A pasitos de su salida a las bateas, el nuevo disco de los irlandeses todoterreno U2 tiene nombre y canciones rápidas. Porque, aunque el debut global diga “2 de marzo”, el sello Universal filtró canciones y ¡zas! Reproducción a los cuatro vientos internetianos de No line on the Horizon, nombre cuasi zen. Según cuenta el guitarrista de The Edge: “Tiene que ver con seguir adelante, aunque no sepas hacia dónde. Es una imagen del infinito.” ¡Apa! Si la marca de agua es que-viva-el-camino-y-no-la-meta, se explicarían los cuatro años y monedas que la banda necesitó para hacer el larga duración.

Con todo (y sin esperar), blogs y medios varios ya auguran éxitos múltiples (nada nuevo bajo el sol) mientras resaltan el magnánimo esfuerzo de la banda procausas (en especial, de derechos humanos para el Tercer Mundo). Africa, agradecida.

Es que ahora, en un giro inesperado, el cuarteto irlandés pareciera sumarse a la lucha de igualdad de género. ¿Un nuevo bastión para Sir Bono? Ocurre que el primer corte difusión es, para algunas lenguas, una canción “feminista” o, al menos, con alguna que otra pincelada.

Titulada “Get on your boots” (Ponte tus botas), la melodía recuerda al hit de nueva generación “Vértigo”, mientras la letra se pasea, primero por los términos amor, comunidad, risa y alegría, y luego: “Estamos en crecimiento / Las mujeres del futuro / tienen las grandes revelaciones / Tengo un submarino / Tienes la gasolina / No quiero hablar de las guerras entre naciones / Ahora no / Ey, botas sexy / Ponte tus botas, sí”. Ajam...

Las bondades de la web regalan entonces un debate de fanáticos: mientras algunos plantean que las líneas son un bastardeo con connotaciones sexuales, otros asocian la canción con liberación sexual y fuerza femenina. Incluso, están los que consideran que pudo tener que ver con Hillary Clinton casi presidenta.

De nuevo, una de las patas del cuarteto U2, The Edge razona los lyrics: “El tema está basado en la idea de que los hombres arruinamos las cosas política, económica y socialmente y es tiempo de entregarles estos asuntos a las mujeres”. Mientras, el video oficial los encuentra en un pastiche audiovisual de culturas, con mujeres de piernas largas (y botas, claro) que demandan el poder. Y eso claramente incluye una modelito disfrazada de policía. Con bigotes. Al menos, hay actitud temeraria: “La noche está cayendo en todo el mundo / Cohetes en la feria / Satán ama una amenaza de bomba / pero él no te asusta”. Y luego, no cesará de repetir “el” pedido: “Déjame entrar en el sonido”. Ya está en el sonido, señor Bono. Si no sería abogado. De causas humanitarias.

Porque, a no olvidar que el hombre ha sido galardonado por todo el mundo (incluyendo nominaciones al Nobel de la Paz) por su trabajo social. Y aunque algunos discutan sus intenciones (mejor ser que parecer humanitario), él sigue y sigue. Y sigue también intentando olvidar el escrache de movimientos cósmicos de octubre de 2008, cuando el mundo (y su mujer) vieron dos fotos con dos nenas de 19 años en Saint Tropez que, sobre la faldita del papista, posaban sus bikinis blancas y plateadas. Acto seguido, escandalete.

Ahora el místico y buen señor de gafas oscuras vuelve con canciones y los aplausos ya van subiendo el volumen. El álbum, dicen, es el mejor en mucho tiempo. Se anima a cruzar hard rock, pop, psicodelia, electrónica, arabesca y más, construyendo –trazo a trazo– más himnos donde el líder de U2 ya no habla en primera persona. Crea alter egos que cantan: “Sólo el amor puede dejar una marca tan grande” o “Este mundo de mierda a veces crea una rosa” o “Un cambio del corazón es lento/ No es una sierra, es una montaña/ Cuando empieces a escalarla/ Escuchá por mí, estaré gritando”. No es necesario gritar... Lo escuchamos, señor Bono.