› Por Irene Meler *
Lo sorprendente en el caso de Alfie Patten es que el varón se haya hecho cargo de ser el progenitor biológico, cuando lo más frecuente es que se desresponsabilicen con respecto del embarazo. Los vecinos casi se lo han sugerido cuando insinuaron que podía ser víctima de un fraude reproductivo y pensaron en la conveniencia de pedir un ADN. El problema es que, aunque reconoce su paternidad, está muy lejos de comprender lo que eso implica en términos sociales y tampoco está apto para sostener económicamente a la criatura ni para brindarle cuidados adecuados.
La situación puede abordarse desde diversos ángulos. Por un lado, la repetición de pautas reproductivas propias de las familias de origen, que no se ajustaron al modelo moderno de la familia nuclear urbana. Por otro lado, también surgen las actuales dificultades para la reproducción generacional. Criar hijos es difícil en sociedades donde las fuentes de trabajo e ingresos escasean y las familias son frágiles. El trabajo femenino es una “liberación”, en tanto permite a las mujeres disponer de ingresos propios, pero también implica una sobrecarga, en tanto las sociedades de Occidente no se han reorganizado para hacer frente a esta tendencia.
Y uno de los efectos no deseados se relaciona con situaciones de carencia afectiva y abandono de los niños y jóvenes, que antes eran cuidados por madres domésticas y ahora quedan librados a sí mismos, sin contar con adecuados recursos comunitarios para suplir la presencia de los padres. La soledad muchas veces se compensa mediante una actividad sexual precoz, que es más un consuelo que una manifestación de crecimiento genuino. El resultado: una elevación de los embarazos precoces y no deseados.
La nota optimista puede encontrarse en el hecho de que este nacimiento no ha reiterado la imagen conocida de la madre adolescente, a cargo de un niño cuyo padre, desconocido, está ausente y no es requerido socialmente para hacerse cargo. Si bien es doloroso ver a un niño-padre, percibir a un varón sosteniendo a su hija permite alentar, al menos, una débil esperanza de que la reproducción humana sea reconocida como un tema que involucra a ambos géneros.
* Psicóloga y coordinadora del Foro de Psicoanálisis y Género de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires.
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