Vie 19.01.2007
las12

Política al desnudo

Una concejala del conservador Partido Popular español se desnudó para participar en el concurso de una revista cultural y se convirtió en la noticia más leída en su país en la última semana. Evangelina Carrozo se puso las plumas frente a la Cumbre de Presidentes en Viena para decir “No a las papeleras” y el tema se instaló en Europa. Nina Peloso va a bailar por un sueño este año y ya casi nadie necesita preguntar quién es esa chica. Unos cuantos hechos que disparan el debate sobre la utilización política del cuerpo.

› Por Luciana Peker

Ella está desnuda con sus piernas dobladas excomulgando su desnudez con su propio cuerpo. Ella tiene una cara que contrasta con la desnudez habitual porque las caras de las mujeres que desnudan, o se desnudan en las revistas, hablan. Miran como quien sabe mostrarse. Ella está desnuda, al descuido, pero con esa estética que las mujeres que se desnudan califican de “cuidada” –aunque ese adjetivo nunca quede claro–; este desnudo es un ejemplo de ese híbrido que diferencia el desnudo liso y llano del desnudo cuidado. Además, su cara tiene –aunque sea apenas, aunque no se le marquen las arrugas– el contraste de una mujer con vida en la piel, ese contraste indescriptible, esas marcas como la de su bretel de malla o musculosa y esa línea que muestra su cara al lado de su boca. Esa también es una desnudez. No la única. Ella asoma –deja asomar– un pezón por sobre su rodilla y la exhibición de su desnudez es ese pezón. Ella es una mujer en las que las tetas no parecen de neo Afrodita’s –la novia robótica del dibujito ochentoso Mazinger que usaba sus pechos como misiles desmontables y endurecidos–. Ella muestra sus tetas como pliegues, en una época en la que las tetas se muestran, se exhiben, se hacen, se regalan y se renuevan (pero no se pliegan o casi). Ella está desnuda con libros abiertos a su alrededor. Para marcar diferencia.

Como sea, su desnudo se convirtió en marca. Ella fue la noticia más leída en el ranking de los diarios El País y El Mundo, del jueves 11 de enero, en España, y eso no sería sorprendente –una mujer desnuda en la prensa atrae, siempre atrae– si no fuera porque ella –María Dolores Jiménez– podría haber salido en esos mismos diarios por sus tareas como ingeniera agrónoma y responsable de economía de la localidad española de Lepe.

¡Ay, Dolores!

Por la cantidad de lectores que clickearon el desnudo de Dolores queda claro que su desnudo atrae. Pero también atrae dudas. Ella tiene 35 años y su desnudo parece naturalmente joven. Pero también es concejala del Partido Popular, opositor al socialismo y del conservador ex presidente José María Aznar. Se desnudó en la revista cultural Lepe urbana, en la sección “Miss Lepe Urbana” en la que su foto participa de un concurso para elegir a la mujer más linda (¿espejito, espejito?) de Huelva por un premio de 500 euros (¿monederito, monederito?). Las preguntas se desnudan solas: ¿Una mujer tiene derecho a desnudarse porque su cuerpo es suyo y sus deseos, como el de desnudarse, también? ¿Las mujeres políticas siempre son vistas, elogiadas o criticadas por lo que se ponen o sacan y, entonces, la mayor igualdad se conseguirá cuando se deje de criticar a las mujeres por su imagen? ¿O, por el contrario, si Dolores se hizo más famosa por su desnudo, el cuerpo sigue siendo el arma que deja a una mujer por encima de otra por ser más delgada o tener mejor cola? ¿Hacer política mostrando el cuerpo es hacer uso de lo que los varones quieran aunque el fin justifique el desnudo?

“Una mujer política es noticia por cómo está vestida, por sus extensiones de pelo o sus cirugías o porque da la teta en público. Estas actitudes nos denigran porque pasamos a ser parte de la ‘naturaleza’: puro cuerpo, sin intelecto. Pero difícilmente podamos cambiar esta situación si nos ‘autoexplotamos’”, critica Monique Altschul, directora ejecutiva de la Fundación Mujeres en Igualdad. Ella continúa: “Creo en el derecho de la mujer en hacer lo que quiera con su cuerpo, pero cuando se es figura pública y se quiere ser reconocida como política, las responsabilidades son otras. Un ejemplo para mí sería Ségolène Royal (candidata socialista a la presidencia de Francia): atractiva, encantadora pero asumiendo plenamente la seriedad del rol que le tocará (esperemos) desempeñar”.

Dora Barrancos, directora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la UBA, es menos tajante pero también señala el filo de convertir el cuerpo en show. “Hay aspectos muchos más importantes que esta conducta del desnudo que habría que evaluar: si la funcionaria ha dedicado esfuerzos, energía y convicción para mejorar la condición de las mujeres o si, por el contrario, no ha mostrado ningún interés o, peor aún, ha intervenido con medidas efectivamente regresivas. No hay nada censurable en lo que hizo. Pero cuando alguien se exhibe desnuda sabe a qué atenerse y que la opinión generalizada recaerá en su físico y no en la calidad de su mente. Eso siempre es un riesgo”.

A Dolores los riesgos no la afectaron demasiado. Dijo que hizo las fotos por “provocación” y que es un asunto “estrictamente personal” (aunque que su popularidad creció, creció). Pero sus opositoras tampoco la criticaron (las ministras socialistas del gobierno de José Luis Zapatero ya habían sido criticadas por mostrarse de trajecito blanco en Vogue así que prefirieron mostrarse solidarias con su congénere sin trajecito ni nada). La secretaria general del PSOE en Lepe, María Bella Martín, alabó a su contrincante: “Se trata de fotos bonitas, bien hechas y con mucho gusto”. Y Manuel Jesús González del Partido Andalucista la piropeó: “Está guapísima”.

Para María José Lubertino, actual presidenta del Instituto Nacional contra la Discriminación (Inadi) el problema no son los elogios o las críticas sino el ojo. “Parte del sexismo en la política ha sido siempre calificar en las mujeres su aspecto físico y su indumentaria y no hacer lo mismo en el caso de los varones”, subraya.

Bombon antipapeleras

Las preguntas sobre la desnudez y la política no son sólo españolas. En la Argentina, Evangelina Carrozo instaló mundialmente el rechazo a las papeleras cuando se paró en la Cumbre de Presidentes de Viena, en mayo del 2006, frente a 58 jefes de Estado con un cartel de rechazo a las papeleras y su traje de reina del Carnaval de Gualeguaychú. Pero lo primero que se vio fue su cola por debajo de los brillos. Y su cola trajo cola. Ella le dijo que no a la primera oferta de Gerardo Sofovich, pero no a la tercera o cuarta (va a encabezar una marquesina como vedette en la próxima temporada porteña), se mostró en la revista española Interviú (con las tetas nuevas que, según contó en Semanario, fueron un regalo de un amigo de su hermano) bajo el título “La activista más atómica de Greenpeace” y bailó por un sueño (y mucho rating) en Showmatch. ¿Y? ¿Ella usó su cuerpo? ¿Hay que mostrar la cola para hacer activismo? ¿El activismo ecológico que la usó a ella puso a las mujeres en el mismo lugar que el activismo de mujeres rechaza? O, simplemente, Evangelina tiene todo el derecho del mundo a ser vedette, reina del Carnaval, chica del momento y estar en contra de las papeleras.

También va a bailar por un sueño Nina Peloso, dirigente del Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados (MIJD) y esposa de Raúl Castells, que ya tuvo amplia repercusión por mostrar una bombacha roja en una tapa de Noticias. En realidad, la publicación hizo lo posible por ridiculizar a Nina, en el 2005, e intentar recrear el boom que había provocado en los noventa el desnudo de María Julia Alsogaray en la famosa tapa con su piel y un tapado de piel (pero, en esa tapa, el escándalo era que la secretaria de Medio Ambiente usara un animal extinguido del medio ambiente para que ella lo tenga en su petit ambiente). Ahora, Nina va por más y va a provocar en “Bailando por un sueño” versión 2007. Nina no tiene temor a ser mediática y hay que ver si ella usa más a Tinelli para hacerse conocida o Tinelli para ridiculizar en minifalda a la piquetera seudoaguerrida.

Lubertino fue la que se mostró dando la teta a su bebé en la banca de la Convención Constituyente –1994– en un acto de desnudez nutricional que algunas aplauden y otras censuran. Por eso, ella analiza la desnudez y la política desde su propia mente (y cuerpo): “Yo ejerzo personalmente y defiendo el derecho de todas las mujeres políticas a decidir libremente sobre su propia estética, estilo y uso del cuerpo, incluso en la más absoluta igualdad con el resto de las mujeres no políticas. Sin embargo, hay distintos contextos de buen gusto y ubicuidad. En España el topless es moneda corriente más allá de la edad y el aspecto físico y por eso, la decisión de la concejala de Lepe es una decisión libre de una mujer. Evangelina Carrozo utilizó una exposición anterior como reina del carnaval para ponerlo al servicio de una causa ambiental. Y en el caso de Nina Peloso deberán ser sus partidarios los que juzguen si su intervención se encuadra en la farandulización de la política o si esa exposición tiene logros en los objetivos políticos y sociales que persigue”.

El desnudo a veces es todo un giro político. O pregúntenle a John y Yoko. Bueno, John y Yoko ya no son un emblema de amor y paz (y de la paz se habla tan poco...) ¿Pero la desnudez no puede seguir oficiando de reivindicación en sí misma? “Hay contextos muy adecuados para la exhibición de un cuerpo desnudo y cuando se trata de reclamar, protestar o demandar derechos la ruptura de la expectativa normalizadora me parece algo formidable. Allí el cuerpo reemplaza la palabra y es una gran experiencia, algo que puede ser conmocionante”, analiza Barrancos. Eso sí: el desnudo, generalmente, supone mujeres que pueden desnudarse porque son, o se sienten, bellas. “No se tiene que ser bella y perfecta para desnudarse, aunque quienes se animan al uso político del desnudo generalmente lo son. Yo sería muy sensata y no opondría ningún principio feminista a rajatabla a la oportunidad del empleo político del desnudo –equilibra Barrancos–. Se trata una vez más del contexto, de la autenticidad y del fundamento que lleva a esa actuación. ¡Puede ser mucho más ético que otras conductas, tratándose de políticos de cualquier sexo!”

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