La legítima defensa opera frente a la agresión ilegítima e inminente de un tercero. El requisito de la inminencia de la agresión sirve para determinar cuál es el momento indicado para avalar una defensa. La defensa será legítima cuando no se pueda hacer esperar. La forma en la que se interpreta cuándo se está ante un ataque inminente es de particular importancia frente al caso de las mujeres golpeadas. Por la naturaleza cíclica de la violencia contra las mujeres en el ámbito intrafamiliar existen momentos de “tensa” calma que la mujer razonablemente percibe como previos a una agresión.

Para los casos de mujeres sometidas a permanente abuso, no es tan fácil definir cuándo se está frente al fin de la agresión que ya no habilita una defensa legítima. Para una víctima de violencia quizá lo más difícil sea explicar por qué después de haber pasado por tantas agresiones, en ese momento determinado, en esas circunstancias particulares, respondió de la manera en que lo hizo. En una relación de pareja existen ciertos códigos de comunicación que son exclusivos e ininteligibles para quienes están afuera; dentro de una pareja ciertos gestos, palabras o tonos tienen significados muy claros que no son igual de inequívocos para los demás. Para una mujer que vive violencia, una mirada, un movimiento, ya constituyen señales que le permiten prever la agresión.

Con frecuencia, las mujeres golpeadas desarrollan un estado de hipervigilancia que lleva a que perciban una situación de peligro frente a gestos que quienes no fueron sometidos a abuso no reconocerían como antecedentes de un ataque. En cualquier caso, el reconocimiento de los antecedentes de violencia resulta esencial para comprender el grado de peligro al cual está expuesta la mujer y también para evaluar la inminencia y la racionalidad de su reacción frente a la amenaza avizorada.

* Abogada, Master en Harvard Law School y Docente de Derecho Penal y Género en la UBA.