Vie 21.11.2008
las12

MONDO FISHON

Problemas reales, divas de ficción

› Por Victoria Lescano

Alejandra López tiene una vasta trayectoria en fotografiar personajes y moda para la revista Viva y en retratar escritores. Su flamante ensayo fotográfico es un calendario alrededor de la moda y el cine concebido en forma conjunta con la Fundación Oncológica Encuentro (FOE) y como plataforma de una campaña de prevención del cáncer. En las doce páginas de El cáncer de mama no es ficción, doce actrices locales –Natalia Lobo, Natalia Oreiro, Carolina Peleritti, Celeste Cid, Carla Peterson, Araceli González, Nancy Duplaá, Julieta Díaz, Romina Gaetani, Malena Solda y Valentina Bassi– emularon a divas del cine clásico, de flappers a femmes fatales y posaron ataviadas con aigrettes, turbantes, peinados bob o melenas a lo Veronica Lake y Louise Brooks. Dice López sobre los disparadores éticos y estéticos del calendario: “El año pasado durante una mamografía de rutina y sin síntomas de ningún tipo, descubrí que tenía cáncer y empecé a pensar que no se hablaba lo suficiente de prevención. Es la primera vez que lo cuento porque no quería dejar pegado el proyecto a una cuestión personal, pero la verdad es ésa, creo que aún algunas mujeres muy educadas no saben que un control de rutina te puede salvar la vida o no. En cuanto a las divas, surgió naturalmente porque yo no quería esas campañas lavadas de la gente con remera blanca sino una apuesta estética fuerte. La actriz Eugenia Tobal se asoció en la producción y fue la coequiper perfecta, juntas delineamos que fuera muy atractivo, que sorprendiera, y nos pareció natural que si nuestras modelos serían actrices las vistiéramos de divas del cine. Ahí empezó un poco esta idea de apostar a la ficción en las fotos pero para hablar de algo crudo que ‘no es ficción’. Prioricé siempre un criterio de elegancia y sencillez en la puesta, que fue la marca de fotógrafos como George Hurrell, casi el inventor de la mirada glamour fotográfica en los años ‘20, y quien creó la imagen de la diva inalcanzable. También me inspiré en Horst P. Horst, célebre por sus legendarios trabajos para Vogue y en nuestro país la referencia obligatoria es Annemarie Heinrich, de todos ellos rescaté el buen gusto para iluminar y componer con los cuerpos.”

Acerca del estilismo destaca el ojo experto y el oficio del maquillador y peinador de cine Alberto Moccia, “los dos somos fanáticos de la era dorada fechada entre el ‘20 y el ‘50, así que no tuvimos que salir a documentarnos, teníamos de todo, en libros y en la cabeza. Aun así no nos ceñimos a una década sino que nos movimos libremente de acuerdo con la belleza de cada una, su silueta lánguida o marcada, la cabeza pequeña o no, nos tomamos algunas libertades inaceptables en un trabajo de documentación de época.

El vestuario provino de Pablo Ramírez, que nos prestó de todo con gran generosidad y nos dejó que hiciéramos unas mezclas tremendas, Laura Valenzuela también nos prestó un vestido para Araceli González y muchas prendas provinieron de Estudio Pulcinella, un lugar dedicado al alquiler de vestuario que tiene Alberto Moccia. A lo que nos faltó se lo encargamos a Carmen Montecalvo, una realizadora de prendas para cine”.

Las fotografías de Ale López que rescatan el chic en blanco y negro, sin ostentaciones ni artilugios efectistas, inspiraron también una muestra que se exhibe en el Abasto Shopping –entrada por Agüero–, hasta el 28 de diciembre, y los calendarios pueden adquirirse in situ mediante una donación para la Fundación Oncológica Encuentro.

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