SALUD
Como representante de la Coalición Internacional por la Salud de las Mujeres, con sede en Estados Unidos, Angeles Cabria es optimista con respecto a los avances en materia de salud reproductiva en la región del Mercosur. Sin embargo cree que hay un trabajo urgente en relación con la mortalidad materna y que no hay derechos adquiridos si no se los defiende constantemente.
› Por Sonia Tessa
Aunque la identificación que cuelga en su cuello dice Estados Unidos, Angeles Cabria resalta enseguida como una española divertida y conversadora, que se entusiasma con su trabajo cotidiano: es una de las máximas representantes de la ONG Coalición Internacional por la Salud de las Mujeres, creada en 1984 para trabajar los derechos sexuales y reproductivos y aborto seguro, con sede en Estados Unidos. De paso por Rosario, consideró como una “tremenda necesidad” avanzar hacia el aborto seguro y definió la despenalización como “una pendiente histórica” de América latina. “Hay que hacer más visible la mortalidad materna de las mujeres pobres que no tienen para pagarse servicios de asistencia segura. Eso mantiene una situación de injusticia social y de hipocresía tremenda”, afirmó. El mismo énfasis puso para señalar que la coyuntura es favorable en el Mercosur. Pero también reconoció la necesidad de “estar siempre en guardia” para parar las contraofensivas permanentes contra las conquistas de los derechos sexuales y reproductivos. En una lectura en perspectiva, consideró que en los últimos diez años, con el cambio de paradigma del control poblacional a la salud reproductiva, “el avance ha sido tremendo”, y llamó a “no dejarse intimidar por un Vaticano reaccionario y un Estados Unidos reaccionario”.
Cabria representó a la IWHC (la sigla en inglés de la organización que integra) en el Congreso Nacional y Latinoamericano de Salud Sexual y Reproductiva. Alojada en la casa de Liliana Pauluzzi, una psicóloga rosarina con la que integró el Consorcio Latinoamericano de Anticoncepción de Emergencia, se armó de paciencia para responder las preguntas el sábado a la noche, mientras tomaba mates amargos, previamente a una cena de pastas caseras y con la promesa de visitar el río Paraná al día siguiente. “Ha sido muy estimulante venir al Congreso, pero sobre todo venir a ver a las amigas y amigos de aquí”, dijo con una manera españolísima de hablar y gesticular.
–En este momento, el enfrentamiento con la Iglesia pasa por la provisión de anticonceptivos, pero el punto más álgido se produce alrededor de la despenalización del aborto.
–La despenalización del aborto es pendiente histórica en la región. Y a mí me parece que esta coyuntura es buenísima. Las dificultades van a estar, pero hay una coyuntura política que hay que aprovechar, con un Ministerio de Salud que tiene una apertura para colocar el tema en el Congreso, ponerse en conflicto con la Iglesia y defenderse, y una sociedad civil que está apoyando, y con unos procesos en los países del Mercosur que se están dando al mismo tiempo, colocando el tema de ladespenalización y de la legalización del aborto. Realmente es el momento de aprovechar y de compartir las experiencias.
–En Brasil parece avanzar más rápido.
–Ahora mismo en Brasil se está debatiendo en una comisión tripartita del Legislativo, la sociedad civil y el Ejecutivo. Pero el gran reto es, por un lado, tener una legislación y una normativa que se ajuste a los derechos de la ciudadanía, pero por el otro lado que se cumplan. Y si se cumplieran las normativas que tenemos ahora estaríamos mucho mejor de lo que estamos.
–¿Cómo se garantiza el acceso de las mujeres a los derechos pautados en las legislaciones?
–Ese es el gran reto. Efectivamente, todavía hay mucho camino por recorrer para garantizar el acceso y ahí es donde yo creo que la sociedad civil tiene un papel clave. El papel de la vigilancia y del monitoreo de las instituciones ha sido superimportante, para ver hasta qué punto se han cumplido los compromisos que los gobiernos firmaron en El Cairo y Beijing. Lo que pasa es que también por un tiempo la sociedad civil organizada ha ocupado ese papel que no ocupaba el gobierno y ha estado increíble porque además ha marcado otro nivel de calidad en atención.
–Pero el Estado muchas veces se escuda en la tarea de la sociedad civil para eludir responsabilidades.
–Tampoco es que su papel sea el de cubrir los huecos que no cubra el gobierno sino realmente marcar un piso de calidad alto, pero al mismo tiempo demandar que se cubran los servicios que se deben cumplir, porque tampoco la sociedad civil organizada tiene la capacidad de llegar a todos los intersticios sociales que el gobierno tiene que llegar. Estamos pasando por épocas muy difíciles para financiar servicios; la Argentina en concreto es un país de renta media que tiene muchas más dificultades que otros países prioritarios y muchas de las organizaciones no van a poder conseguir financiamiento para algún tipo de servicios que ofrecían antes.
–Entonces, el tema es garantizar el acceso de los sectores más vulnerables.
–Una experiencia muy interesante que estamos apoyando desde IWHC es un trabajo en tema de aborto con parteras rurales en Brasil. Con todo lo que se ha hecho allí con respecto al derecho al aborto legal y seguro, aún las encuestas muestran que los sectores de la población que apoyan el avance en una legislación son muy reducidos. Y esto tiene que ver con que los mensajes no llegan igual a toda la población. Entonces, a lo mejor un mensaje que ha sido muy elaborado y muy sofisticado en un contexto de derechos puede no llegar a una población del desierto de Pernambuco, donde realmente el concepto de derechos ni siquiera está en el imaginario de estas mujeres, y donde los derechos se confunden con los deberes. Cuando faltan tantas cosas en sus vidas, saber que tienes derecho a ellas es algo que todavía hay que trabajar. El desafío allí es cómo colocar un tema que es una necesidad, porque el aborto seguro es una tremenda necesidad. Por eso es importante trabajar con las poblaciones para que ellas mismas desarrollen los argumentos.
–Como fundadora y directora del Consorcio Latinoamericano de Anticoncepción de Emergencia hasta el 2003, ¿cuáles cree que fueron los avances con este método?
–En los últimos cinco años ha habido un cambio tremendo. Por supuesto que queda muchísimo por hacer, sobre todo en cuestiones de acceso y más aún en las áreas rurales. Pero se le ha dado una visibilidad mucho mayor. Hace cinco años cuando empezábamos con talleres, era una minoría de proveedores que lo conocían, y ni siquiera bien. Hoy hasta sienten que quedan mal si lo no conocen. También se avanzó a nivel de introducirlo en las normativas. Lo que pasa es que sigue habiendo muchas dificultades en países que tienen mucha resistencia a progresar en políticas de saludsexual y reproductiva, como en Chile por ejemplo. Y en Ecuador, que la tenían en las normas desde hacía cinco años y recientemente los sectores conservadores y de la Iglesia se pusieron en contra, y ahora incluso el sector público amenaza con retirarla. O sea, siempre hay que estar en guardia. Ese es el tema. El tema es que no se puede bajar la guardia.
–¿Es decir que una vez que se conquista un derecho, siempre hay que seguir defendiéndolo?
–No se puede pensar que, porque se colocó un método en una norma en el Ministerio de Salud, ya se resolvió el tema. Porque luego te llega un cambio de gobierno y te tiran el trabajo que has hecho. Lo único que creo es que aunque se venga un gobierno más conservador que te quiere sacar una anticoncepción de emergencia, por ejemplo, no es lo mismo que te la quieran sacar ahora donde ya hay muchos profesionales que la están ofertando, muchas mujeres que las conocen, que hace cinco años atrás. O sea, todo eso es tiempo ganado. Para mí la mejor estrategia es informar a la población. Cuando se apropia de la información, no lo va a dejar ir, porque se está beneficiando de ello, y es igual con el tema del aborto. Cuando la población se apropia de ello, ahí es cuando los temas avanzan. Un país se compra el pleito de un tema cuando la población se lo compra. En la Argentina, es lo que está pasando con el tema del aborto, donde las encuestas demuestran que buena parte de la población cree que se debe despenalizar.
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