Por sobre la coyuntura de los homenajes y de la iconografía fetichista, hoy se cumple el aniversario de la muerte de una de las mujeres más importante del siglo XX.
› Por María Moreno
Hacia el jaque
mate
El
ajedrez de la gloria es el título de la “semblanza histórica
de la vida extraordinaria de la Reina Ana de Austria” que Evita hizo para
radio Belgrano en octubre de 1945 patrocionada por Lápiz Invisol. La
licenciada en historia Noemí Castiñeiras ha rescatado el título
profético de Ricardo Videla para su investigación sobre la Evita
actriz que saldrá la semana que viene con el sello editorial Catálogos.
El trabajo tiene el apoyo gráfico de gran variedad de imágenes
donde sobresalta la de una Evita intentando un puntín con la camiseta
de San Lorenzo o como integrante de la compañía de teatro que
puso Los inocentes de Lilian Hellman, esa dama roja y dura que convivió
intermitente y violentamente con Dashiell Hammett. El estilo de Noemí
Castiñeiras, quien además dirige el área de investigación
en el Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón,
glosa el de la retórica periodística de los años 40 aunque,
al mismo tiempo, logra sobreponerse a las pasiones que cubrieron de adjetivos
a Evita : “Febrero de 1944. El coronel en la Secretaría de Trabajo
y Previsión; Evita en Llora una emperatriz. Juntos. Julio de 1945. El
Coronel en la vicepresidencia de la nación. Evita en la paloma del águila.
Juntos”. La voz de la autora, que en la realidad tiene cierta modulación
pedagógica que ella atempera con una vehemencia de inspirada, casi se
escucha con sordina por sobre la contundencia de documentos que, fuera de los
estudios culturales, habitualmente son despreciados por los académicos:
las revistas del corazón, los testimonios orales y las páginas
de sociales. Noemí Castiñeiras encontró evidencias para
refutar las versiones de que Evita llegó a Buenos Aires junto al cantor
Agustín Magaldi y de que Nilda Quarttuchi fuera su hija. Pero el objetivo
de su libro es desestabilizar la imagen de la partiquina condenada a papeles
subalternos o cuyo ascenso llegó recién cuando se aferró
del brazo del general Perón.
–Quería ver cuáles eran los elementos a partir de los cuales
se había conformado el mito negro que hacía hincapié en
este período de la vida de Evita para explicar un supuesto resentimiento
luego de una carrera laboral fracasada, inexistente. Mito que reforzaba una
vida prostibularia y un lenguaje desmedido y procaz. También quería
cuestionar la idea acerca de la marginalidad de su familia en Junín.
Es obvio que si figuraba como la “Srta. Eva Duarte” en la página
de sociales del diario El amigo del pueblo su madre no regenteaba ningún
prostíbulo. El período que analizo también fue silenciado
por el gobierno. La misma Evita en La razón de mi vida lo toca muy tangencialmente.
Quería mostrar que era una actriz en ascenso.
El
libro tiene perlitas que mueven a la ternura como la nota que Evita firma en
un número de la revista Sintonía de 1942 y adonde hace el elogio
de los perfumes Coty, marca a la que felicita por haber acumulado grandes existencias
de materias primas tanto en Argentina y los EE.UU. lo que la hace agradecer
en nombre de todas las mujeres los esfuerzos de los industriales del perfume.
La introducción de una expresión francesa adjudica a Evita un
chic de promoción “Para que produzcan el efecto deseado, los perfumes
deben ser aplicados directamente sobre el cuerpo, brazos, hombros y, sobre todo,
la espalda: lo que los franceses llaman arrié main, de modo que sean
realmente nuestro perfume y contribuyan más al propósito de realizar
o idealizar la personalidad propia”.
Una foto documental muestra cómo un anónimo analista de la revista
Sintonía interpreta en la sección Psicoanálisis del garabato
un extraño dibujo de quien fuera definida endulcoradamente como “figura
promisoria de la que se espera una futura actuación de mayor envergadura”:
“Hay un repetido síntoma de la ‘escalera’ tantas veces
analizado ya en estos garabatos de artistas. El deseo de ‘subir’,
de alcanzar la fama. El síntoma tiene mucha fuerza, pues se da el mismo
sentido ascencional a todos los garabatos y a la firma misma. Esta revela un
fuerte sentimiento de vanidad y cierto sensualismo que puede ser simplemente
inclinación a la vida regalada”.
Castiñeiras documenta la situación de los actores de radio y teatro
en la década del cuarenta: un contrato de palabra que se podía
romper arbitrariamente, el pago en especias –desde un paquete de arroz
hasta una araña de comedor–, ningún seguro de despido. Y
un atisbo de conciencia social en la Srta. Duarte
–En el año 43 la vemos formando parte de la Agrupación Radial
Argentina de la que en el 44 va a ser presidenta. Nelly Prince trabajó
con ella en un programa donde Evita era la primera actriz. Nelly era una niña
y un día Evita la encontró llorando. “¿Que te pasa?”
“Me acaban de bajar el sueldo y en mi casa necesitan el dinero.” Evita
le dijo: “Pará todo y vení conmigo”. Entonces las dos
subieron al despacho del director de la radio. Nelly esperó afuera. Escuchó
tonos subidos. Cuando Evita salió le hizo el anuncio “quedate tranquila
que no solamente no te bajan el sueldo sino que te van a aumentar”.
Otra fundación
–Me
la paso contando cosas que no coinciden con las de los libros –dice la
arquitecta Cristina Alvarez Martínez, presidenta del Instituto Nacional
de Investigaciones Históricas Eva Perón–. Por ejemplo sobre
el velatorio de Juan Duarte. No hubo ni expulsión, ni cachetadas a Evita,
ni madre que grita “hijos bastardos”. Juan Duarte había ido
a Chivilcoy a visitar a las hijas mayores. Tuvo un accidente. Le avisaron a
Juana –y no fue fácil avisarle porque en esa época no había
teléfonos en las casas–. Entonces avisaron a la usina. Juana salió
a conseguir un auto en que viajar a Chivilcoy. Lo consiguió y fue con
sus hijos para allá. La mujer de JuanDuarte había muerto en aquella
época. Y la que las recibió en el velatorio era una hija mayor
de Juan a quien se confunde habitualmente con la primera mujer y esa hija, si
bien no estaba encantada de que estuviera la otra familia presente, dejó
pasar a Juana y a sus hijos que le dieron un beso a su padre y se fueron. Incluso
la relación entre esta primer familia y la segunda siempre se sostuvo
a lo largo del tiempo y aún hoy nos vemos con parientes de aquellos Duarte.
Puede ser la sugestión, que ella favorece tiñendo sus cabellos
de rubio aunque no se los trence como su tía abuela, pero Cristina Alvarez
Rodríguez tiene esa tez nacarada y ese perfil agudo que embellecía
el rostro de Evita hasta hacerlo parecer hecho de luz. Y encima tiene también
algo de Madonna en el cuerpo redondeado que modera, también como su tía
abuela, con un tailleur de color discreto. Como arquitecta se ríe al
tener que explicar el estilo de ese chalet de la calle Lafinur que perteneció
a la familia Carabaza y luego fue el Hogar de tránsito Nº2 Luisa
Kömel , donde ahora está el Instituto Nacional de Investigaciones
Históricas Eva Perón. ¿Barroco español? ¿Morisco?
Un poco de todo pero con molduras.
–Típicamente argentino –se ríe Cristina.
En la planta baja y parte del primer piso se abre desde hoy el Museo Evita que
ella define como una serie de estaciones, una de las cuales se llama El final
inesperado, que evoca alguna obra radial de Evita y cuya propuesta es dramática.
En sus paredes se proyectan imágenes del velorio -de los que lloran y
de los que festejan, aclara– y en las ventanas de las vitrinas habrá
documentos variados, incluidos los de la contra como La mujer del látigo
y El libro negro de la segunda tiranía.
De todas las Evitas sacadas a relucir esta semana ¿cuál es la
de entrecasa? Ser pariente de Evita a veces tuvo que formar parte de un secreto,
otras de un peso difícil de sostener.
–Siempre lo dije menos en el proceso donde estaba lo suficientemente adoctrinada.
Porque yo con seis años fui a caballito de mi viejo a buscar a Perón.
Mi padre pertenecía al Comando Tecnológico Peronista y mi casa
era como una unidad básica. Ahí se discutió el retorno,
la entrega del cuerpo. Yo era de firmar los dibujos del jardín de infantes
con “Cris” y “Perón vuelve”. Del 76 en más,
ser familiar de Evita era muy duro. Me agredían hasta los padres de mis
compañeros de colegio. Ahora para nosotros es un honor haberla tenido
en casa. Mi abuela Blanca Duarte de Alvarez Rodríguez no tiene un registro
de la vida pública de Evita sino de la vida familiar. Para ella es la
hermana menor que falleció “tan” joven y , “pobrecita”
sufrió “tanto”, trabajaba “tanto” y no se cuidaba.
Era la menor pero en realidad la mayor porque es la que les dio la oportunidad
a todos de construir un destino en la capital federal, de tener hijos profesionales.
Cristina Alvarez Rodríguez pertenece a una generación donde la
dicotomía evitismo-feminismo se ha diluido pero no vacila al hablar de
“condición femenina”, al mismo tiempo que sueña con
instalar en el Instituto un museo tecnológico.
–A Evita siempre se le cargaron las tintas por su condición femenina.
Frente a situaciones equivalentes en un hombre no se hubieran acentuado las
cosas que en ella se acentuaban. Por ejemplo, la supuesta condición prostibularia
de su madre y sus hermanas que es lo que más hirió a la familia.
Quien conoció a Juana dice que Eva es digna hija. Era una vasca de carácter
muy fuerte, muy amorosa con sus hijos, muy trabajadora y al mismo tiempo muy
ambiciosa que quería que todos salieran a flote, que fueran gente bien.
En la época de Eva mi abuela cuenta que fueron muy atacados. Se le pegaba
por elevación a Eva pegándole a Juana o a sus hermanas. Y el segundo
gran dolor para la familia fue el cuerpo porque la decisión de embalsamarla
fue una decisión de gobierno. Lo que Juana sufrió más fue
el secuestro del cadáver en el 55 y los 17 años de entierro sin
nombre. Se la pasó buscando a quien pudiera darle certezas, ya fuera
elPapa o el presidente. Murió seis meses antes de que apareciera el cadáver.
–En algunas representaciones aparece una Evita “más hombre”
que Perón.
–¿Quién cree en esos perones tristes, lánguidos que
se nos diluyen de algunas películas? No hay Perón sin Evita ni
Evita sin Perón. Creo que ellos entendían muy bien eso de la pareja
gobernante que articula la política de un país. ¿Vos te
imaginás un Perón endulcorado?
–¿Y la Evita de Madonna?
–¿Madonna? A mi abuela le pareció espeluznante que le prestaran
el balcón de la casa de gobierno. Mi mirada es más distante. No
vamos a esperar que Inglaterra o EE.UU. cuenten la Evita que nosotros no nos
decidimos a contar. El museo tiene una tienda de recuerdos y un bar temático.
El licenciado Gabriel Miremont tiene el increíble trabajo de ser el director
del Museo de la DGI. ¿Cuál puede ser la popularidad de un museo
que cuenta la historia de los impuestos? Pero hoy ése no es el tema.
Ad honorem es curador del Museo Evita. En el momento de la entrevista, no está
dispuesto a mostrar nada antes del día de la inauguración. Aferrado
a una escalera, como bailando con ella, hace un ademán vago y señala
dos vestidos.
–Hay
diversas salas con sus estaciones. Eva Duarte. Eva Perón. Evita. El final
inesperado. Uno de los objetos que más me gustan es el tailleur de Luis
que usó para inaugurar El partido peronista femenino, beige con botones
y cuello de terciopelo. También el de Bernarda que es de gasa. Ah, y
el de jersey de seda negro con que visitó al Papa y el otro vestido,
también negro con una rosa en el hombro que aparece en La razón
de mi vida. Pero a lo mejor no es la ropa lo que más me interesa sino
todos esos objetos que revelan la calidad de lo que se ofrecía en los
lugares de tránsito: desde los muebles hasta la vajilla pasando por los
alimentos. Esa era una manera de explicarle al trabajador su dignidad. Tenemos
un recibo de sueldo de cuando Eva era actriz y la libreta cívica 001
que es la primera para que las mujeres voten. No hay que olvidar que el voto
femenino no significó sólo que las mujeres votaran sino que pudieran
ser elegidas. Conseguimos una urna original de 1951. La voz de Evita que ahora
los jóvenes pueden escuchar es aquí como un objeto museológico
más. Cada cosa está avalada por un documento, por eso el museo
dice la verdad.
Noemí Castiñeiras está tratando de ubicar a todos aquellos
que trabajaron en la Fundación Eva Perón, a quienes tengan documentos
de época como los que aportó al Instituto la directora de la Ciudad
Infantil, con detallados balances, memoria y listas de compras. A los que deseen
dar su testimonio oral. El archivo del Instituto será un archivo de documentos
sobre mujeres argentinas, enfriados los tiempos en que Jorge Luis Borges se
soliviantaba porque Evita había puesto presa a “madre” y Victoria
Ocampo también pasaba una temporada en El Buen Pastor. Noemí Castiñeiras
recuerda a las legisladoras justicialistas que estuvieron presas hasta el gobierno
de Frondizi como Ana Macri a quien llevaron del Buen Pastor a Olmos por traición
a la patria.
–Entre las mujeres diferentes –dice Cristina Alvarez Rodríguez–
tiene que haber un punto de encuentro y ese punto de encuentro es de nuestro
tiempo. Quizás en su momento muchas de ellas no lograban verse en la
misma vereda pero hoy día y a la distancia tienen una mirada mucho más
conciliadora que en su época. Claro que hay heridas que no cicatrizan
de las diputadas y senadoras peronistas con Alicia Moreau de Justo por su participación
en los Comandos Civiles Revolucionarios del 55. Otras no pueden reconciliarse
con el peronismo en su forma de administrar una política que no admitía
el disenso.
Feminismos
Evita abrió
la urna a las mujeres “por Perón y para Perón”. Era
su manera de enunciarlo y de conseguirlo. Que fuera “para ellas” es
lo que ellas deberían ganar en el futuro. Marysa Navarro es la biógrafa
más autorizada de Evita, un tema que no puede abandonar mientras sigan
apareciendo las Evitas ficcionales, las tramadas por el furor gorila o la misoginiaromántica
que como que la hay la hay. Es una mujer apasionada que hace restallar las españolas
para defender el rigor científico y autorizarse a hablar sólo
como historiadora.
–Las feministas argentinas al rechazar el voto femenino eligieron la libertad
entre comillas, se declaran democráticas, entran en el juego del Partido
Socialista y del Frente Democrático y abandonan la lucha por el voto.
Se organizan y dicen absolutamente no porque el voto no puede venir de un gobierno
dictatorial. Entonces ellas pierden como en la guerra. Y cuando Evita tiene
que organizar el partido lo hace con una base completamente diferente, la misma
que tiene Perón y eso tiene consecuencias gordas. Es sintomático
que en las selecciones, Argentina tiene la mayor cantidad de mujeres en el Parlamento.
No tendrán ninguna iniciativa pero se sienta el principio de que las
mujeres tienen que estar en el Congreso, elegir y además ser elegidas.
En esas elecciones fueron candidatas Alicia Moreau de Justo y Alcira de La Peña
y eso es un cambio radical en la historia de América latina.
En la compilación Evita, mitos y representaciones publicada por Fondo
de Cultura Económica, Marysa Navarro plantea la hipótesis de que
el mito de Eva se sustenta en que jamás se la ha abordado dejando de
lado las primeras biografías escritas sobre ella y que obedecen a determinados
intereses políticos, de género y de clase.
–A partir del golpe militar de 1943 tanto el Departamento de Estado de
EE.UU. como gran parte de los partidos políticos de la Argentina, entre
ellos el socialista, tenían la idea de que el país estaba en manos
del nazifascismo, con el demagogo Perón a la cabeza. Para las elecciones
de 1946 la oposición dejó de lado las diferencias y se unió
en un frente que abarcó a la UCR y los partidos Demócrata Progresista,
Socialista y Comunista. Hay que entender en este contexto la aparición
de los tres libros escritos en 1952 que marcarían todas las investigaciones
posteriores sobre Evita: El mito de Eva Duarte de Américo Ghioldi, Bloody
Precedent de Fleur Cowles y The woaman with the Whip de María Flores
(Mary Main). El título de mi artículo La Mujer Maravilla ha sido
siempre argentina y su verdadero nombre es Evita es irónico: porque a
Evita le hacían hacer en 1946 las cosas más impensadas cuando
ella aún no tenía ningún poder. Uno de los elementos que
saco a relucir es que esas tres obras son la base de mucho de lo que se ha escrito
después. Hay toda una intención de disminuir el rol político,
de cosificarla y convertirla en un ser femenino malvado, lo peor de las mujeres.
Y fueron escritos cuando Evita se estaba muriendo y al mismo tiempo en la mayor
altura de su poder para reducirla a estereotipos de mujer terriblemente misóginos.
–Usted no considera que Eva haya tenido un papel importante en el 17 de
octubre y cuestiona la versión sobre su disolución de la Sociedad
de Beneficencia como venganza personal.
–Por los documentos que pude analizar, Evita tuvo poca relevancia el 17
de octubre. Lo curioso es que tanto los peronistas como sus adversarios afirman
que sí. El único que difiere es Félix Luna. La disolución
de la Sociedad de Beneficencia fue un plan elaborado por sucesivos gobiernos
militares para modernizar al Estado. Por ejemplo, el general Pedro Ramírez
en 1943 firmó un decreto donde creaba la Dirección Nacional de
Salud Pública y Asistencia Social dentro del Ministerio del Interior
que afectaba a la Sociedad de Beneficencia que pasó definitivamente al
estado en 1946.
–¿Cuál es la importancia de Evita, si se la puede destapar
del mito?
–Eso es imposible, pero sin Evita no hay peronismo en el poder tal como
se dio porque ella permite la continuación de la existencia de un Perón
que es secretario de Trabajo aunque hay un ministro de Trabajo. Ella se transforma
en el nexo entre Perón presidente y los elementos sociales que todavía
tienen que ser incorporados al movimiento obrero porque en el 17 de octubre
él no tiene el voto de los dirigentes y llega al poder con una debilidad
enorme. Sin partido –el partido laborista– porque lo hadeshecho y
con una CGT en contra. El papel de Evita al sustituirlo es ser la correa de
transmisión desde el 44 al 46 que luego continuaría. Puede hacerlo
porque es la esposa de él y los dirigentes sindicales la dejan porque
tienen acceso a Perón. Eso lo lleva en el 48 a tener una CGT peronista.
Porque Evita peroniza el movimiento sindical y ayuda a la peronización
de la Cámara de Diputados. Hace un proceso lentísimo que no se
arma hasta el 49. Ella tiene una participación mínima en el voto
pero una participación crucial en la organización de las mujeres
y en la organización del partido. Crea el partido peronista femenino
y es la mejor agente propagandística del gobierno peronista, hace una
obra social y al mismo tiempo tiene un liderazgo carismático que no enfrenta
al de Perón sino que constantemente lo nutre.
–En el mito muere antes de que aparezca la escisión de Perón
y el conflicto. Habría una Evita más radical que Perón.
–El papel que ella jugó y que Perón le permitió jugar
–cosa que no hay que olvidar– tenía límites clarísimos
que, para decirlo de alguna manera, eran los que hacían su gloria. En
la medida en que ella puede hacer lo que quiere ahí adentro entiende
quién es y lo sabe y eso para mí como feminista es lo que le da
una dimensión absolutamente excepcional en el siglo XX.
A Marysa Navarro le interesan las evidencias, descree del rigor de las interpretaciones
“simbólicas”, el hecho de que se haya enterrado a una embalsamada
sólo le causa la congoja de hacerla pensar en alguien a quien ella ve
como una chiquilla de 33 años que murió demasiado temprano.
–¿Tú vas al médico con gusto a hacerte los chequeos?
Voy tres semanas después y eso que soy una mujer educada, con un doctorado
y la mar en coche. Esa muerte tan joven es una tragedia y la tela de la que
se hacen los mitos –dice esta mujer que suele irritar en los congresos
internacionales, amén de su tema aún no digerido por el corralito
del canon académico, haciendo labores de petit pois con una pequeña
aguja a la que tuvo que renunciar para acceder a vuelos internacionales después
del 11 de septiembre. Para Eva desea un monumento, el ingreso en la historia
como pasado que ya no duela. Noemí Castiñeiras quisiera que el
archivo del instituto se abriera a textos que superaran las confusiones sembradas
por novelas, biografías noveladas y no-ficciones.
–Que cuando veamos una ópera que sepamos que es una ópera,
cuando leamos una novela, sepamos que es una novela y cuando leemos una biografía
histórica, una biografía histórica.
Volver a politizar a Eva quizás sea, de ahora en adelante, una tarea
de mujeres.
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