Sáb 09.08.2008
las12

LA VENTA EN LOS OJOS

La gaseosa de la verdad

› Por Graciela Zobame

¿Quién puede declararse, abierta, sinceramente y a viva voz, en contra de la verdad? Nadie. Al menos sin pagar las consecuencias. Por lo tanto, se podría deducir que la verdad, por carácter transitivo, muy bien puede ser utilizada en un comercial para generar empatía con el producto que fuere. Entonces: ¡Tomemos esta gaseosa y digamos la verdad! Aunque al ser utilizada cono carnada, la pobre verdad pierda el carácter que la constituye. Tomemos un trago y digamos las cosas como son. Basta de rodeos. No es la intención de esta columna hacer filosofía barata sino en todo caso señalar cuántas ideas viejas y agresivas aparecen empaquetadas en los mensajes que aparentan tener las mejores intenciones. También es cierto que en nombre de ideas tan pesadas, muchas atrocidades se han justificado a lo largo de los tiempos. ¿La verdad según quién?

Por lo pronto, la verdad según la campaña de Sprite, que en televisión ha contado con la voz de Jorge Lanata y que tiene una página en Internet donde invita a un público claramente adolescente a que relate “su verdad”, consistiría en lo que no se dice, lo que se calla, aunque se calle porque se sabe erróneo, prejuicioso, sexista, discriminador, parte de lo que le corresponde al pudor. “No te presentaste en el Chat tal cual eras”, “De tus contactos del Chat no conocés ni a la mitad”. Pero ocurre que no todo lo que se mantiene oculto es una verdad. Hay cosas que no se dicen porque las reglas de cortesía, de convivencia y de respeto al prójimo, impiden decir en voz alta e incluso decirse a uno mismo ciertas ideas que van en contra de las propias concepciones. “Prefiero que sea linda a que sea inteligente”, ¿es una verdad? ¿Para quién? O es simplemente uno de los tantos frutos del sentido común, del decir popular, de la conversación machista que luego, en verdad, no se cumple a la hora de querer a alguien, enamorarse o lo que sea. Una conducta racista o machista no es la verdad, aunque forme parte de la cosmovisión popular. Sacarla afuera, con el tonito superado que propone Sprite, no revela nada. En un cartel que se puede ver hoy mismo en las calles de Buenos Aires hay una chica linda, alta, que se está poniendo un helado en la frente. Sí, la idea es que es tan inútil que no sabe ni dónde tiene la boca. La mira un muchachito. Y el texto acompaña expresando que no importa lo de adentro. ¿De qué envase? ¿A quién no le importa? Al chico que más allá de lo poco o muy interesante que sea, es el que va a elegir. Sprite va más allá y entre las verdades que propone sacar afuera en su campaña en la Web figura esta supuesta verdad: “Te morís por leer el mail de ¡ tu novio”. Las chicas, diríamos, son unas celosas por naturaleza, interesadas en la intimidad ajena, pichonas de controladoras, chismosas, ponga usted los adjetivos. Quién puede negarse a la valorización de la sinceridad. El problema es que Sprite pretende con un tonito de quien está de vuelta, fijar como verdades cuestiones que no lo son. ¿O habrá entonces que leer mails ajenos y tirarse a la basura si “lo de adentro” es más interesante que “lo de afuera”? Una publicidad canchera pretende determinar el nombre de las cosas. Y a veces, para ponerles estos nombres compulsivamente, mejor callar.

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