Vie 29.10.2004
las12

MERCADO

cómprelo hecho

Es claro que de sexo se habla cada vez más (en cualquier lugar, menos en las escuelas, no vaya a ser cosa...) y, encima, hay que practicarlo en igual medida y con performance acorde. ¿Usted no está a la altura de la circunstancias? No se preocupe, lo que le falta pronto podrá comprarlo en la farmacia ¿o acaso piensa que hay alguna diferencia entre su cuerpo y cualquier otro mecanismo?

› Por Luciana Peker

Si se apaga la luz... se enciende GI MONTE”, decía el aviso –paradigma del sexo con la luz apagada, de los jadeos con la boca en la almohada y de los problemas sexuales silenciados. Hoy algunas cosas han cambiado, el sexo estalla por los poros de la televisión y los consejitos para gozar más y mejor son parte de la nueva mujer utilísima que –también– tiene que ser útil para el sexo.
Tan útil que el sexo –también– se volvió una imposición (claro que sexo sí, pero educación sexual no, cruz diablo). Clarín publica el ranking de los países con mejores amantes, La Nación se preocupa por las disfunciones sexuales de las mujeres después del parto, en Cosmopolitan las sexólogas dan cátedra mediática de perfeccionamiento de sexo oral, HBO le muestra a una pareja que creía que se las sabía todas que hay más posiciones de las 69 que –muestran en cámara– practicaban a diario y Playboy, además de películas, muestra sexo didáctico, explícito, pero para aprender. A gozar más y mejor.
La libertad sexual hoy es también un producto del mercado. Justamente porque ahora ese gozo íntimo, desbordante, que hace descarrilar la razón y las razones quiere encarrilarse en otra góndola del supermercado. Si ahora hay que comprarse shampo X para que tu marido te vuelva a tocar el pelo, en poco tiempo, la propaganda subliminal –esa que viene con formato de información periodística– va a hacer que te compres un nuevo Viagra rosa para que te guste como te toca, en ese momento en que se apaga la luz o se encienden Playboy y Cosmopolitan.
El éxito económico del Viagra es indudable. Por ejemplo: solamente de marzo del 2003 a marzo del 2004, se vendieron en Argentina 8.150.000 pastillas contra la impotencia masculina (incluyendo más de veinte marcas de sildenafil y tadalafilo), un 93% más que en el 2002. Un auge con traducción económica: 10 millones de dólares anuales, según una auditoria realizada por IMS Health Drug Monitor, que mide las ventas en farmacias y droguerías. Pero las cajas nunca acaban. Y ahora van por más. Exactamente, por nosotras. Y si el Viagra no se puede feminizar (las investigaciones sobre la utilización en mujeres no arrojaron resultados positivos), la fórmula de un remedio para mejorar el sexo sí. Por eso, en el contexto del XI Congreso de Medicina Sexual que se realizó en Buenos Aires, se anunció la salida al mercado, durante el 2005, de un parche para las mujeres. Toda una definición.
“Negocios son negocios. Aquí y ahora, antes y allí. Siempre se busca el negocio. Es cierto que el Viagra es eficiente para las disfunciones eréctiles masculinas. Y como las ganancias no les alcanzan quieren extender su uso a todo lo posible, incluyendo los problemas sexuales femeninos”, señala el sexólogo León Gindin, autor del libro La nueva sexualidad de la mujer (a la conquista del placer). Virginia Martínez Verdier, psicóloga y secretaria general de la Federación Sexológica Argentina, subraya: “Los laboratorios siempre tienen que tener un medicamento que solucione los problemas de la gente. Pero esa no es la manera de resolver los problemas de la satisfacción femenina. No hay ninguna aspirina mágica que solucione la sexualidad. Además, el agujerobásico de la sexualidad femenina sigue siendo la comunicación en la pareja, de donde puede surgir si se anima a autoestimularse, qué fantasías tiene o si necesita más juego sexual, entre otras cosas”.

Noti Viagra
Es interesante tener en cuenta que los medicamentos no funcionan con el formato tradicional publicitario. Por eso, muchas veces atrás del tratamiento periodístico de una enfermedad puede haber intereses. Este invierno, por ejemplo, el ministro de Salud, Ginés González García, advirtió que la noticia del recrudecimiento del virus de la gripe estaba alentada por los potenciales beneficiarios de la suba de venta de las vacunas antigripales.
Esta semana, en una nota periodística de La Nación, Irwin Goldstein, profesor de Ginecología y Urología, fundador del Centro de Medicina Sexual de la Universidad de Boston y presentado como “el padre del Viagra”, afirmó que el 30% de las mujeres tiene alguna o varias disfunciones sexuales antes de la menopausia, pero que después de la menopausia llegan al 80% las que tienen disfunciones sexuales y que, después de ser madres, el 25% de las mujeres queda con alguna disfunción sexual permanente. Por si no lo entendió: señora, si usted tiene entre 20 y 80 años, es mamá o ya no puede serlo, usted tiene un problema en la cama.
Claudia Groisman, sexóloga y psicoterapeuta, lo refuta: “Hay que definir qué es disfunción, una idea que presupone que habría un funcionamiento correcto. Ya de entrada no estoy de acuerdo. La palabra disfunción es vieja. Este señor además de hablar como un mecánico de automóviles da porcentajes como si no hubiera contextos que el ser humano atraviesa. Indiscutiblemente, una mujer que acaba de tener un bebé está más interesada por un tiempo en el hijo que en el sexo, pero eso no son disfunciones, son avatares del ser humano”.
Por si usted se siente identificada en el 25% de las mujeres que después de ser mamá no viven su sexualidad igual que antes y que tienen menos deseos después de dar la teta seis veces al día, caminar al ritmo de un berrinche por kiosko o decirle chau a la caca del nene para que pueda dejar los pañales –que me presenten al otro 75%–, Irwin Goldstein tiene una solución: “Por un motivo desconocido muchas mujeres dejan de secretar suficiente testosterona libre como para sostener el deseo sexual luego del embarazo. La falta de testosterona libre es un punto crítico en la falta de deseo. El año próximo en los EE.UU. se conocerá el primer medicamento aprobado para tratarlo: los parches de testosterona”.
Una nota de Clarín también cubrió la expectativa sobre el futuro parche: “Las estadísticas dicen que un 35% de las mujeres, en algún momento de su vida, experimentan un declive en su deseo sexual (...) Un nuevo desarrollo que aún se encuentra en proceso de experimentación comienza a dar muestra de su efectividad: un parche de testosterona. Un estudio reveló que las mujeres que utilizaron el parche incrementaron cuatro veces sus relaciones sexuales en dos meses. Pero no solamente es cuestión de cantidad: también lograron una mayor excitación, más placer, alcanzaron el orgasmo más asiduamente y hasta mejoraron su autovaloración”.
“La sociedad de consumo te valora cuánto más tenés y en la sexualidad, cuánto más rendis. La avanzada de la industria sobre la sexualidad sigue en la línea del consumo y saca al sexo del lugar de placer para pasar a ser rendimiento”, apunta Martínez Verdier. Gindin enfatiza: “No hay que olvidar que estamos viviendo en una sociedad medicalizada y con píldoras de la felicidad (Prozac). Mi opinión personal es que nada podrá en el futuro hacer acallar a las mujeres que ya ocuparon su lugar. Por eso, los inventos de la industria farmacéutica sólo prenderán si se demuestra su eficiencia para resolver los reales problemas de la sexualidad femenina”.Aun cuando los progresos científicos puedan ayudar a algunas mujeres a resolver problemas puntuales con progresos puntuales –no hay que descartar la utilidad de todos los nuevos medicamentos para la sexualidad femenina–, indudablemente, detrás del cuco de las disfunciones sexuales hay una industria que quiere vender una superwoman, que tape sus problemas con parche, que en vez de capa tenga un pastillero en el bolsillo y en vez de contar con un bolsillo lleno –ahora que es libre para trabajar y tener su plata– tenga un bolsillo volcado a ser una superchica, con un goce muy bien diez, felicitado.

La polémica por los anticonceptivos

Hay que investigar a fondo la posibilidad de que los anticonceptivos hormonales propicien disfunciones sexuales femeninas”, reclamó Irwin Goldstein, durante su paso por Buenos Aires. Y obviamente su frase -atacando las pastillas que revolucionaron la sexualidad femenina– desataron la polémica. Goldstein, director del Instituto de Medicina Sexual de la Universidad de Boston, aseguró: “La píldora actúa inhibiendo la función de los ovarios. Así impide la ovulación y, por lo tanto, el embarazo. Pero los ovarios tienen otra función que es producir hormonas y, entre ellas, la testosterona, cuya ausencia afecta la función sexual. Esta función también puede ser afectada por estos anticonceptivos”.
“No hay ninguna demostración científica que pueda demostrar que los anticonceptivos que se usan en la actualidad inhiban la libido ni la función sexual en la mujer. No sé dónde está la fundamentación de estos argumentos porque no hay pruebas científicas. Por eso, nosotros recomendamos utilizar una combinación de preservativos para prevenir infecciones y pastillas anticonceptivas para prevenir embarazos no deseados. Lo mejor es usar los dos métodos”, destaca Enrique Berner, médico y jefe del servicio de adolescentes del Hospital Argerich.

 

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