Vie 19.10.2007
las12

MODA

El brillo rey

La Boca, Las Cañitas y Barrio Parque son las coordenadas caprichosas del mapa de la moda para la próxima temporada. Galpones, locales y museos fueron los espacios elegidos por firmas de lo más diversas que, sin embargo, sí coincidieron en los puntos básicos: mucho dorado, mucho plateado, mucha devoción por los ’80.

› Por Victoria Lescano

Fue la exaltación de los colores flúo: naranja, lima, fucsia y verde. Allí estaban, aplicados tanto a mini skirts rectas con moño en la cintura como a remeras de cuello en V, o también a las tiras emblemáticas de la firma fundada por Adolf “Adi” Dassler. No faltaron en las pulseras de acrílico ni en el rouge de las modelos, como decisión de estilismo y a modo de indicador de las múltiples variaciones sobre la estética “ochentera” o new raver de las que se alimentan las tendencias para la primavera ’07 y el verano ’08. También pudo notarse la compulsión por el blanco y negro combinada con looks más acordes para las célebres fiestas de Truman Capote que para sudar en pasarelas de gimnasio: clásicos deportivos intervenidos con iconografía del box y citas folklóricas, un homenaje al poncho, un vestido de bailadora de tablado y un lord inglés, todos ellos reinterpretados en materiales afines a los del universo deportivo.

Tales cruces de estética se vieron en el reciente desfile de Adidas, colección verano ’08, celebrado en La Boca, en los interiores de un galpón de la calle Caboto, donde los tragos servidos en tubos de ensayo circulaban junto con canapés y porciones de ceviche dispuestas en cucharas de porcelana con ritmo cronometrado, cual si se tratara de una carrera gastronómica.

Ya en la pasarela construida en acrílico (con luces en el piso que recordaron la estética del film Saturday Night Fever y proyecciones en pantallas de alta psicodelia) quedó implícito que lo deportivo vuelve a ingresar a la pista de baile, hasta toma recursos prestados de galas como el moño del frac, los tocados de encaje con velo para divas del cine clásico, y que a la hora del gym se impone el artificio.

Entre una y otra pasada, hubo también fugaces apariciones en pasarela de personajes locales –conductores, actrices locales– para interpretar algo así como cortes comerciales que pusieron cierta intermitencia al relato de moda. Se vieron los codiciados básicos de Adidas Originals, desde una capa deportiva, a una chaqueta de línea A, desde un short en vinilo negro con tiradores a un vestido de gabardina con estilismo de antifaz, que componen la colección Black and White.

Entre los artilugios ideados para la firma por la hiphopera Missy Elliott bajo el nombre Respect me, se vieron calzas doradas y plateadas con tacos de meretrices, peinados banana y hasta un microvestido símil chiripá en malla dorada. El cordón de zapatillas con monogramas a modo de tocado fue el común denominador de la pasada consagrada a las modelos con apariencia de Lolitas, o al menos así lucían entre sus compañeras de pasarela que apenas rondan los treinta y ya llevan rostros que delatan excesivos tratamientos y desvelos anti age.

El glitter imperante en las propuestas femeninas tuvo su correlato en los placards masculinos: los pantalones rojo brillantes al tono de un par de zapatillas ídem, lucido todo con rodete que culminaban con pinches orientales y mucha apología del varón geisha. Las variantes para hombre admitieron una línea culto al box y un homenaje a Muhammed Ali, cuya figura apareció pintada y tuneada según creaciones de los artistas rescatados de galerías y de stencils Le Rity, Eric Baioley, Crey Adams, que fueron trasladadas a superficies de remeras, joggings y chaquetas, en gamas de celeste, naranja y verde esmeralda.

(Volviendo al living donde transcurrió una fiesta posterior, la iconografía de la zapatilla fue pintada en almohadones... ¿el nuevo objeto de deseo de las marcas? Más de una firma, yendo, por ejemplo, de Kukla a Pesqueira, dispuso almohadones con prints inéditos junto a las prendas de sus percheros de temporada en los locales propios.)

Inspirándose también en los prints florales de los últimos nuevos modelos de zapatillas, buena parte de la colección mutó en insólitos floreros y centros de mesa que adornaban el banquete deportivo y hasta la entrada de los baños. Con el mismo criterio, un simulacro de caja de zapatillas devino escenario para el Dj invitado. Tanto esos artilugios como la serie de almohadones celebratorios de la colección Adidas fueron ideadas por Furia, agrupación arty dirigida por el publicista Guillermo Tragant, también editor de Angel, una nueva publicación que difunde estilos espontáneos registrados en las calles de Buenos Aires, Nueva York, Río de Janeiro, San Francisco y Madrid.

Las diseñadoras de Rapsodia Josefina Helguera y Sol Acuña suelen definir el interiorismo de sus locales como livings donde las clientas puedan apoltronarse como en sus casas, para luego inspeccionar en las propuestas de los percheros. Para la presentación de su colección primavera-verano, la firma ideó un formato de pasarela implícita entre varios livings con sillones de terciopelo dispuestos en su local de Las Cañitas, donde las paredes fueron pintadas con los mismos frescos de flores que refleja la gráfica institucional. Se dispusieron, además, varias barras de tragos que respetaban los tonos de la temporada y una selección musical de singles de Los Rolling Stones, The Yarbirds y The Byrds, además de Dylan homenajeado por Bryan Ferry, según las pistas y la arqueología de la dj Carla Tintoré para hacer un anclaje sonoro con la colección. Porque el imaginario para el verano ’08 admitió estampas que parecen surgidas de un jardín ficticio que conjuga tanto especies florales avistadas en un tour por Inglaterra en el apogeo del Swinging London como prints y policromía que resultan de oficios textiles y rituales de Africa, India y América latina.

El crisol de looks admitió desde un vestido micro mini en seda azul (con print de hortensias, rosas y amapolas deconstruidas) hasta un solero liláceo con breteles anchos y silueta holgada, cuya superficie ostenta pétalos azulinos, tierra y rojo, que citan técnicas del batik y los bogolanes –paños rituales del Africa–, pasando por baby dolls con guardas florales bordadas a la usanza de las guayaberas.

La sastrería de lino, otro de los ejes centrales de la colección, irrumpió en blanco, negro y verde. Sus shorts de impronta bohemia, que revelan la piel, se complementaron con chaquetas cortas y entalladas. La prenda innovadora: el enterito en negro y azul. El perchero exaltó, además, las blusas en algodón de rattier con bordados y puntillas, y los galones de lencería resignificados. La línea de jeans presentó nuevos desarrollos en azul, verde, rosa, lila y crudo, con procesos que simulan el paso del tiempo. En el estudio de diseño de la firma suele decirse que el dorado reemplaza al amarillo y que el plata simboliza el gris. Y la oda a los metálicos estuvo presente en los zapatos, los accesorios en bronce, oro y plata, y los bordados con lentejuelas de las chaquetas.

Los hits de temporada verano ’08 de Vitamina, otro referente de la producción industrial y los dictados de tendencias, se pudieron ver en una pasarela plateada y naranja, al tono de la nueva papelería y la bolsa de la firma, dispuesta en la planta subterránea del Malba. El futurismo retro y el nuevo rescate de los ochenta fueron los principales disparadores de diseño de la firma, cuyo equipo dirige Sylvia Ortiz. ¿Los modos de uso? Mangas y faldas globo, estampas geométricas, lunares y rayas en blanco y negro, colores de alto impacto que admiten el rojo y el esmeralda y, por sobre todas las cosas, el énfasis en los contrastes de silueta: las pasadas parecían confirmar y exaltar la apuesta de ancho, de la cintura hacia arriba, y ceñido, de la cadera hacia abajo.

Imprescindibles fueron en la pasarela (y serán en las calles) las carteras-bolsos de gran formato, ya en color suela con herrajes plateados, como en texturas que recuerdan modalidades hippies, y en ocasiones se fusionan con plateado (la firma las llama Bolso Brigitte acero, Cartera Odilia o Renata en color tostado).

Otra de las influencias imperantes fue el rescate del placard del novio, que se vio reflejado en sacos que se llevan sueltos encima de una remera larga o shorts derivados del pantalón de vestir. Las estampas que simularon enredaderas abstractas, pétalos y plumas aparecieron en vestidos de seda, cache coeurs, tops y vestidos strapless. Entre los espectadores del front row, la actriz Bárbara Lombardo, protagonista de la campaña, y entre la vasta audiencia que llegó a ocupar el piso, jóvenes fashionistas de Barrio Parque, que aprovechaban la ocasión para recurrir a un collar de metal que recibieron de souvenir y cuyo interior ocultaba un gloss para labios en color carmín: mientras se lo aplicaban con aparente disimulo, elegían exultantes los modelos de temporada.

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