VISTO Y LEíDO
› Por Elisabet Contrera
Ideas, presencia y jerarquías políticas.
Claroscuros de la igualdad de género
en el Congreso Nacional de Argentina
Mariana Caminotti, Jutta Boner
Prometeo Libros
180 págs.
Casi dos décadas transcurrieron de la sanción de la Ley de Cupo femenino, norma que habilitó a las mujeres a ingresar en los espacios de decisión y convirtió al Congreso de la Nación en una de las cinco organizaciones legislativas con mayor número de mujeres en el mundo. Hoy, en medio de la campaña electoral por renovación de cargos legislativos, el Congreso –que detenta un 40 por ciento de participación de mujeres en ambas cámaras– es el objeto de estudio de Ideas, presencia y jerarquías políticas. Claroscuros de la igualdad de género en el Congreso Nacional de Argentina, un libro recientemente presentado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en el país. “La Ley de Cupo permitió un crecimiento importante de la cantidad de mujeres en el Congreso y que la Argentina se pusiera a la vanguardia en ese sentido. La mayoría de los estudios enfatizan ese aspecto y dan por descontado la paridad de género. Lo que descubrimos es que no es tan así”, señaló Mariana Caminotti, una de las especialistas que participó de la investigación, basada en 66 entrevistas a legisladores/as nacionales. También tuvieron en cuenta los proyectos de ley impulsados entre enero de 2004 y diciembre de 2006, lo que marca el período de estudio. “Sigue habiendo espacios a los que las mujeres no acceden, como son las presidencias de los bloques parlamentarios de partidos mayoritarios, espacios que nunca fueron presididos por mujeres. Hay un techo de cristal muy marcado”, remarcó la politóloga.
“En los últimos años hubo un avance importante en la ampliación de la agenda legislativa, hubo un desbloqueo temático con la inserción de las mujeres. Se empezaron a discutir cuestiones de género, de minorías, de niñez, en las cuales las mujeres tuvieron mayor protagonismo. Son cuestiones que sus pares varones las consideran importantes, pero sobre las cuales piensan que son potestad de las mujeres”, sostuvo Caminotti. Esto devela –según las investigadoras– que en el Congreso existe una “división sexual del trabajo legislativo”, donde los campos de la economía o la gran política son dominio de los varones y los asuntos “femeninos” son exclusividad de las mujeres.
De acuerdo con un relevamiento realizado en el desarrollo de la investigación, un 74 por ciento de propuestas referidas a familia y niñez, un 73 por ciento de las relaciones con salud y un 84 por ciento referidas al género fueron presentadas por mujeres. En tanto, un 63 por ciento del total de los proyectos económicos han sido impulsados por varones, así como el 69 por ciento de las propuestas referidas a las relaciones exteriores.
Ante este escenario, el grupo de investigadoras –integrado además por Jutta Borner, Jutta Marx y Ana Rodríguez Gustá– propone dos estrategias para eliminar las barreras de desigualdad. Una es plantear otras medidas de acción que promuevan la mayor participación de mujeres en altos puestos de designación. La segunda es aplicar en el desarrollo legislativo la transversalización de género, como estrategia de inclusión de los varones en la lucha por la paridad de género. “Hay que pensar otras alternativas para romper con las distinciones tajantes. La transversalización, aplicada en muchos países en los ámbitos ejecutivos, es una buena innovación que permitirá avanzar en la búsqueda de igualdad de oportunidades”, sostuvo la investigadora. “Consiste en abordar cualquier iniciativa legislativa analizando las consecuencias que puede tener para hombres y mujeres. Esto rompe con la idea de que las cuestiones de género son sólo de las mujeres”, explicó.
Desde ese punto de partida, el libro analiza los avances conseguidos tras la sanción de la Ley de Cupo, en 1991, y las costumbres culturales que trascienden la norma y que dificultan el acceso de las mujeres a la esfera política partidaria, como son la exclusión de las mujeres en las reuniones conocidas como las “mesas chicas”, donde se deciden las candidaturas, se confeccionan las listas y donde resultan mayor favorecidos los hombres o la regla informal que circula durante el proceso de negociaciones internas de un partido, en las cuales al grupo en desventaja política le corresponde “pagar la mujer”, es decir, es que tiene elegir la mujer como una suerte de penalización para cumplir con el 30 por ciento.
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