MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
“Me aburre la celebración de la cultura joven, cada vez me gusta más observar a la gente vieja”, dice el diseñador colombiano Raúl Trujillo, creador de una firma de ropa con siluetas envolventes, elegantes en su austeridad y también responsable de cazar los últimos gritos de la moda para abastecer de imágenes y de conceptos a la industria. Vestido con uniforme de explorador urbano, chaqueta de cuero, jeans y un cap camouflage que remata con una pluma de pavo real (y que en estos días coincide con la imagen congelada del sombrero de Ingrid Betancourt, que dio la vuelta al mundo como rasgo distintivo del estilo colombiano), el creador prefiere hacer una prédica antimoda. Así fue que dejó a un lado la mirada sobre el fashionismo para, en cambio, bucear en las huellas que dejan las raíces de los árboles que lloran en Parque Lezama, cercano a su hogar y del que también rescató signos e iconografía urbana –stencils, adoquines, la tradición literaria, proclamas tanto políticas como amorosas impresas en sus bancos–.
De esa temporada de expedición, todo el otoño y parte del invierno en el Lezama, surgió una instalación que durante dos semanas, hasta el 8 de julio, se podrá visitar en la galería Angel Guido Art Project –Suipacha 1217– y que simula un bosque de tramas textiles, con piezas cilíndricas que cuelgan del techo y cuya morfología cita los troncos de los árboles con tenues siluetas évasées.
Pero los textiles celebratorios del parque son también la materia prima y el disparador de una colección de ropa, Raúl Trujillo, que esta vez incluye su registro de huellas textiles y se realizará durante la segunda semana de la muestra en el laboratorio de moda, recreando la modalidad de fittings personalizados que pregona Trujillo en su taller. Un poncho, una remera con cuello a la base, un pantalón de silueta oriental, un pantalón pijama, una chaqueta símil negliglée de factura chic, una falda plato y una chaqueta: atavíos elegantes y austeros que surgen como respuesta de Trujillo a la caducidad y el vértigo del sistema de la moda son los siete prototipos indumentarios que exhibe un rack contiguo a la máquina de coser portátil y a una mesa de corte. Imprescindible ponerse los auriculares high tech de la instalación y escuchar el soundtrack andino zen de Teresita Gómez, mientras se observan las huellas y se eligen las telas y los modelos favoritos.
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