masculino, es porque hay una tendencia
inconsciente por parte de los hombres a abandonar el lenguaje del cual, a su
vez también inconscientemente, las mujeres se apropian. Entre nosotros,
la palabra regio, que una mujer puede decir aplicándola a un vestido,
un coche, un tipo no la usa. No es que se lo proponga, simplemente no la usa.
¿En qué condiciones la intuición se promueve más
en un sexo que en otro?, se pregunta Germán García. Tomemos
en caso de Santa Teresa, que era muy lectora, pero no quedaba bien que lo dijera.
Entonces, se inventaba cuentos: es como si una voz me hubiese dicho... Bueno,
en realidad, había estado leyendo a San Juan, la Biblia, Santo Tomás
de Aquino... Lacan lo dice muy bien: lo difícil de hacer discursos sobre
la mujer es que la imagen que una mujer tiene de sí no es indiferente
a la imagen que una sociedad tiene de lo que es una mujer. Es decir, plantea
una especie de construcción camaleónica, según la cual
el objeto observado se hace a la expectativa del observador.
¿En qué momento entonces, como dicen algunas feministas, aparece
la astucia del débil? ¿En qué momento las mujeres aceptan
que se les impute la intuición y no les parece un insulto sino más
bien un elogio? Yo creo que en esto de adjudicarle a un sexo o a otro
la intuición, ahí se entra en una variable de construcción
cultural. Habrá que ver hasta qué punto tiene que ver con una
relación de dominio en este sentido: si yo dependo de alguien, me conviene
mucho conocerle sus hábitos, desarrollar el mayor conocimiento sobre
el otro. Un ejemplo: tenemos el mito de Einstein o cualquiera de estos sabios
que se entretenían solos: uno de ellos te podría preguntar ¿qué
tienen de interesante los otros para pasarse la vida desarrollando maneras de
intuirlos? Me parece que conviene deslizar la idea de una retórica de
la intuición: la asociación de esta forma de conocimiento a un
género o a otro depende de situaciones interactivas entre ambos.
El psicoanalista opina que la cuestión de las adivinas y afines es más
fácilmente explicable por el lado de la identificación: Es
decir, si uno sabe identificar las expectativas de una persona, le resulta bastante
fácil decir algo con lo cual esa persona pueda consentir. Esa tradición
de que las gitanas son adivinas se puede explicar en tanto son gente de un pueblo
nómade, tienen identificaciones propias muy firmes y pueden ver más
fácilmente las identificaciones de otros.
Hegel tiene una descripción muy buena, concluye García.
Dice que los tipos se dedican a la construcción del Estado, pero
que esta construcción debe tener en el medio la familia. Y la familia,
dice, para poder sostenerse reprime en su seno a la mujer y la sustrae a su
realización en la vida pública. Pero la mujer se venga quitándole
a ese aparato el soporte, la base misma está hablando de la comedia
burguesa, los engaños y de esta manera, reflexiona Hegel, mirá
qué linda frase: las mujeres se convierten en la ironía de la
comunidad. O sea, lo que debería ser el soporte de una máquina
perfecta, se resiste. En suma, la mujer está esperando que pase un enemigo
para irse con él, como en Hiroshima, monamour, sea alemán o japonés.
Una película muy buena hecha para demostrar que el hombre más
imprescindible puede ser cambiado por el primer japonés que pase por
ahí.
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