Vie 05.04.2002
las12

6to SENTIDO

La intuición –y sus derivados, como el presentimiento o la corazonada– se asocia siempre con las mujeres, porque ella misma es femenina. Pero nada concluyente, salvo la pura intuición, indica que es un atributo del que carezcan los hombres. Hay opiniones encontradas: para algunos, es producto del contacto sutil con la realidad que las mujeres aprendieron a tener al estarles vedado otro tipo de contacto más directo. Para otros, se trata de una marca biológica. Finalmente, por supuesto, no faltan quienes en la intuición escuchan hablar al inconsciente.

› Por Moira Soto

Tengo buenas intuiciones
Y apelo a ellas
para que me lleven de viaje
(...)
La intuición me lleva allá,
la intuición me lleva a donde quiera
(...)
Tengo mi instinto bien desarrollado
tuve que aprender a hacerlo
para sobrevivir,
y una y otra vez confirmé
la vieja sospecha
de que es muy bueno estar vivo
(De la canción “Intuición”, de John Lennon)

 

Intuiciones, percepciones, corazonadas, vibraciones, presentimientos, visiones, feeling...: he aquí las denominaciones más comunes que suele recibir ese famoso “sexto sentido” asociado al conocimiento directo, inmediato, instantáneo, que la tradición adjudica principalmente a las mujeres. “Intuición femenina”, responde una, así a secas y sin necesidad de mayores explicaciones cuando, frente a determinada circunstancia, “adivina” algo espontáneamente, sin razonamiento previo y en apariencia sin elementos concretos para llegar a esa conclusión. “Las mujeres tienen presentimientos cuya precisión se acerca al prodigio”, decía Balzac confirmando la opinión generalizada acerca de esta presunta habilidad femenina de captar y descifrar mensajes del inconsciente que, sin embargo, puede ser cultivada por los varones y de hecho es un recurso para escritoras/es, poetas y artistas de todos los campos. Según otro literato francés, Raymond Radiguet, “los verdaderos presentimientos se forman en profundidades que nuestro espíritu no puede visitar”. Por eso, entonces, si se desea acceder a esa forma de conocimiento vital y enriquecedora, sería bueno “desmalezar el camino”, como dirá más adelante la psicoterapeuta Susana García.
“Perdón, fue un impulso”, dice una mujer en medio de una reunión, tapándose la boca en un acto reflejo, después de completar la frase de alguien que está hablando mediante una información precisa, que la susodicha jura que no conocía y que brotó automáticamente de su boca. Esta dama acaba de tener una intuición, sin duda la forma más secreta y sofisticada de captar y procesar una información que se posee sin saberlo a nivel consciente. No por nada intuición viene del latín intuitio, intueri, esto es, mirar atentamente. Y las mujeres, por haber estado relegadas a un segundo plano social, llevan siglos prestando atención a las más diversas comunicaciones, desentrañando el sentido de expresiones faciales, de gestos corporales, de tonos de voz. En otras palabras, queellas se han especializado en la observación sutil, en la deducción veloz. De lo que debería deducirse que la tan mentada intuición femenina, habitualmente no tiene nada de adivinación o clarividencia propiamente dichas, dicho esto sin descartar la existencia de las brujas de diversa estirpe y aptitudes en las que muchos no creen. Pero que las hay, las hay...
En lo que concierne concretamente a la intuición, un grupo de psicólogos norteamericanos realizó en los ‘80 un estudio cuyas conclusiones se publicaron en la revista New Society. Una de las conclusiones finales, luego de medir la capacidad de ambos sexos, fue que la comunicación no verbal es casi exclusiva de las mujeres (que en un 75 por ciento se revelaron superiores a los hombres). Algunos científicos opinaron que esa habilidad podía ser de origen genético y estar vinculada a la evolución de la especie. De este modo, nuestras remotas antepasadas, al saber leer los signos del peligro (enfermedades, amenaza exterior) podían contribuir eficazmente a la preservación de la vida. En fin, que en el terreno de los pálpitos, las corazonadas y anche premoniciones, nuestra ventaja existe y lo que no está del todo aclarado es si es adquirida o congénita. Algunos estudiosos, como Roger Sperry, han trabajado con los hemisferios cerebrales (uno a cargo de tareas verbales y lógicas, el otro ocupado por los sentimientos, la imaginación, y orientado hacia las percepciones) conectados por una capa de fibras nerviosas a través de las cuales se orientan los mensaje de un lado al otro. Y todo parece indicar que, en la mente de las mujeres, los pensamientos saltan más libremente, con más rapidez de ida y vuelta, de un hemisferio a otro. Más aún, a diferencia de ellos, ellas suelen usar los dos lados del cerebro simultáneamente, lo que las llevaría a captar mayor cantidad de datos, indicios, mensajes que en algún momento debidamente procesados, eclosionan en esos impulsos fuera de control que sorprenden e inquietan a los hombres, en el fondo siempre sospechando –no sin alguna razón– que tenemos algo de brujas, hechiceras, magas...
Precisamente, todas las categorías de brujas –buenas, malas, lindas, feas, jóvenes, viejas, cultoras de magia blanca, negra, roja, etc.– han poblado el género fantástico en la literatura, el cine, la TV. Desde la deliciosa comedia Me casé con una bruja de René Clair con la pícara Veronica Lake, a las hechiceras a su pesar Nicole Kidman y Sandra Bullock en Hechizo de amor, sin olvidar a aquellas tres chicas con poderes sobrenaturales —Michelle Pfeiffer, Cher y Susan Sarandon– que se las veían con el diablillo Jack Nicholson en Las brujas de Eastwick. Al público masivo le atraen particularmente estas ficciones ligadas a la magia, lo misterioso, lo sobrenatural, de ahí el suceso arrollador de films más serios que los antes citados, como Sexto sentido, con Bruce Willis. Entre los estrenos de los últimos años merece ser citado Premonición, realización de Sam Raimi protagonizada por la talentosa Cate Blanchett en el rol de un ama de casa viuda con poderes telepáticos. Para los vecinos, ella cumple funciones de psicóloga con rasgos de asistente social, y finalmente termina colaborando con la policía (como tantos parapsicólogos en la vida real, que además son consultados por políticos y, sobre todo, por la gente de la farándula).
La intuición se relaciona tanto con la inspiración artística (y/o científica) como con la profetización. San Juan de la Cruz, poeta mayor, habló así de esa zona misteriosa: “entreme donde no supe”, y remite a la intuición cuando se refiere a “el espíritu dotado de un entender no entendido”. Es decir, la iluminación, esa forma de conocimiento que Plotino, en el siglo II, ponía a la par de la opinión y la ciencia (el filósofo griego se refería a “aprehender lo infinito por una facultad superior a la razón”).
¿Y cómo dejar afuera en esta nota sobre el sexto sentido a las chicas sibilinas del Olimpo, antecedente directo de las muy requeridas videntes de hoy en día? Si hasta algún adivino varón, Tiresias, fue mujer durantealgún tiempo... Pero la mayoría de las trabajadoras del rubro eran damas: las Trías, para empezar, hijas de Zeus, premiadas con vasijas de miel por sus acertadas predicciones; la pobre Casandra, que por no cumplirle a Apolo se quedó con el don de la profecía pero sin la posibilidad de persuadir sobre lo que anunciaba. La Sibila, por su lado, dio origen al nombre genérico de sus pares, entre las que se encontraban Herófila, Eritras y Amaltea, muy conocidas y estimadas en aquellos tiempos olímpicos.

Despejar los caminos
Susana García, psicoterapeuta gestáltica, forma parte de un conjunto de terapeutas coordinados por Kita Ca y Elsa Lanza, que trabajan en la Casa de Floresta con grupos mixtos y femeninos. Precisamente estos últimos están a cargo de Paula Prada y García desde hace siete años. “Con motivo de tu llamada, ayer estuve reflexionando sobre cómo llegué a esta forma de trabajo, y fue interesante hacer ese recorrido: yo perdí a mi madre muy joven, y a su vez mi madre también había perdido a la suya muy joven. Esto hizo que iniciara mi vida desde una cierta crudeza”, aclara Susana García. “Es decir, salí medio cruda del horno... Realmente fue la intuición la que me guió en esa orfandad. Pero hubo un punto fundamental que es el que nosotras trabajamos en los grupos: concebimos la intuición como una visión o una voz interior, como una sensación de las entrañas. Porque muchas personas conectan más desde lo visual; otras desde el oído, escuchan una voz; y otras, desde una sensación propia de las entrañas, que no tiene imagen ni voz, pero es muy precisa. También hay personas que tienen estos tres registros de manera simultánea o alternada.”
Susana García señala algo que coincide con el saber popular: “Si bien esta voz está en todos los seres humanos, se da una mayor presencia en las mujeres. ¿Qué significa esto? Que las mujeres tenemos una posibilidad mayor de contacto con esa visión interna. Desde luego estoy hablando desde nuestra cultura, porque esto no es igual en todas las culturas. En la nuestra, los hombres están más alejados de esa voz, y a veces es en su vínculo con las mujeres que la recuperan o pueden aprender a escucharla. En parte, entonces es por una cuestión cultural que en Occidente hemos venido afinando la intuición las mujeres. Pero si pensamos en un indio americano, veremos que su contacto con su propio interior fue mucho más profundo. Ciertas formas de intuición tienen que ver con la relación con la naturaleza y con los propios ritmos orgánicos”.
Para la psicoterapeuta García el ejercicio de la maternidad no es para nada ajeno al desarrollo de estas percepciones: “Una cosa maravillosa que no podía creer cuando me la contaban y vivencié cuando nacieron mis hijos, fue que yo me despertaba en la noche y recién al minuto empezaba el primer sonido de la voz del bebé. Es decir, me despertaba cuando el bebé aún dormía. Yo tenía miedo de no escucharlo porque siempre fui muy dormilona, pero estaba tan conectada que era como que nos despertábamos al mismo tiempo, yo unos segundos antes”.
De todos modos, apunta Susana García, si observamos a los hombres -científicos, artistas– no puede decirse que no hay una intuición masculina, porque muchas veces ellos acceden al descubrimiento, a la creatividad, al conocimiento a través de un primer impulso que es intuitivo. “Y hay un segundo en el que el conocimiento se organiza desde lo racional. En el caso de la poesía, aunque luego se trabajen los versos, la intuición se manifiesta a veces en forma bastante acabada, y misteriosa por supuesto. Un misterio que percibe el lector y aún sin desentrañarlo del todo, crea un vínculo más allá de lo racional. En los cineastas también ocurre esto pero con imágenes que se apoderan de ellos. Jung habla de lo que significa la mujer interior en el hombre, como ese aspecto femenino interno desde donde brota la intuición. No es casual que cuando se habla de inspiración se menciona a la musa.” En la Casa de Floresta, Susana García y Paula Prada trabajan con el grupo “te diría como para desmalezar y preparar a la persona para que pueda tomar contacto con esta voz, con estas imágenes internas. Esta tarea es especialmente necesaria en este momento por la gran confusión en que se vive. Básicamente, las personas llegan a la terapia, me refiero ahora al grupo de mujeres, con una gran confusión, por ejemplo, entre deseos y necesidades. Ya ni siquiera podemos hablar de la sabiduría corporal, porque sufre de necesidades provocadas artificialmente. Así es que el contacto con esta voz interior está lleno de obstáculos, bastante impedido. Y nuestra tarea sería preparar la tierra para que brote la intuición. Claro que cada persona tiene que asumir la responsabilidad de este cambio, aceptar su momento actual y los recursos con que cuenta, salir de una irrealidad y reconocer lo que se tiene realmente. Es muy importante salir de la negación para poder conectar en la intuición, sacarnos la venda de los ojos”.
Otro punto que García y Prada trabajan mucho con las mujeres porque lo consideran decisivo, es sanar el resentimiento: “A veces la persona llega con una herida abierta, y ese dolor impide el contacto, por lo que hay transformar esas heridas en cicatrices, valorar el sentido de lo que nos ha pasado como pruebas y que nos van templando. Poder salir de esa aridez y conectar con nuestras verdaderas necesidades. Aprender a decir que no. Para que esta visión, o esta voz, o esta sensación pueda tomar cuerpo y forma, hacen falta coraje y fuerza interior”. Sin embargo, no siempre ciertos presentimientos merecen ser estimulados: “Hay personas muy sensibles que tienden a ser un poco paranoicas, perciben signos negativos muy a menudo. Pero ahí no se trata de intuiciones sino de ideas alimentadas en la mente. Hay un maestro hindú, Osho, que dice que el miedo es de la mente, y el coraje del corazón. Vos fijate que esta visión interior, esta voz, esta sensación, nos empuja a lo nuevo, a lo desconocido, al acto creativo, a sorprendernos con lo que nosotros mismos podemos generar. Nosotros tenemos un estilo de trabajo mediante el cual el grupo trabaja mucho en autogestión, la figura del terapeuta sería alguien que brinda el espacio, cuida la ley para que el espacio se preserve y continúe, para que la experiencia no se vaya de madre. Pero creemos en la inteligencia del grupo, ahí se ve claramente cómo cuando las personas se salen de su cliché, de su discurso habitual, aparece en ellas el hecho creativo”.
Dice Susana García: “Muchas veces en los sueños recibimos un mensaje que puede ser poético, metafísico. Y ocurre que se quiere comprender ese sueño, y no es el caso porque el vínculo con el sueño es como el que se da con un poema. Hay algo que es como una trasmisión de un conocimiento directo, que el solo recordarlo produce un cambio, sin necesidad de aprehenderlo racionalmente. También vale señalar que hay horas donde se presenta la intuición con más claridad: esto depende de las personas, de sus ciclos y ritmos. Hay personas más nocturnas, otras cuya conciencia mayor la tienen cuando se levantan. Lo ideal es que los distintos modos de conocimiento estén alineados: pensamiento, sensación, sentimiento e intuición. No es algo de lo que podamos privarnos, prescindir, si queremos rendir nuestro potencial”.
¿Esa afinación de la intuición es la que explica que hay mujeres videntes ligadas a la astrología científica, a la lectura de las manos y actividades afines? “Ya en la biología femenina, en el cuerpo de la mujer hay un determinante: somos seres cíclicos, en cada mes vivimos una trama ligada a la tierra, a la naturaleza. Por más que estemos en el asfalto, en la ciudad y no tengamos idea qué luna hay en el cielo esta semana, en nuestro interior, en nuestro organismo está ese conocimiento. Entonces, afuera puede haber una gran confusión, comemos a cualquier hora, la luz artificial nos hace olvidar que es de noche, sufrimos distintas alteraciones... Pero aun así, internamente esa trama sigue viva. Entonces, este aspecto de nuestra biología es determinante. Nuestra sensibilidadcambia durante el embarazo, en los distintos momentos del ciclo menstrual. Esas diferencias muchas veces no son escuchadas, respetadas. A menudo, durante el período hay una necesidad introspectiva, como de volverse para adentro. Y el vértigo de la actividad no permite tomarla en cuenta, y justamente es un momento muy particular en la mujer, muy creativo, que no siempre es aprovechado, a veces no se trata de un gran espacio, son unos minutos en el día, una hora en la noche. Pero es muy importante que esa necesidad sea respetada. De todos modos no olvidemos que tanto hombre como mujer somos en realidad, cada uno, una pareja. Entonces cuando hablamos de energía no nos referimos a algo esotérico.”

Femenino y singular
“Una cosa me interesa subrayar de antemano: nosotros, en el psicoanálisis hacemos una diferencia entre hombres, mujeres y femenino”, dice Germán García, psicoanalista: “Es decir, que la feminidad, ya desde la famosa bisexualidad de Freud, no aparece como una propiedad identificable a un género, ni tampoco como un elemento asible a algo determinado. La noción misma de feminidad es parecida a la de Eros, que no es la sexualidad exactamente, ni es el amor. Uno de los últimos textos de Freud concluye diciendo que tanto los análisis de las mujeres como los de los hombres se estrellan frente a la feminidad...”
Lacan ha tratado de pensar algo que se puede definir en propiedades semánticas, señala Germán García: “Por ejemplo, se puede hacer una lista de oposiciones, de rasgos adjudicables o adjudicados sucesivamente en la Historia a hombres y a mujeres, se pueden cruzar todos esos rasgos y finalmente funcionan. Se puede decir: Las mujeres tienen esta percepción directa porque están más conectadas con el mundo cotidiano, etc., mientras que los tipos son unos lógicos, razonadores, etc. Pero si se toman distintas épocas y lugares, se verá que esos rasgos son intercambiables. Resulta difícil, en consecuencia, decir en qué momento o a propósito de qué se afirma que hay mayor relación de las mujeres y la intuición. Freud, al pasar, dice por ahí: Las mujeres con su fina percepción del inconsciente. Y me parece que se refiere a otra cosa que podría considerarse más actual, más de nuestra época, que es la idea de, en vez de oponer intuición a razonamiento o cálculo, oponer lo singular a lo universal. Entonces, cuando Freud dice esa frase sobre las mujeres se está refiriendo a que el inconsciente es algo que habla en singular, que no se puede meter en una regla general”.
“Y ahí sí –prosigue García–, uno podría empezar a imaginarse rasgos: cada varón querría entrar en lo que se suele llamar las universales de la ley, ser un hombre como todos. Y no se puede decir lo mismo de las mujeres. Recuerdo que cuando yo era chico, en una oportunidad a mi madre, una mujer común, le pareció terrible que no sé cuál princesa, creo que Soraya, hubiese ido a una fiesta en donde había otra mujer con un vestido igual al suyo... Mi madre podía andar todo el día en batón, sólo se vestía en ocasiones especiales, pero no podía aceptar que le hubiese ocurrido ese episodio a Soraya... De este modo, ese deseo de tener un rasgo personal, de singularizarse, el famoso no sé qué, se parecería, tiene algo que ver. Sería congruente con el hecho de que los tipos han inventado la filosofía, que es una construcción de sistemas; y que las mujeres hayan sido cultivadoras del lenguaje, de la literatura y la poesía, incluso del tema del amor cortés... Así, tendría más sentido decir que la poesía, la novela, las profetisas, etc. están más relacionadas con la intuición. Lo que la lógica de Charles Peirce llama abducción, que es un conocimiento inmediato, en diagonal, que no pasa por el razonamiento. Y que en el psicoanálisis tiene mucha importancia porque lo que diría un psicoanalista es que uno primero decide y después argumenta, que nunca lo que uno hace es el producto de su argumentación puesto que hay como una decisión primera. Incluso las matemáticas intuicionistas afirman que no hace falta ninguna experiencia externa para descubrir leyes matemáticas, que elfuncionamiento del cerebro es congruente con el funcionamiento matemático. Esta creencia en la intuición femenina, esa asociación estrecha entre la feminidad y la intuición sería otro nombre a darle al hecho de que una mujer puede captar de manera singular algo en el hombre, que él a su vez no puede atrapar mediante su propio razonamiento.”
Germán García comenta que la escritora española Carmen Martín Gaite tiene un libro que él ha recomendado mucho, Usos y costumbres amorosos en la España del siglo XVII al XVIII. “Ella dice una cosa que me parece extraordinaria: que los conquistadores que venían a América, y en la lucha de los viajes interminables y la pelea con los indios y demás, forjaban un lenguaje. De pronto, inventaban un nuevo tipo de arma y la llamaban, por ejemplo, broncíneo. Y las mujeres en los salones volvían ridículo este vocabulario porque lo usaban, por caso, para designar un peinado. Y Carmen Martín Gaite sostiene que si existe un vocabulario femenino y uno masculino, es porque hay una tendencia inconsciente por parte de los hombres a abandonar el lenguaje del cual, a su vez también inconscientemente, las mujeres se apropian. Entre nosotros, la palabra regio, que una mujer puede decir aplicándola a un vestido, un coche, un tipo no la usa. No es que se lo proponga, simplemente no la usa.”
¿En qué condiciones la intuición se promueve más en un sexo que en otro?, se pregunta Germán García. “Tomemos en caso de Santa Teresa, que era muy lectora, pero no quedaba bien que lo dijera. Entonces, se inventaba cuentos: es como si una voz me hubiese dicho... Bueno, en realidad, había estado leyendo a San Juan, la Biblia, Santo Tomás de Aquino... Lacan lo dice muy bien: lo difícil de hacer discursos sobre la mujer es que la imagen que una mujer tiene de sí no es indiferente a la imagen que una sociedad tiene de lo que es una mujer. Es decir, plantea una especie de construcción camaleónica, según la cual el objeto observado se hace a la expectativa del observador.”
¿En qué momento entonces, como dicen algunas feministas, aparece la astucia del débil? ¿En qué momento las mujeres aceptan que se les impute la intuición y no les parece un insulto sino más bien un elogio? “Yo creo que en esto de adjudicarle a un sexo o a otro la intuición, ahí se entra en una variable de construcción cultural. Habrá que ver hasta qué punto tiene que ver con una relación de dominio en este sentido: si yo dependo de alguien, me conviene mucho conocerle sus hábitos, desarrollar el mayor conocimiento sobre el otro. Un ejemplo: tenemos el mito de Einstein o cualquiera de estos sabios que se entretenían solos: uno de ellos te podría preguntar ¿qué tienen de interesante los otros para pasarse la vida desarrollando maneras de intuirlos? Me parece que conviene deslizar la idea de una retórica de la intuición: la asociación de esta forma de conocimiento a un género o a otro depende de situaciones interactivas entre ambos.”
El psicoanalista opina que la cuestión de las adivinas y afines es más fácilmente explicable por el lado de la identificación: “Es decir, si uno sabe identificar las expectativas de una persona, le resulta bastante fácil decir algo con lo cual esa persona pueda consentir. Esa tradición de que las gitanas son adivinas se puede explicar en tanto son gente de un pueblo nómade, tienen identificaciones propias muy firmes y pueden ver más fácilmente las identificaciones de otros”.
“Hegel tiene una descripción muy buena”, concluye García. “Dice que los tipos se dedican a la construcción del Estado, pero que esta construcción debe tener en el medio la familia. Y la familia, dice, para poder sostenerse reprime en su seno a la mujer y la sustrae a su realización en la vida pública. Pero la mujer se venga quitándole a ese aparato el soporte, la base misma –está hablando de la comedia burguesa, los engaños– y de esta manera, reflexiona Hegel, mirá qué linda frase: las mujeres se convierten en la ironía de la comunidad. O sea, lo que debería ser el soporte de una máquina perfecta, se resiste. En suma, la mujer está esperando que pase un enemigo para irse con él, como en Hiroshima, monamour, sea alemán o japonés. Una película muy buena hecha para demostrar que el hombre más imprescindible puede ser cambiado por el primer japonés que pase por ahí.”

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