Vie 01.12.2006
las12

VIOLENCIAS

Una deuda con todas

Después del homicidio de Liliana Ledesma, la productora rural que denunció al ex diputado salteño Ernesto Aparicio como integrante de una red dedicada al narcotráfico, la diputada nacional Nora César –como su hermana Marta, periodista– fue reiteradamente amenazada. Ella no habla del miedo, sí de la necesidad de hacer justicia como una deuda hacia todas las mujeres de la provincia.

› Por Roxana Sandá

Nosotras tenemos mucho miedo.

–¿Miedo por qué?

–Porque a nosotras, si hablamos, nos llevan a la Quebrada.

–¿Qué es la Quebrada?

–Es el lugar donde nos matan.

La diputada Nora César mira fijo, como si al cabo de esas confesiones que le llevaron las mujeres de la localidad salteña de Madrejones buscara en los ojos de quien la escuche las mismas sensaciones de espanto y desasosiego que a ella le vienen quemando la piel desde el asesinato mafioso de la productora rural Liliana Ledesma, el 21 de septiembre último. Las amenazas de muerte salpican ahora a la legisladora y su hermana, la periodista Marta César, quien desde el programa radial que conduce en una FM local abrió un espacio para que Ledesma pudiera denunciar la apropiación de tierras y la tala indiscriminada en esa región del departamento de Salvador Mazza y acusar al ex diputado provincial Ernesto Aparicio de narcotraficante.

A Liliana Ledesma tuvieron que tajearla ocho veces desde la boca hasta el corazón para quebrarle la furia que le provocaba esa impunidad de la que fue víctima y que ahora contagia a sus parientes y otras treinta familias de pequeños productores de Madrejones, hastiados de apretadas y humillaciones que les imponen los terratenientes para entrar a sus fincas y despojarlos de lo poco que tienen.

“Buscando desesperadamente justicia, Liliana recorrió diferentes instituciones gubernamentales denunciando el desmonte indiscriminado y el cierre de caminos vecinales que los perjudicaban a ella y a las familias que viven en la región, y que los obligaba a salir por Bolivia para poder vender sus productos. Estaba cansada de no ser escuchada y buscó a Marta porque es la voz en Salta de muchas mujeres sin voz. Liliana denunció que el ex diputado Aparicio y los hermanos Castedo, socios de Aparicio, son narcotraficantes, y por eso encontró una muerte horrible, en señal mafiosa para silenciar a su familia y al resto de los productores.” La legisladora de cuño kirchnerista dice estar acostumbrada a los embates desde su territorio de origen, en la provincia de Buenos Aires, y aun desde los que les deparó una vida de militancia, de “padres obreros, de compañeras desaparecidas, de luchas profundas como abogada, pero nunca imaginé siquiera que iba a padecer un coletazo como el que estamos viviendo”.

–¿Cuál es la percepción que tiene del caso, sobre todo a partir de las marchas en reclamo de justicia que se realizaron en Salvador Mazza y de las que usted participó?

–Todo habla de la enorme impunidad que existe en ese lugar. El asesinato de Ledesma me remite a casos como el de María Soledad Morales, en Catamarca, o los crímenes de La Dársena, en Santiago del Estero. En cada uno de ellos, el poder político estuvo involucrado. Por eso rescato la valentía extrema de Ledesma, porque se enfrentó al poder.

A mediados de septiembre, cuando asesinaron a Ledesma, la voz de Marta César crispó los oídos de su hermana con el relato siniestro del hecho que movió a actuar a un grupo de legisladores, entre ellos Susana Canela, Araceli Méndez, Miguel Bonasso y Remo Carlotto. Pero a principios de octubre, cuando el escándalo del caso Ledesma comenzó a rozar los talones del Ejecutivo salteño, un llamado desesperado de Marta terminó por empujar a Nora hacia la búsqueda de un esclarecimiento “que nos debemos todas las mujeres”. En un informe de Página/12, el periodista Cristian Alarcón reveló un dicho que pronunció Ledesma: “Ni muerta los voy a dejar descansar”. “Es cierto –dice ahora César–, no vamos a dejarlos descansar y espero que la muerte de esa mujer sirva para que ningún muerto más haya en Salta por ninguna causa.”

Dice no acumular temores por ella, sus hijos o sus nietos –“soy una madre y abuela con demasiada fortaleza a cuestas”–, pero rezuma bronca por las amenazas anónimas “que derivaron de tanto acto impune. Me gustaría que las autoridades tuvieran la respuesta a una pregunta que planteé en el recinto: ¿dónde está la Justicia en Salta, pues? Si existiera, la gente no tendría miedo; algunos crímenes no hubieran sucedido y los que ocurrieron ya deberían estar esclarecidos”. En la vara de sus reclamos se encuentran los autores intelectuales del asesinato de Liliana Ledesma, que permanecen libres, “las causas por las amenazas, que están repartidas en juzgados ad hoc porque la verdad es que no hay magistrados salteños que se hagan cargo. Existe una investigación por narcotráfico contra hermanos de Aparicio y, sin embargo, no hay órdenes de captura”.

En Salvador Mazza, como en el resto de Salta, la lucha de los que menos tienen es en solitario y a pérdida de vacas tamberas, de pasturas y prole, y alzar levemente la cabeza es un acto de bravura que se paga con la vida.

–En su último viaje a Salvador Mazza, usted recibió varias denuncias por otros crímenes impunes en la región.

–Entre otros, los de Leonardo Rojas, de 22 años, que en 2002 fue asesinado por una patota y, según me relató su madre, habría visto algo relacionado con venta de drogas; Cecilia Millares, una chica de 17 años que apareció calcinada a la vera de un río, y Yanet Mezza: fue degollada en agosto de este año, en Mosconi, mientras atendía un locutorio. Los vecinos y familiares afirman que el autor del hecho sería un hombre que cumplía condena en la cárcel local y, según rumores, los guardiacárceles le permitían salir a robar.

–¿Se reunió con la gente de la Asociación de Pequeños Productores y Ganaderos de Madrejones, que integraba Liliana Ledesma?

–En principio, hay que dejar claro que en esa asociación son todos varones y Liliana, junto con el productor Sergio Rojas, fueron los que salieron a poner el cuerpo. En mi último viaje hablé con sus compañeros y acordaron seguir dando batalla. La tala en la región no cuenta con aval estatal, como lo confirmó el secretario de Medioambiente de la provincia, Gustavo López Asensio, y los caminos obstruidos por portones cerrados con candados fueron declarados comunales por una antigua ordenanza municipal. Todos temen por sí y por sus familias, están amedrentados, pero sienten que el asesinato de Liliana les da fuerza para reclamar por el derecho a las tierras.

–Su hermana integra una comisión multisectorial de mujeres en Salta, que en estos días hicieron sonar fuerte su presencia.

–Vienen realizando un trabajo sostenido desde hace tiempo, pero es cierto que el colectivo se manifestó contundentemente durante las marchas en reclamo de justicia. Tenemos prevista una para el 10 de diciembre y allí vamos a proponer que la multisectorial se llame Liliana Ledesma, en honor al coraje de esa mujer.

–¿El gobernador Juan Carlos Romero se comunicó con usted o con su hermana luego de las amenazas que recibieron?

–Jamás; del Ejecutivo salteño no se comunicó nadie. Y ésa es la soberbia que hoy impera en esa provincia. Pero aún espero que esta muerte los haga recapacitar. ¿Sabe que Salvador Mazza pertenece al departamento San Martín, uno de los más ricos de la provincia, y sin embargo registra índices elevados de miseria? La inequidad en la distribución de la riqueza es feroz; la gente vive en condiciones infrahumanas. Es un feudo.

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