LETRAS
En medio de una ciudad maquillada sesiona el Congreso (alternativo) de las Lenguas. Con fuertes cuestionamientos a las ansias normalizadoras de la Real Academia y a que se imponga el “español” (¿no era castellano?) como un singular que anula la diversidad lingüística, Julieta Paredes, de Mujeres Creando, explica por qué se reúnen en un supermercado tomado más de mil académicos y activistas para pensar.
En la planta baja de La
Toma, el centro cultural que funciona en un supermercado comunitario reabierto
por los trabajadores en el centro de Rosario, el colectivo feminista Mujeres
Creando, nacido en Bolivia, expone una bicicleta sobre la que puede verse una
enagua blanca con una enorme mancha de sangre, que se desparrama sobre el manubrio.
En el asiento se apoya una enorme cruz, envuelta con un trapo rosa brillante,
a modo de pañoleta. Esa instalación simboliza la violencia contra
las mujeres y la opresión católica pero también la creación
de su propia cultura, expresada en el color de la tela, su carácter festivo.
Con esa intervención recorren hace dos semanas las calles de la ciudad
preparada con todos los lujos para el Tercer Congreso Internacional de la Lengua
Española. Expresan así su oposición a la visita de los
reyes de España, y el concepto mismo del Congreso de la Lengua, una sola,
la del conquistador, en lugar de las múltiples lenguas que crean los
pueblos en forma permanente. Y Mujeres Creando no fueron las únicas que
levantaron su voz. La llegada de los monarcas y toda la pompa que el congreso
organizado por la Real Academia Española llevó a Rosario no pudo
ocultar la fuerza de lo alternativo. Más de 1000 personas concurrieron
el lunes pasado a la sesión inaugural del Congreso de las Lenguas (así,
en plural), que se extiende hasta hoy, como cuestionamiento a la actividad oficial
pero también como producción y creación de nuevas concepciones
colectivas.
Aunque se intentó invisibilizarlo, el Congreso de las Lenguas convocó
a un abanico de académicos, luchadores sociales y personas de los pueblos
originarios para debatir sobre la autodeterminación lingüística.
Fue la posibilidad de cuestionar la internalización simbólica
de la opresión que significa la lengua lo que alentó a Julieta
Paredes, aymara, integrante del colectivo feminista Mujeres Creando, a viajar
desde Bolivia a Rosario dos semanas antes para preparar el contra congreso.
El desafío y la esperanza es que construyamos juntas y juntos una
utopía, un mundo diferente. Es un desafío, porque no queremos
que este congreso sea un supermercado folklórico de las lenguas, hay
que cuidarlo. No estamos haciendo folklore ni alentando nuevos paternalismos,
sino buscando entre todos la construcción de sueños y utopías
comunes, afirmó Paredes, quien participó ayer del panel
sobre lenguas y géneros con una ponencia llamada lenguas viperinas,
que rescató la tradición oral como forma de transmisión
de la sabiduría de las mujeres.
La encarnación de la diversidad, y la denuncia de la opresión
conquistadora ahora simbólica que ejerce la Real Academia
Española fueron los ejes que convocaron a intelectuales de todas las
universidades del país, integrantes de las poblaciones originarias de
América latina y luchadores sociales. Al mismo tiempo que se desarrollaban
los paneles, seexhibieron los trabajos del Movimiento de Documentalistas. Hubo
espacio para intervenciones urbanas y distintas expresiones de arte.
El punto de partida del Congreso de las Lenguas está expresado en el
documento Por el reconocimiento de una Iberoamérica multicultural y plurilingüística.
En ese texto, se expresa: Podemos decir que, hablando de derechos, nos
surge como uno de los derechos humanos por antonomasia la autodeterminación
lingüística, derecho que, pese a haber sido largamente reclamado,
no encuentra aún un auténtico reconocimiento. Los únicos
dueños de una lengua son los hablantes, que no necesitan de academias
o instituciones que, apropiándose de la palabra, impongan las normas
del correcto decir.
Para Paredes, es muy llamativo que el congreso alternativo haya aparecido recién
en la tercera edición del oficial. En Zacatecas, por ejemplo, en
México, no han ido a tirarles tomates ni tiempos podridos a la Real Academia,
expresó indignada porque en ese lugar, tan emblemático de la destrucción
de las culturas de los pueblos originarios, no hubo reacción. No
es fácil deconstruir lo simbólico. Hasta ahora, nadie le ha tirado
piedras, nadie ha cuestionando a la Real Academia, y ahora lo estamos haciendo,
en un reducto que faltaba. Eso es lo apasionante de este congreso, que cuestiona
ese andamiaje de opresión que es la Real Academia, agregó.
Justamente por su carga alternativa, Paredes señaló que hubo
un intento de invisibilizar el encuentro de parte de las instituciones, pero
también por las dubitaciones de gente que supuestamente está en
la construcción de un mundo diferente, en el campo popular. Y eso
porque es más fácil, es más evidente la lucha económica.
Por ejemplo, luchar contra las transnacionales del agua, del petróleo,
de la telefonía, de los alimentos. Es la herencia del marxismo. Pero
en el ámbito simbólico, que es donde se internaliza al opresor,
y expresa cómo cotidianamente esa gota horada tu conciencia, tus ganas
de resistir, tu vida cotidiana, ésa es más jodida, afirmó
esta aymara que el año pasado participó en la rebelión
de El Alto, y desde hace años desarrolla junto con sus hermanas
una actividad contracultural para denunciar el patriarcado. Con graffittis callejeros
instalaron en los espacios urbanos de Bolivia sus ideas feministas, como la
frase desobediencia, por tu culpa voy a ser feliz.
Porque el espacio primordial de lucha contra el patriarcado es simbólico
para Paredes, tiene sentido afrontar los desafíos que significa el Congreso
de las Lenguas. En principio está la hegemonía cultural,
que se expresa por ejemplo en el intento de que hablemos correctamente.
¿Qué es hablar correctamente? ¿Qué es eso? Hablamos
lo que sentimos, construimos lenguajes, desarrolló Paredes en un
alto en las actividades del congreso, que convierten al Centro Cultural de La
Toma en un espacio de circulación y producción. Lo primero
es que el español no existe, lo que existe es el Estado español
y el idioma castellano. A través de la alianza entre la monarquía
con el Estado burgués se convierte en el idioma oficial, pero el español
no es un idioma sino la etiqueta de la supremacía de un Estado sobre
las otras lenguas, puntualizó.
De ese modo, la conversación lleva una y otra vez a la vinculación
entre lenguaje y poder, y también el espacio que se abre para resistir.
Construir discursos tiene que ver mucho en el cómo construir la
cotidianidad, cómo entretejerla. El discurso tiene que ser una forma
de expresar la construcción del futuro. No la cáscara de la mentira,
del engaño, de la manipulación, no envases que tratan de ocultar
el mismo lenguaje del poder, de la opresión, de la muerte.
Para esta feminista que cuestiona tanto las políticas de género,
porque no han servido para llevar felicidad a las mujeres, como al patriarcado,
una tarea pendiente es analizar las estrategias de supervivencia de los pueblos
originarios, pero también es muy importante plantear que se puedehablar
en aymara de la misma manera que habla el opresor. Para ella, no se trata
de la cáscara sino de la concepción, y por eso no tienen ningún
empacho en denunciar a sus hermanos que rapidito se
alían con el poder. Nos falta, pero hay que tomar en cuenta todos
estos elementos para no hacer un supermercado folklórico de las lenguas,
para evitar quedarnos con los envases sin hablar de los sueños y del
futuro. Al mismo tiempo, creo que puedo hablar con un hermano que habla alemán
e inglés, pero que estamos construyendo utopías juntos.
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