PERFILES
Ex presa política y militante de Tupamaros, la uruguaya Anahit Aharonian hilvana la continuidad entre ese camino que comenzó en los ‘60 y el que transita ahora, oponiéndose a la instalación de una papelera en Fray Bentos, donde ya han llegado cientos con la esperanza de encontrar trabajo.
Por Silvia Marchant
Anahit Aharonian es uruguaya, ingeniera agrónoma y militó en Tupamaros. Ahora está al frente de un movimiento que quiere impedir la instalación de las plantas de celulosa en la ribera del río Uruguay, en el pueblo uruguayo de Fray Bentos. Hay muchas personas que migraron a ese pueblo y se instalaron en ranchitos para conseguir el trabajo que prometen los dueños de las celulosas. Pero hay otros que denuncian la situación de explotación de recursos naturales y la contaminación que matará plantas, animales y seres humanos. Una de las consecuencias que la migración interna generó es la prostitución: muchas adolescentes venden sus cuerpos y por las noches se las puede ver en el puente internacional que une Fray Bentos con la entrerriana Gualeguaychú, donde en abril pasado se realizó un multitudinario abrazo entre uruguayos y argentinos para decir no a las papeleras. Aharonian señala que el gobierno de Tabaré Vázquez no ha querido escuchar a las organizaciones que denuncian esta situación. Mientras tanto, las obras de construcción para la instalación de las papeleras continúan.
¿Cuál es la situación de Fray Bentos?
Se está llenando de gente viviendo bajo nylons que llegan con la esperanza de conseguir trabajo, cuando eso es una vil mentira, no va a haber trabajo. Por otro lado, ya empezamos a ver la prostitución de nuestras chiquilinas de 13, 14 años, se las ve salir a la noche, en el puente. Acá se está especulando con el hambre de mucho tiempo de la población; tanto en Uruguay como en Argentina, estamos viendo la consecuencia de lo que es el desarrollo del capitalismo. Entonces hay gente que dice que prefiere morirse contaminada que morirse de hambre.
¿Por qué se quieren instalar en ese pueblo?
La instalación de las dos plantas de celulosa gigantes proyectadas por la española Ence y la finlandesa Botnia sobre el río Uruguay, en la ciudad de Fray Bentos, sabemos que traerá una destrucción inexorable y queremos evitarla. La empresa Ence causó desastres en el norte de España, por eso se vienen para acá, donde todavía no existen leyes y donde no hay concientización de la importancia de los recursos naturales. Hoy el agua es oro azul. Para los finlandeses es maravilloso que en 8 años crezca un árbol, algo impensable en ese norte frío. Estas megaempresas corren todas las industrias sucias del Norte al Sur. Están en Chile, Argentina, Uruguay, Sudáfrica. Ya vemos lo que está ocurriendo en Valdivia, en el sur de Chile, donde la Celulosa Arauco hizo un desastre en el río Tres Cruces, y que gracias a la organización de la gente estuvo cerrada por algunos meses, pero ahora la planta obtuvo permiso para funcionar pero con los ductos hacia el océano, o sea que en lugar de destruir el río destruirá el océano, que se ve menos. Quién va a recomponer eso. Uno de los gerentes de Celulosa Arauco ahora es uno de los gerentes de Botnia.
¿El papel será para Uruguay?
El proceso de producción de celulosa será lo único que se realizará en Uruguay, que es lo más contaminante del proceso de elaboración del papel. En Uruguay se produce papel con una planta 25 veces más chica de lo que son estas dos plantas y tenemos papel suficiente. En el Norte, en Europa, se tiran de 10 a 15 kilos de papel en propaganda por semana en cada familia. Nosotros tenemos que contaminar nuestro suelo para ellos. En Uruguay está calculado que por cabeza se utilizan 40 kilos por año. En Finlandia son 430 kilos por año por persona. Nosotros no podemos acompañar la locura consumista del Norte. Y el otro tema es que si los señores no saben dónde producir papel es un problema de ellos. No es un problema de uruguayos o de argentinos. Las producciones de esas industrias tan contaminantes debieran ser a escala humana con otro control, con otras tecnologías.
¿Cómo se organizaron?
Empezaron las movilizaciones para evitar la instalación de la primera planta de celulosa en Fray Bentos y logramos detenerla. Empezamos a trabajar con la gente de esa zona, a informarle y en enero de 2005 fundamos la Comisión Multisectorial por Vida y Trabajo Dignos. No creemos en el medio ambiente porque no creemos que el agua, el aire y la tierra estén separados de nosotros, somos todo uno el hombre y la naturaleza. La población del Uruguay no sabe lo que es una planta de celulosa, cuáles son sus peligros y cómo debemos oponernos a ellas. Porque para el proceso de extracción de celulosa es vital la utilización del agua, que las papeleras extraerán del río Uruguay, y de dióxido de cloro. Al finalizar la operación, el agua regresa al río totalmente contaminada. También se liberarán clorados al aire, que es el olor a huevo podrido. Los empresarios dicen que esos olores son el olor del dinero. Pero es el olor de su dinero, vaya y huélalo usted. Nosotros no queremos ese olor porque no es sólo olor, son sustancias derivadas del azufre, que producen alergias en la piel, enfermedades respiratorias y problemas graves en los asmáticos. Y después hay un montón de residuos sólidos que no sabemos a dónde van a ir a parar. Ellos dicen que harán compostajes, dicen que van a hacer grandes pozos, cuántos pozos van a hacer para poner tonelajes de residuos.
¿Cuál es la posición del gobierno uruguayo?
El gobierno les dio una autorización ambiental previa a ambas empresas porque dentro de este gobierno hay concepciones de que las megaobras son símbolo de progreso, y eso ya es caduco. El gobierno no nos abre las puertas. Nosotros estamos golpeándolas desde hace mucho tiempo para avisarle que se está equivocando y que no estamos de acuerdo con un proyecto de país donde los recursos naturales sean explotados para hipotecar la vida de nuestros hijos. Queremos que haya progreso pero que traiga vivienda, educación, trabajo y salud. Con estas empresas aseguramos la exclusión y no la inclusión.
Como ex presa política y militante por los derechos humanos, ¿encontró una grieta para continuar aquella lucha?
Esto es parte de los derechos humanos. La lucha por otro modelo de producción es una lucha de derechos humanos básica. Queremos un país con justicia social. Creemos que es posible. No podemos permitir que haya un solo ser humano que no tenga protección de salud, que no tenga un techo. Hemos recibido un país destruido. Para recomponer ese tejido cualquier gobierno tiene que apoyarse en el pueblo. Los que somos profesionales fuimos solventados por toda la sociedad porque la enseñanza es gratuita, entonces ahora devolvemos eso que nos dieron. Hoy tengo las mismas reivindicaciones por las que luché siempre.
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