Por segundo año consecutivo, la compañía aérea Ryanair planea salir al ruedo con un calendario en el que –¡nuevamente!– las protagonistas sean azafatas y auxiliares de a bordo varias, todas ellas mínimamente ataviadas con trajes de baño y acompañadas de artefactos técnicos habituales en el mundo de la aviación. La excusa de la empresa es que la edición 2008, que se vendió a fines de 2007, anduvo notablemente bien en recaudación (87 mil dólares, todos destinados a acciones de caridad en nombre de la empresa), por lo que privar a los vuelos de la posibilidad de venta del souvenir sería una picardía económica. “Es todavía más sexy y colorido que el pasado y deberá venderse como pan caliente”, pronosticó un vocero de la empresa, que también adelantó que probablemente se repitan los rubros que hicieron célebre al calendario ‘07: Miss Bomba de Gasolina, Miss Check-in, Miss Cabina, Miss Torre de Control, Miss Despegue, Mis Pista de Aterrizaje... Ryanair ya fue denunciada por sexismo este mismo año por Facua, una ONG de consumidores que la acusó de “utilizar a sus trabajadoras como reclamos sexuales” y por haber vendido en sus vuelos lo que promocionaba como “el almanaque más caliente”. El Instituto de la Mujer de España –Ryanair opera muchos vuelos allí– anunció que considera emprender acciones legales contra la aerolínea por mostrar a las mujeres como objetos sexuales y realizar, con esos calendarios, un ataque a la dignidad de las trabajadoras.
El monitoreo cercano de las ONG nucleadas en Actes (Action et Concertation Contre le Trafic et l’esclavage Sexuel) fue el único mecanismo capaz de detectar las fallas, notables, en la aplicación de la ley que lucha contra la trata de personas, un delito que tiene tanto que ver con el tráfico de mujeres obligadas a prostituirse como con las víctimas de los casamientos forzados y la esclavitud doméstica. La norma, que data de 2003 (¡y fue una iniciativa de Sarkozy!, por entonces ministro del Interior), prevé facilitar los permisos de residencia para aquellas víctimas de trata y tráfico que testifiquen contra sus proxenetas ante los tribunales, pero en Lyon el celo antiinmigrante demostrado por Brice Hortefeux, autoridad máxima de la región, impide que los permisos puedan tramitarse en el tiempo necesario y beneficiar a las víctimas. Por ello en estos días, a instancias de las ONG, la ministra Rachida Dati viajó hasta Lyon para firmar una serie de convenios que aceleren los tiempos y salven a las mujeres al brindarles “respuestas excepcionales”.
Observadores del Silicon Valley dan por confirmado el fenómeno que venía sugiriéndose desde mediados de los ‘90: las mujeres se matriculan notablemente menos que antes en carreras científicas vinculadas con el mundo de la computación. La preocupación llegó, de hecho, a las páginas del New York Times, donde Randall Stross recuerda que en 1980 el 40 por ciento del alumnado en especializaciones informáticas eran mujeres; en 1991, cuando se publicó el ya clásico paper ¿Por qué hay tan pocas científicas de la computación?, eran seis los varones por cada mujer en el campus del MIT; pero hoy día la participación cayó en un 75 por ciento.
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