Vie 28.12.2007
las12

ARTE

Con los pies en la tierra

Una de las etiquetas más innovadoras en cuanto azapatos –la española Camper, que convirtió en icono a la clásica alpargata con suela de yute– organizó una muestra exquisitamente curada de zapatos de artistas,los mismos que cada uno y cada una usan en el taller y que reciben los restos de la obra, transformándose en otra, alternativa.

› Por Felisa Pinto

Dentro del panorama internacional de las nuevas coqueluches en materia de modas en zapatos, el último grito procede de España. Más precisamente de la etiqueta Camper nacida en Cataluña en 1975, pero hoy instalada en la cresta del ola, gracias a sus dotes de buen oficio ancestral y la deslumbrante estrategia comunicacional con señales inequívocas hacia los seguidores del buen diseño y que buscan junto a eso, la afirmación de la identidad, en este caso ibérica. Los analistas de los fenómenos de consumo europeo consideran que el éxito de la marca sería una respuesta a los cambios sociológicos que la democracia aportó a la sociedad española, cuando muy pocos años después se desataba la movida española y la consiguiente mejor comunicación, basada en códigos más libres y creativos, reflejados siempre por Camper, y visible en la afirmación de que la moda estaba hecha en España, a pesar de que ellos nunca fueron fashion como en estos últimos tiempos.

Las colecciones de la marca son arrebatadas por las y los exigentes de la península ibérica y por quienes persiguen sus diseños en las 40 sucursales alrededor del mundo y en su tierra. Las colecciones de básicos y de hallazgos son francamente únicos por su fuerte personalidad en el producto como en las tiendas y gráfica de gran nivel. Las más exitosas son las que tienen como base a la eterna alpargata de suela de yute y capellada de algodón o cuero, variaciones sobre el simple y primitivo calzado del humano neolítico, deducción hecha por testimonios hallados en las cuevas de Albuñol, en el sur de España. Ese ser humano ya era un humano que usaba zapatos sui géneris, calzado al fin. Esa certeza inspiró a los creativos de Camper uno de sus mejores slogans para vender mejor: “Use zapatos, es más cómodo”.

Terra se llama la colección reciente basada en la suela de yute de diversos calibres y altura, con variaciones imaginativas e inéditas ya sean de cuero trenzado, algodón de jean o estilo borceguíes de lona con dedos al aire. Variaciones que no excluyen las que nacen de las clásicas, directamente inspiradas en las que usa el rey Juan Carlos y toda su parentela, en los veranos de playa en Mallorca. Desgraciadamente, los pares de Camper todavía no se ven en Buenos Aires. Aunque los intentos porteños por innovar en materia de alpargatas, firmadas por Mishka, entre nosotros, merecen encendidos aplausos.

Zapatos de artistas y su mundo

Dentro de las inteligentes y deslumbrantes estrategias de comunicación de Camper, y gracias al apoyo de la Fundación Joan y Pilar Miró de Mallorca, la firma inauguró el pasado verano una curiosa y exitosa muestra que bautizó “Zapatos usados y talleres de artistas”, que consistió en exhibir el calzado que cada artista (hombres y mujeres) usa para realizar su obra eligiendo su comodidad y sin pensar en el modelito de antemano o en el factor fashion. Las fotos de su calzado manchado espontáneamente y la consiguiente documentación de su lugar de trabajo son testimonios que superan el voyeurismo o la invasión de la intimidad de esos lugares sagrados de la creación. Al mirar las fotos recientes o retrospectivas, en el caso de Dalí, se asiste a un testimonio vivo y a la vez se puede espiar cuál era la preferencia en calzados de Dalí, por ejemplo, que calzaba las típicas alpargatas de Cataluña, con tiras negras, que se atan en las piernas, como cualquier hijo de vecino, mostrando su adhesión al gusto popular y ancestral de la mayoría de sus compatriotas. Fetiches tan famosos como ésos y de otros de artistas más jóvenes españoles o de un artista consagrado como Joan Miró, que prefería unos clásicos botines embadurnados por sus pinturas, con salpicaduras en la capellada, son obras del arte espontáneo y vivido, dos componentes irresistibles para las masas ilustradas en pos del secreto o la anécdota, y fueron quizás la explicación del éxito de la muestra. Se logró exhibir una superficie extra, inesperada y alternativa del cuadro, una obra no pensada como hecho artístico pero muy atractiva como tal.

Hay además testimonios de dos artistas franceses célebres, Cesar y Arman, que dejan identificar su estética, o los zapatos de Claes Oldemburg, que no necesariamente denotan nada sesentoso, y los de Vassarely, sin ningún trazo geométrico como sería de esperar, para citar solo los más conocidos.

Claes Oldemburg, Cesar, Arman, Salvador Dali.

Producción suntuosa

La producción de Camper no se privó de nada al momento de concretar y curar la muestra “Zapatos usados y talleres de artistas”, a cargo de Biel Mesquita, que encabezó el prólogo del catálogo con citas de Marcel Duchamp y Demócrito. La elección del crítico más renombrado y exigente, Achille Bonito Oliva, para perorar sobre el zapato genéricamente y los de la muestra, dejó ver que Camper apuntaba a un target decididamente elitista.

Bonito Oliva, además de citar a Duchamp, recordó la célebre pintura de los zapatos que el propio Van Gogh reprodujo, pintándolos a los pies de su cama, y a Rousseau cuando afirmaba que “la vista es, de todos los sentidos, el del que menos pueden separarse las valoraciones de la mente”. En cuanto a su admiración por Miró y sus sobrias botitas cortas de gamuza, que se pueden ver en la muestra, apenas salpicadas de pintura, dice: “Los zapatos de Miró demuestran la suave fuerza superonírica del gran artista catalán que no utiliza una prótesis tecnológica para escapar a la ley de la gravedad. Sino por el contrario, se agarra con fuerza a la consistencia de su cuerpo y a sus zapatos, para no perder el equilibrio frente al lienzo. Son zapatos de artista, herramientas irrepetibles que nadie más puede calzar y que no sirven para comunicar, sino para realizar, sin moverse, una creación fecunda: la del pintor que, como los caballeros antiguos, se enfrenta con valor a las turbulencias del proceso creativo”. Es importante resaltar que semejantes reflexiones tan sesudas están referidas a zapatos standard y comunes, que nunca llevaron la etiqueta de Camper, ni fueron usados en su momento pensando que llegarían al bronce como fetiche y vía de comunicación de una firma que vende zapatos y alpargatas, hoy consagrados en el caprichoso mundo de la moda actual.

Victor Vasarely, Joan Miro.

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