Vie 21.01.2005
las12

VIOLENCIAS

Quitadle el punto de apoyo

Desde 1998 rige en Suecia una ley que penaliza expresamente la “compra de servicios sexuales” con multas en dinero y hasta seis meses de cárcel. Esta herramienta, que cuenta con el 80 por ciento de aprobación por parte del pueblo sueco, permitió por primera vez que bajaran los índices de prostitución en la calle y también la trata de personas.

› Por Sonia Santoro

Se puede pensar la prostitución como un banco de tres patas que no se sostiene si falta alguna de ellas: la mujer en situación de prostitución, el proxeneta y el cliente. Como es harto sabido, tanto las legislaciones como la sociedad suelen hacer como si sólo existiera una: la de la mujer o niñ@ que supuestamente “decide” prostituirse. Desde 1999, Suecia ha decidido hacer un giro radical y hacer foco en aquella “pata” que se trata de ocultar: la del cliente. Por eso la Ley de prohibición de compra de servicios sexuales (1998:408) penaliza con una multa en dinero y hasta 6 meses de cárcel a la persona que obtiene relaciones sexuales a cambio de dinero. Y se sustenta en la idea de que la compra de sexo es una forma de violencia ejercida por los hombres contra las mujeres. “Yo, que trabajo hace muchos años en el tema, no he encontrado ninguna persona que haya querido vender sexo”, dice Thomas Ekman, detective y jefe de Inspector de la Policía de Gotemburgo. A cinco años de su promulgación, el 80 por ciento de los suecos está a favor de esta ley que ha logrado un descenso drástico de la prostitución callejera, y del tráfico y la trata de mujeres y niñ@s.
Ingela Klinteberg, jefe fiscal de la Fiscalía General de la ciudad de Kariskrona, Thomas Ekman y Cecilia Reimer del Instituto Sueco estuvieron en Argentina explicando su posición. Fue a principios de diciembre, en el marco del Seminario Binacional sobre Tráfico de Mujeres y Prostitución, organizado por la Embajada de Suecia, la Representación Especial para Temas de la Mujer en el Ambito Internacional de Argentina y el Instituto Sueco.
–¿Cómo fue el proceso para sancionar la ley?
I. K.: –Desde mitades de los 80 el movimiento feminista ha trabajado mucho para instalar este punto de vista. En Suecia el movimiento feminista siempre ha estado muy ligado a las parlamentarias mujeres y esta ley que penaliza la compra de sexo fue incluida en el ‘99 como resultado de un trabajo de lobby muy intenso. Además, no fue adoptada aisladamente sino que fue parte de un paquete con varias leyes contra la violencia hacia las mujeres.
–¿Qué dice la ley?
I. K.: –La ley tiene que ser vista como una ley formativa, como una expresión de la igualdad en la sociedad. El comprador de sexo está penalizado. Incluye la compra de sexo en cualquier lugar, en la calle, en un boliche, en un prostíbulo... y también todos los servicios sexuales. El castigo va desde multa hasta 6 meses de cárcel. Hasta ahora nadie ha sido castigado con la pena de cárcel. Es una ley con penas que no son muy altas, pero cuyo propósito fue crear una nueva ética y moral en la sociedad.
–¿De qué depende que se castigue con cárcel o multa?
I. K.: –Hasta ahora no se ha dado el caso, pero los fiscales están trabajando para llevar un caso hasta la Corte Suprema para sentar precedente, por ejemplo, el de un hombre que compre sexo de una mujer de otro país que ha sido traficada y que está en una situación muy vulnerable; ese caso podría ser llevado si está claro para el cliente que era así. Lo normal es que se paguen multas, que siempre están conformes al ingreso de la persona para que sea tan dura para un rico que para uno que no lo es. Cada multa equivale a 50 días de trabajo.
–¿Cómo controlan la aplicación?
T. E.: –Podemos intervenir sin haber visto necesariamente el acto sexual, pero tenemos que tener una línea de prueba que demuestre claramente que el hombre tenía esa intención. La mayoría de los hombres ha admitido directamente en el lugar que son culpables.
–¿Qué pasa en los departamentos privados?
T. E.: –En cuanto a departamentos y prostíbulos, trabajamos con detectives que hacen investigación. Reciben denuncias y actúan. O al observar a los hombres que entran y salen, es fácil ver lo que pasa.
–¿Parten de la base de que la policía no tiene ningún vínculo con el negocio de la prostitución?
T. E.: –Claro. El del policía es un trabajo bien visto, entra gente bien formada, cobran sueldos altos.
–¿Tienen datos de cuánto ha bajado la prostitución a partir de la ley?
I. K.: –Hay una estimación que dice que hay menos de 500 chicas que trabajan en la prostitución en la calle en todo el país. Además, la ley ha sido muy eficaz en prevenir el tráfico de mujeres, porque los traficantes quieren ganar plata y esta ley dificulta su negocio porque no pueden estar en la calle, tienen que tener coches para trasladarlas, tienen que tener departamentos, es mucha plata. Esto hace que el tráfico no sea tan grande como lo es en otros países de Europa.
–Además de penalizar al cliente, ¿tienen un plan para ayudar a las niñ@ o mujeres en situación de prostitución?
I. K.: –En Suecia la sociedad de bienestar funciona, hay equipos que trabajan con prostitutas. Hay un programa que se llama exit mediante el que le dan apoyo psicológico para aumentar la confianza en sí mismas y también educación para poder conseguir otro trabajo.
C. R.: –Una vez que están en este programa, realmente tienen una elección verdadera y pueden elegir si quieren seguir en la prostitución o no.
–¿Hay algún tipo de subsidio económico?
I. K.: –Hay un sistema de subsidio para todos los que no tienen trabajo y también lo reciben estas mujeres. Es un subsidio sin límites de tiempo, pero los trabajadores sociales tienen reuniones periódicas con ellas para formarlas y que consigan trabajo. Por ejemplo, les dan pasantías en empresas para que tengan prácticas laborales.
–¿Qué opinan de la definición de prostitución como un trabajo?
I. K.: –Hay que tomar en cuenta esa posición, pero cuando una tiene una filosofía básica que dice que esto es una forma de violencia que ejercen los hombres contra las mujeres no se puede sostener, es una cosa que queremos erradicar. Respetamos esa posición, pero no queremos tener prostitución en nuestra sociedad.
E. T.: –En varios países de Europa hay prostíbulos controlados por el Estado. Yo me pregunto: ¿las chicas que trabajan ahí son nativas de esos países (Alemania u Holanda)? No, para nada, vienen de Rusia, de Ucrania. Entonces, está bien abusar de una chica de Ucrania en Alemania, pero no de una alemana.

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