EL MEGAFONO
Las mujeres detenidas con sus hijos e hijas en cárceles bonaerenses que están esperando el beneficio del arresto domiciliario son 76. Ninguna de ellas cometió un delito violento, pero el reclamo de las detenidas por medidas alternativas a la prisión preventiva descansa en los zigzagueantes caminos de la Justicia. En los relevamientos realizados por el Comité contra la Tortura, de la provincia de Buenos Aires, se detectaron casos de mujeres que llevan más de cuatro años detenidas junto a sus hijos e hijas sin condena efectiva.
En tanto, los medios masivos cubrieron minuto a minuto las intimidades de la salida del penal de Gorina del asesino Ricardo Barreda, quien por “buena conducta”, según argumentó la Justicia que le brindó ese beneficio, vivirá en un hogar. Hogar que les es negado a quienes quieren poder criar a sus nenes y nenas en un ambiente familiar, mientras que el femicida Barreda vivirá en un departamento del barrio porteño de Belgrano.
Es por eso que las integrantes de la Casa de la Mujer Azucena Villaflor de La Plata recopilaron y difundieron los datos de la cantidad de femicidios en la provincia de Buenos Aires: entre enero y abril de este año treinta y cinco mujeres fueron asesinadas por algún hombre con el cual habían mantenido o mantenían una relación afectiva y las posibilidades de que se descubra quién las mató y que finalmente sean condenados son escasas. La prensa gráfica refirió en los últimos años más de trescientos femicidios, de los cuales sólo en sesenta y seis casos hubo condena. El femicidio, asesinato de mujeres por razones asociadas a su género por parte de los hombres, motivados por el desprecio, el odio, el placer o el sentido de propiedad sobre ellas, no está tipificado como delito, y muchas de las veces, queda registrado como “crimen pasional”, en las letras negras de la prensa.
Mucho se sabe de Barreda, sin embargo, nadie se acuerda del nombre de las víctimas. “El asesinato de Elena Arreche, Gladis Mac Donalds, Adriana y Cecilia Barreda no tendrá la condena necesaria para que la violencia contra las mujeres deje de ser una realidad constante en nuestra sociedad, –reclamaron las Azucenas–; la decisión de la Justicia de que Ricardo Barreda cumpla su condena en casa se ajusta a derecho, pero refuerza la idea de que la violencia contra las mujeres no tiene sanción”.
“Para erradicar la violencia contra las mujeres es necesario que los asesinos como Barreda cumplan su condena sin el privilegio que significa un arresto domiciliario. Barreda es un asesino y nunca se arrepintió de lo que hizo. ‘Lo volvería a hacer porque vivía en un infierno y me tenía loco’, dijo frente al tribunal que lo condenó”.
“Para que las mujeres dejemos de ser violentadas, los golpeadores, los violadores, los asesinos deben ser condenados. No debe existir la posibilidad de que salgan en libertad, que les sean rebajadas las penas por matar a esposas, novias, amantes, ex esposas, ex novias, ex amantes porque les eran infieles, como ocurrió recientemente en La Plata cuando se juzgó a Leonardo Crespo por el asesinato de su esposa, Analía Escamochero”, recordaron Las Azucenas.
En Argentina el régimen de prisión domiciliaria fue violado por aquellos genocidas que se vieron beneficiados por la misma Justicia. Sólo el escrache, mecanismo imaginado por los organismos de derechos humanos, los pudo volver a encerrar un poco. Barreda vivirá encerrado en su departamento, pero ¿quién garantiza el cumplimiento de su condena? Por eso las organizaciones de mujeres reclaman que el resto de la condena de Barreda sea cumplida en la cárcel. Si no, los crímenes contra las mujeres no sólo serán objeto de burla en las charlas de misóginos cafés, sino de la Justicia también.
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