PERSONAJES
New Arias
Mariana Arias ya ha
dejado atrás su vida de modelo. Está enchufada de lleno, según
dice, con la actuación, un universo en el que está decidida a elegir
y no solamente a ser mirada para que la elijan.
Por Sonia Santoro
Ahora estoy en otro momento, estoy eligiendo lo que realmente quiero, mucho más consciente y sabiendo que lo que quiero es actuar, sabiendo que lo que quiero es estudiar. Que me gusta el psicoanálisis, que me gusta el cine, que quiero trabajar en esto. Esta es la primera vez, en todos estos años desde que tengo posibilidad de elección, que siento que estoy eligiendo paso a paso cada cosa, con todo el cuerpo, con toda la historia.” Esta suerte de nueva carta de presentación de Mariana Arias no parece una pose. Ya está cansada de esas cosas, dice. Y tal vez por eso vista de negro, ¿será luto? Si es así, su duelo es por el modelaje. Ese al que dedicó más de 10 años de su vida y que la llevó a los lugares que desvelan a toda modelo que “quiere llegar”. Y que hoy, por cierto, es un traje que le va chico.
Sus nuevos ropajes tienen que ver, en parte, con la presentación de Futbolhadas, un corto filmado por el grupo de cine independiente Manifiesto 1. Allí, Mariana se carga al hombro a los seis únicos personajes: Norma, psicóloga social; Teresa Pianetti, internada en un hospicio; Gabriela, videasta; Clara, cegada por una bengala; la Bati Rodríguez, futbolista; y Silvia, esposa de un desocupado que encuentra en el fútbol su único lugar de alivio. Y muestra que sus espaldas dejaron atrás hace tiempo su función de percha de lujo.
–¿Cuál es tu relación con el fútbol?
–Es una relación de mirarlo desde afuera, de ver cómo es esa pasión. De admiración hacia los hombres que sienten esa pasión.
–¿Algo te despierta una pasión semejante?
–La actuación. Me di cuenta cuando hice la película (No te mueras sin decirme a dónde vas) hace siete años. Pero antes de eso ya había empezado a estudiar con Julio (Chávez). Y muy tímidamente antes de eso, cuando empecé a experimentar las primeras veces, a interpretar, a pensar un texto de otra manera, a decirlo desde un personaje que no era uno...
–¿Por qué decidiste probar otras cosas?
–Fue una necesidad de cambio fuerte. Me di cuenta de que ya no quería estar ahí, incómoda. Entonces, quería buscar qué era realmente lo que me apasionaba.
–¿En algún momento te apasionó el modelaje?
–No. Estaba más apasionada por otras cosas que no supe seguir en ese momento. Me acuerdo de que a los 17 hice el ingreso a Psicología en la universidad, pero también empecé a trabajar mucho más. Y se fue dando ese camino, pensando en que después en algún momento iba a retomar Psicología y no lo retomé nunca.
–¿Te arrepentís?
–Sí, la verdad que sí. Me arrepiento porque creo que era algo que de verdad me interesaba y me sigue interesando: el contacto con las personas, el saber qué les pasa y por qué... Y también me gusta indagar en mí.
–De todas formas, tal vez gracias a seguir la carrera de modelo, descubriste el cine.
–Lo que pasa es que seguir modelaje es no seguir nada, para mi manera de ver. Porque no es una cosa que tenga una consistencia, no estás eligiendouna profesión, una vocación... Te eligen a vos y uno puede acceder o no. No es una ruta de trabajo, algo que tenga que ver con el esfuerzo concreto de ir detrás de un deseo y hacer todo lo que uno tiene que hacer para eso.
–Pero tenías una carrera exitosa como modelo, decidir romper con eso es muy fuerte. ¿Cómo fue el proceso de agregarle voz a esa imagen que vendías?
–Lo decidí cuando tuve a Paloma, porque pensaba mucho qué iba a transmitirle a mi hija y la verdad es que quería mostrarle que la vida era otra cosa. No sabía muy bien todavía cómo, por qué ni de qué manera, pero era una necesidad bien fuerte. Y de ahí empezó a funcionar ese deseo para que esto sucediera. Y entonces empecé a hacer un montón de cosas: estudiar teatro, canto, cosas que tenían que ver con la expresión, con el arte.
–¿Esperás que a partir de Futbolhadas te convoquen por otro lado?
–Ya estoy haciendo más que esperar que me convoquen, estoy poniendo yo en marcha la situación. Estoy en una posición que tiene que ver más con el hacer desde un grupo que es soporte cada uno del otro, porque la verdad es que uno solo por la vida... uno cree que puede, pero no es tan fácil.
–¿Cómo te ves en el corto?
–La verdad es que siento muchísima emoción cuando lo veo –hace un largo silencio en el que se le llenan los ojos de lágrimas– porque es muy potente, es muy fuerte el proceso que hubo, lo que sucedió. Y me llena de alegría, de felicidad, de satisfacción ver esto que te decía, que vas haciendo pieza por pieza una obra. Y cuando eso está a la luz, es emocionante.
–¿Y en qué crees, más allá de la fuerza del grupo?
–Ahora creo que en el pensamiento, en la fuerza de cada uno, en la voluntad que uno tiene, en estar despierto para hacer, para ver cuál es la ruta más buena para uno y para los demás sin centrarlo en un dios o en una religión. Eso de poner afuera al dios lo siento como “Dios me va a ayudar, pero yo me lavo las manos”.
–¿En algún momento creíste?
-Fui a un colegio católico, creí, pero no fervientemente. Pero tampoco encontraba esta otra ruta.
–¿Te abrió conducir el programa “Poderes terrenales”?
–Fue un paso diferente: poder cuestionar, poder pensar, poder ver. Lo que pasaba en “Poderes...” era interesante porque eran encuentros con personas. También fui aprendiendo cómo se hace una entrevista, y me siento capacitada para eso, me gusta saber, me gusta meterme en la vida del otro, aprender y dar, el ida y vuelta de la comunicación.