Vie 15.10.2004
las12

LEYENDAS

Las reinas de los 60

Aunque para algunos hayan quedado eternizadas como aquellas rubias salvajes que acompañaron a los Stones en los swinging sixties, Marianne Faithfull y Anita Pallenberg sobrevivieron al agite de la escena mundial y a sus correspondientes infiernos personales para demostrarle al siglo XXI que tienen resto. Ahora, cuando son ellas las que rondan los 60, siguen siendo amigas y especulan con salir de gira como dúo cómico, mientras hacen tiempo sacando discos (Marianne)o editando exitosas revistas de moda (Anita).

› Por Mariana Enriquez

Anita Pallenberg y Marianne Faithfull eran quizá las mujeres más fabulosas de los '60. Encarnaban la época y se movían en todos los círculos hip con una facilidad asombrosa. Musas rubias, bellísimas y misteriosas, formaban una pareja glamorosa que se hizo definitivamente célebre cuando entraron al círculo de los Rolling Stones, Marianne como la novia de Mick Jagger (y amante de Keith Richards), y Anita como novia de Brian Jones y después larga pareja de Keith Richards, con quien tiene dos hijos. Las rubias fatales se separaron de los Stones en los años '70, pero dejaron su marca en la banda en más de un sentido: Marianne escribió la mítica canción "Sister Morphine" e inspiró muchas más como "Let's Spend The Night Together", "She's Like a Rainbow" (en las que Jagger celebraba sus años felices) y "Wild Horses", el adiós definitivo del cantante a su novia. Anita fue la que sugirió los coros tribales de "Sympathy for the Devil" y la protagonista de otras canciones célebres como "Beast of Burden" o "Happy". Para bien o para mal, se las congeló como las salvajes mujeres de los Stones, aunque ambas tenían sus propias e interesantes carreras. En los '60, Marianne brillaba como cantante pop y actriz: protagonizó la película de culto La chica de la motocicleta con Alain Delon e hizo el papel de Lilith en la oscura Lucifer Rising de Kenneth Anger en 1972; Anita Pallenberg era una de las modelos más famosas de su época, y protagonizó junto a Jane Fonda Barbarella de Roger Vadim como la perversa y sensual Reina Negra. Marianne recuerda: "Éramos terriblemente felices. Jóvenes, ricos, protegidos, con el mundo a nuestros pies". Más de treinta años después de aquellos años dorados, las musas siguen activas, verdaderas sobrevivientes, íntimas amigas. Hace tres años, el programa Absolutely Fabulous del canal británico Comedy Central las juntó para interpretar al Diablo (Anita) y Dios (Marianne). Fue un éxito. Pero a los productores les costó lidiar con ellas. Marianne decía: "Me temo que fuimos un poco crueles en los primeros encuentros. Anita puede ser amenazante. Y grandiosa. Puede decir cosas como 'Fui en el Rolls Royce de Brian a buscarlo al aeropuerto de Milán; tenía puesto mi saco de piel de zorro rojo'. Lo que querían sacarnos era la gloria de aquellos años, querían vernos chusmeando, hablando, contando anécdotas. Y se dieron cuenta de que formamos una pareja de comedia estupenda. Hasta nos propusieron salir de gira. Quizá lo hagamos. De cualquier manera, lo queramos o no, somos como siamesas. No podemos separarnos. Somos como la sal y pimienta de los '60". La diosa Marianne Faithfull nació en 1946. Su madre, una baronesa austríaca, era descendiente de Leopold Von Sacher-Masoch, el autor del clásico sadomasoquista La Venus de las pieles. Su padre era un espía británico que dedicaba su tiempo libre a inventar juguetes sexuales. A los 13 años ya protagonizaba piezas de Shakespeare, y a los 17 paseaba por la galería de su novio John Dunbar, uno de los gestores del Swinging London, y se codeaba con los Beatles y los Rolling Stones. Pero todavía actuaba: fue Ofelia en la versión fílmica de Hamlet de Tony Richardson y obtuvo un pequeño papel en Made in the U.S.A de Jean-Luc Godard. Marianne era hermosa, etérea y culta, y pronto el hábil manager de los Stones la contrató para que cantara canciones pop. Su primer hit fue "As Tears Go By", una canción de Jagger-Richards, y enseguida grabó "Blowin' in the Wind" de Bob Dylan (que la cortejaba). Pero en 1966 se enamoró de Mick Jagger, y un año después protagonizó la más célebre –y falsa– anécdota de los Rolling Stones. La banda y algunos amigos descansaban de un viaje de ácido en la mansión de Keith Richards, Redlands, y la policía hizo un allanamiento. Encontraron la cantidad de droga suficiente para mandar a los Stones a la cárcel, pero ella llegó a los titulares porque se decía que la habían encontrado desnuda, con un bombón Mars en la vagina, quelamían Jagger y Richards. "Esa historia me sigue disgustando", dice Marianne hoy. "Nunca la encontré graciosa, y me volví loca tratando de averiguar de dónde había salido el rumor. Fue indignante." Un año después quedó embarazada de Mick Jagger, perdió el bebé, escribió "Sister Morphine" (los Stones no se molestaron en ponerla en los créditos del disco), intentó suicidarse y fue arrestada cuando, muy borracha, hizo un escándalo en un restaurante indio de Londres tras enterarse del casamiento de Mick Jagger con la heredera nicaragüense Bianca Pérez. Recién diez años después fue capaz de escribir sus propias canciones y el mundo calló asombrado ante el resultado. Broken English, editado en 1979, es uno de los mejores discos de rock de la historia; aunque nunca llegó a ser popular, fue sumamente influyente y generaciones de chicas punk trataron de copiar el raro estilo vocal de Marianne. "Mi voz es madura", dice ella. "Está cargada de tiempo, marcada por cada cigarrillo que me fumé y cada whisky que bebí." De la voz angelical a la voz decadente, pero siempre hermosa. El tema más famoso de Broken English es "La balada de Lucy Jordan", sobre una ama de casa suicida, con una letra mítica sobre sintetizadores (toda una rareza entonces): "En una cama blanca suburbana de un blanco pueblo suburbano/ Acostada bajo las frazadas, Lucy soñaba con miles de amantes/ Hasta que el mundo se puso anaranjado y la habitación empezó a girar/ A los 37 años se dio cuenta de que nunca había manejado por París en un auto deportivo/ con el viento caliente en su pelo/ Así que dejó que sonara el teléfono y cantó canciones de cuna que había memorizado en la mecedora de su padre". Broken English es un disco decadente, furioso, triste y hermoso; Marianne lo grabó cuando todavía era adicta a la heroína, hábito que mantuvo durante los cinco años siguientes, cuando se dedicaba a cantar sobre mujeres caídas en desgracia que deambulaban solas por la ciudad, una pintura bastante exacta de su propia vida. En 1987, limpia de heroína, grabó Strange Weather, una colección de covers casi perfecta. En los '90, se convirtió en la mejor intérprete de Kurt Weill y la música de cabaret de la República de Weimar (superior incluso a Ute Lemper) y hasta se atrevió a reversionar a Marlene Dietrich y salir airosa. En 1995 escribió su autobiografía, Faithfull: "Me dijeron que iba a ser un trabajo bueno para mi alma. Sí, claro. La escribí sólo por dinero. Fue muy bueno para mis finanzas". Allí, entre otras cosas, confiesa que Keith Richards era mucho mejor amante que Mick Jagger, lo que Keith –su amigo hasta hoy– agradeció pública y calurosamente. Hace menos de un mes, Marianne Faithfull editó un nuevo disco. Se llama Before the poison y es extraordinario. Dos años atrás, en Kissing Time, habían colaborado con ella Jarvis Cocker y Beck, pero ahora le pidió ayuda a Nick Cave, P.J. Harvey y Damon Albarn (de Blur). Todos trabajaron con reverencia para Marianne, y le dieron composiciones excelentes, que ella reescribió o le agregó letras en algunas ocasiones. "Crazy Love", con música de Nick Cave, es de un romanticismo estremecedor, y Marianne interpreta el tema "No Child of Mine" de P.J. Harvey como si le perteneciera. Pero la sorpresa es el aporte de Albarn, "Last Song", una canción folk de delicadeza extrema que la voz rota de Marianne se encarga de retorcer. Es uno de los mejores discos del año, pero probablemente pasará inadvertido, como siempre. Marianne está acostumbrada. "La gente sólo conoce mi nombre. No sabe qué es lo que hago. Muchos piensan que mi vida es más interesante que mi música. Ellos se lo pierden." La diablesa Anita Pallenberg tiene 61 años, y durante mucho tiempo se la consideró una verdadera bruja. Decían que guardaba restos humanos, que invocaba a las fuerzas oscuras para deshacerse de la gente que le disgustaba, y su fama de maligna llegó a su pico más alto cuando, en 1979, un chico de diecisiete años se suicidó en su cama jugando con una pistola de Keith Richards. "Cuando Scott se mató en mi casa, fue el fin de mi pareja con Keith", dice hoy Anita. Habían soportado mucho juntos. Anita entró alcírculo de los Stones como novia de Brian Jones; Bob Dylan tituló su mítico disco Blonde on Blonde (Rubio sobre rubio) por su fascinación con la decadente y glamorosa pareja. Ella era hija de una aristocrática familia alemana residente en Roma, restauradora de obras de arte, sumamente culta. A fines de 1967 viajó con su novio y Keith a Tánger; Brian sufrió una sobredosis, fue abandonado por el camino, y Anita cayó en brazos de Keith. La traición precipitó la salida de Brian de los Rolling Stones –murió ahogado en la pileta de su casa ese mismo año– y cimentó la leyenda del poder sobrenatural de Anita sobre los Rolling Stones. "Pienso que Brian fue la pasión de mi vida", recuerda ella. "Hay una diferencia entre amor y pasión. Keith fue mi gran amor, pero yo estaba apasionadamente enamorada de Brian." Keith, por su parte, dice: "Yo era el gran amigo de Brian, y entonces le quité a su novia. Lo cagué todo, para siempre. Nunca me perdonó por eso, y no lo culpo". Anita, mientras tanto, transformó al hasta entonces tímido Keith en una estrella de rock. Le enseñó a maquillarse, le arregló el pelo, le elegía la ropa. Enseguida, Anita se convirtió en un Rolling Stone. Grabó los coros de "Simpatía por el demonio" y le mostraban las canciones, que sólo eran grabadas cuando Anita aprobaba. En 1968, protagonizó Performance, de Donald Cammell y Nicholas Roeg, una de las películas fundamentales de la década, junto a Mick Jagger. Ella escribió parte del guión. Durante el rodaje, Anita tuvo sexo con Mick Jagger; la escena no quedó en la película, pero los productores la editaron y la enviaron como mediometraje a festivales pornográficos del mundo (se alzó con el primer premio en Amsterdam). Hoy es inconseguible. Un año después, tuvo su primer hijo con Keith Richards, Marlon –bautizado en homenaje a Brando, amigo de la pareja– y dos años después a Angela. En 1976 falleció su tercer hijo, Tara, y la separación de la pareja era inminente. Ambos eran adictos a la heroína. El crítico Nick Kent escribía entonces: "Ya no eran el Scott y la Zelda del rock. Tenían el aspecto de una trágica pareja encerrada en su caparazón saliendo juntos de un campo de concentración. Pensé que iban a morir". Anita resume lo que ocurrió después de ese trágico año: "Hicimos un tratamiento eléctrico para dejar la heroína, pero no funcionó porque no pusimos nada de nuestra parte. Cuando me separé, comenzaron letales años de juerga. Toqué fondo. Me echaban de todos lados. Le ponía tranquilizante de caballos a la cerveza. Estuve en sala de urgencias, en chalecos de fuerza, me rompí la cadera. Tuve una neumonía que casi me mata. Terminé en un famoso hospital para alcohólicos, con colchones en las paredes, sudando, paralizada. Traté de desintoxicarme durante años, pero sólo lo logré en los '90". Por esa época, se convirtió en una leyenda de Londres. Se la podía ver con su bicicleta, recuperada, otra vez hermosa, trabajando en centros de tratamiento para adictos. Volvió a la universidad y estudió diseño de indumentaria. Y entonces, diseñadores famosos como Anna Sui y Zac Posen empezaron a citar su estilo como una influencia importantísima. Anita se atrevió a lanzar su propia línea de ropa, Burn, que cada día se vende mejor. Y es una de las editoras en la revista Cheap Date, especializada en moda de segunda mano, una especie de "hazlo tú mismo" que enseña cómo ser glamoroso con pocos pesos; el editor general es su hijo, Marlon Richards. Varias editoriales la están tentando para que escriba su autobiografía, pero ella no está interesada; tampoco quiere editar las películas caseras de los Rolling Stones que guarda celosamente. Ahora se la ve en cada evento del mundo de la moda en Londres y es anfitriona de otros eventos cuando se lo piden. "No quiero hablar del pasado. Sólo es mitología", dice. "Creo de verdad que los héroes del rock forman parte de la mitología. Cuando se habla de los Stones, es como si se hablara de Hércules o Zeus. Es lo mismo. Además, me siento como si tuviera todo el tiempo del mundo. Marianne sigue siendo mi mejor amiga. Mis hijos y mis nietos están a mi alrededor, estoy limpia, Keith es mi amigo. ¡Si hasta le tejí los primeros enteritos para sus hijas con Patti (Hansen, la actualesposa de Richards)! Lo respeto, y lo quiero. En Año Nuevo, la familia entera se reúne en Jamaica. Y lo pasamos muy bien."

(Versión para móviles / versión de escritorio)

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS rss
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux