Vie 24.09.2004
las12

SALUD

Otro peldaño en la escalera

El día internacional por la despenalización del aborto en América latina y el Caribe –28 de septiembre– es una fecha destinada a la búsqueda de estrategias que sirvan para consagrar el derecho de las mujeres a decidir y para poner un límite a la mortalidad de gestantes. En este sentido, vale la pena escuchar las voces de tres médicos que no ocultan su disidencia con los discursos dominantes.

› Por Sandra Chaher

La historia de muchos países demuestra que si las y los médicos luchan junto a las mujeres por la despenalización del aborto, tenemos más posibilidades de llegar a destino. Si en la Argentina contáramos con especialistas capaces de dejarse encarcelar –como en Bélgica–; de organizar rondas de abortos itinerantes –Italia–; o de buscar resquicios de acción dentro de las mismas leyes prohibicionistas –Uruguay–, tendríamos más posibilidades de que la sociedad escuchara nuestras necesidades.
Aquí no podemos decir que los médicos hayan sido aliados históricos. Sin embargo, las voces "disidentes" empiezan a sumarse empujadas por una realidad que deja las gargantas secas. Se sabe que en la Argentina se hacen entre 500 mil y 1 millón de abortos al año; que el aborto es la principal causa de muerte materna –el 31 por ciento–; que se producen 78 mil internaciones al año por complicaciones post-aborto, y que el 20 por ciento de estas mujeres son adolescentes. Las y los médicos ven a estas mujeres. Las reciben en los consultorios sin poder darles respuestas ante un embarazo no deseado, o directamente las revisan cuando llegan con hemorragias o infecciones... si llegan. La realidad, y la impotencia, está empujando la discusión y alejando el miedo.
Mario Sebastiani, presidente de la Asociación Argentina de Ginecología y Obstetricia Psicosomática; Fernando Zingman, clínico pediatra y miembro del Servicio de Adolescencia del Hospital Argerich; y Sandra Vázquez, ginecóloga infanto-juvenil del mismo servicio, son algunos de los especialistas que hacen de su opinión una militancia y que intentan, como hormigas, ir sumando.
–¿Cómo se posiciona cada uno frente a la despenalización?
Sandra Vázquez: –Yo creo que el aborto es una realidad que no podemos negar y que la despenalización sería una buena forma de tomar conciencia de eso.
Fernando Zingman: –La situación actual marca una terrible discriminación entre quienes tienen dinero y quienes no lo tienen con respecto a las posibilidades de informarse sobre cómo hacer un aborto y a la situación concreta de hacerlo. Ninguno de nosotros está a favor del aborto por formación o creencia. Creemos que es una forma de evitar las muertes y daños físicos y psicológicos que se producen. Al despenalizarlo se abrirían puertas de consulta y protección que hoy están cerradas.
Mario Sebastiani: –A mi juicio, el tema tiene tres miradas. Hay una posición contra el aborto, basada sobre la santidad de la vida. Pero después hay dos visiones a favor de la despenalización. Algunos ven eltema desde los derechos de la mujer; hay una corriente de mujeres que dice: "Es mi cuerpo y por lo tanto quiero manejar esta situación según mis conveniencias y posibilidades", y algunos países les han dado este derecho. Y la tercera posición es de salud pública: ¿qué sucede cuando no tengo un aborto seguro? Tengo mortalidad materna y complicaciones del aborto, dos cosas que no tienen los países que lo despenalizaron. En Estados Unidos se estima que la morbilidad por aborto es menor a la de una inyección de penicilina, y cien veces menor a hacer una histerectomía. O sea que, si despenalizo el aborto, a las mujeres les estoy dando todo el conocimiento médico, el mejor arte, la mejor protección y la mejor prevención. Ahora, ¡ojo! Estar a favor de la despenalización del aborto no es estar a favor del aborto. Eso es una patraña muy desjerarquizante. Todos quisiéramos un mundo sin abortos, pero la realidad es otra.
–¿La despenalización debería basarse en el respeto al derecho de las mujeres sobre su cuerpo?
F.Z.: –Que se mueran chicas, ¿es una cuestión de derechos o de salud pública? A veces la medicina tiene como función traducir en números algunas cosas. Para mí, los derechos y la salud van juntos. Pero el origen es claramente el derecho de las mujeres sobre su cuerpo.
S.V.: –Yo estoy de acuerdo. Y agregaría que las mujeres igual ejercemos el derecho sobre nuestro cuerpo, aunque sea ilegal. No va a aumentar el ejercicio que hacemos de ese derecho si el aborto se despenaliza, eso es lo que hay que entender. Se van a hacer abortos la misma cantidad de mujeres, pero son menos las que van a correr riesgos.
M.S.: –Los dos temas van juntos. La visión de los derechos me parece importante, pero la que me parece fundamental es que yo conozco una herramienta que me evitaría las 78 mil internacionales anuales que tenemos en todo el país por abortos complicados.
–¿Cómo creen que debería ser
una nueva ley?
S.V.: –Yo creo que lo mejor es que sea progresiva, para adaptar a la sociedad y a los que están en desacuerdo. Me parece que, en el tipo de sociedad hipócrita en que vivimos, esto sería más fácil. Todavía estamos peleando por los casos de anencefalia, aunque es ley. Lo mismo con las violaciones y las patologías.
F.Z.: –Yo creo que se debería legalizar, no sólo despenalizar. Es un derecho que tiene que ir junto al derecho a la anticoncepción y a la educación sexual para no tener que llegar al aborto.
–Al Argerich llegan adolescentes pidiendo asesoramiento sobre salud reproductiva. ¿Cómo manejan ustedes la información sobre el aborto?
S.V.: –Cuando vienen con el planteo de que no quieren tener un hijo, les explicamos la situación real: que sólo podemos controlarles un post-aborto y darles un buen método anticonceptivo después. También los orientamos en cómo no correr riesgos: que quizás es preferible dar al chico en adopción y que podemos ayudarlos para eso antes de que, por falta de recursos económicos, pongan en riesgo su vida.
F.Z.: –Es muy angustiante para nosotros. Porque sabemos que apenas esa chica deja el consultorio, entra en un grupo de riesgo.
–¿Hablan con sus colegas del tema?
F.Z.: –La preocupación está presente, pero el tema sale de acuerdo al grado de exposición de la charla. Si es expuesta, son menos quienes hablan. Es más fácil referirse a medicamentos, dolor, cefaleas, hemorragias, que a problemas conceptuales.
–Que ustedes estén acá; que haya otros médicos –como Walter Barbato, en Rosario; o Eugenio Mormandi, del Hospital Eva Perón, de San Martín– que se manifiestan públicamente; que haya proyectos de despenalización en ambas Cámaras del Parlamento y en la Legislatura porteña, pareciera evidenciar que algo se mueve.
M.S.: –Hay mayor permisividad de parte de los médicos para manifestarse en favor de la despenalización. Siempre estamos subiendo un peldaño. Pero en cada uno que subimos, aparecen sectores reactivos o reaccionarios. Estos temas antes no se hablaban en las sociedades científicas ni entre los médicos. En cambio hoy no hay congreso gineco-obstétrico en el que no se hable de mortalidad materna, tenemos una ley de interrupción de embarazos incompatibles, una ley nacional de salud reproductiva, nunca el Estado gastó tanto en anticonceptivos...
F.Z.: –Lo apabullante es que el cuerpo médico se quede quieto ante un tema tan claro de vida o muerte.
–¿Qué pasa cuando este tema sale en una reunión en la que se sabe que alguno de los médicos presentes es "abortero"?
M.S.: –Yo creo que hoy el tema es más complejo que antes. Si te dedicás a hacer abortos, hacés casi exclusivamente eso.
–Los que los hacen, ¿forman parte de las instituciones científicas?
M.S.: –En términos generales supongo que sí.
–¿Reciben algún tipo de sanción moral de sus colegas?
F.Z.: –No, porque son parte de la mentira social. Están detrás del telón. Porque acá no se objeta el aborto sino la despenalización o el blanqueo.
S.V.: –Es lo mismo que los médicos que plantean objeción de conciencia para colocar un DIU en el hospital, pero en el consultorio privado lo hacen.
–¿En los encuentros de las sociedades científicas se discute más sobre salud reproductiva que antes?
M.S.: –Si, es un paso adelante, antes no se hablaba del tema. Pero, ¡ojo! Es más fácil crecer dentro de una institución científica estando en contra de la despenalización que a favor.
S.V.: –Yo creo que un cambio fundamental es que el Ministerio de Salud tiene una posición tomada con respecto a la salud sexual y reproductiva, cosa que nunca había pasado en la historia de nuestro país. Siempre se hacía la vista gorda. Ahora incluso están subvencionando investigaciones vinculadas con el aborto.
M.S.: –Y el ministro acaba de expedirse a favor de la educación sexual.
–¿Qué posibilidad hay de que los médicos empiecen a discutir sobre aborto, más allá de las convocatorias externas?
S.V.: –Dentro de las sociedades científicas, cada uno intenta plantear estos temas. Yo lo hago en la Sociedad de Ginecología Infanto-Juvenil, Fernando en la de Pediatría. Lo hacemos con muchas dificultades y en forma individual. Pero empieza a haber otros profesionales que salen a hablar a favor de la salud sexual y reproductiva.
M.S.: –Me da la impresión de que la sociedad en general hizo un esfuerzo muy grande para que saliera la ley de salud reproductiva. Y hay como una corriente en este momento dentro de las instituciones científicas que parece decir: "Hablemos de anticoncepción, no hablemos de aborto; porque si tengo anticoncepción, no tengo embarazo no deseado y por lo tanto tampoco aborto". ¡Ojo con eso! No es así. Las medidas tienen que ser simultáneas para ver el resultado. La ley de salud reproductiva va a disminuir los embarazos no deseados. Pero los métodos fracasan, están losembarazos adolescentes, la sexualidad se maneja con la pasión y no con la racionalidad, está la violencia. Por lo cual siempre va a haber necesidad de cuatro cosas: educación sexual, cobertura médica universal, planificación familiar y aborto seguro. Hemos crecido en la planificación familiar y en la toma de conciencia que esto significa, pero el aborto se está retrasando.

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