DIEZ PREGUNTAS A GRACIELA S´PERANZA*
*Escritora, profesora universitaria y crítica cultural, conjuga sus intereses multiples en el trabajo de edicion de una revista donde la critica de las artes y las letras consigue el rol protagonico. La revista Otra parte, que Graciela Speranza coedita con Marcelo Cohen, ya va por su quinto año de vida.
› Por Dolores Curia
–Otra parte es una revista de crítica y ensayo dedicada a la literatura y el arte contemporáneo, de manera que es casi una extensión natural de mis propios intereses muy variados. El “entre dos” siempre me pareció un buen lugar. El trabajo simultáneo en la academia y el periodismo cultural, en la literatura y el cine, en la crítica y la ficción fue ampliando los campos, las formas de leer y de pensar. La crítica, la enseñanza y la escritura de ficción ayudan a leer mejor. Conocí a la mayoría de la gente que hace la revista en ese ir y venir y a muchos de nuestros colaboradores más jóvenes dando clases en la facultad.
–OP trata de pensar el arte de hoy a través del ensayo crítico y la presentación de obras de artistas contemporáneos, no sólo para interrogar nuevas poéticas y nuevas formas sino porque creemos que en las artes se dejan leer nuevas direcciones del pensamiento que otros discursos y otros lenguajes todavía no pueden formular. La revista no representa una tendencia estética excluyente, pero tampoco es una simple colección de artículos culturales surtidos. Todos los números son monográficos en torno de un tema que se discute a través de las obras y el pensamiento que convoca. De modo que en términos más generales es un lugar alejado de los espacios culturales más institucionalizados y rutinarios, un ámbito de intercambio, un agregado de disidencias, un lugar donde escribir lo que no se escribe en otra parte.
–El matrimonio es una larga conversación, decía Oscar Wilde, ¿no? En la nuestra nunca faltaron libros, películas, arte y la actualidad política, de manera que hacer juntos la revista es también una manera de seguir conversando. Nos complementamos bastante bien. Hay una especie de reparto natural de intereses, debilidades y tareas prácticas. ¡Porque en la revista también hay que pagar las cuentas y lavar los platos!
–El primer número salió a fines de 2003 y acaba de salir el número 17, de manera que con una frecuencia estrictamente cuatrimestral cumplimos ya nuestro quinto aniversario, un logro no menor para una revista cultural independiente que empezó en la Argentina de la crisis. Los cuatro meses, la regularidad y el cuidado de la edición en papel son importantes porque la revista nació de una especie de obstinación por la letra escrita (sólo ahora tendremos un sitio en la red) y una atención al tiempo propio de la escritura crítica. La revista quiere sintonizar el presente pero se toma su tiempo. De hecho, OP surgió en parte de nuestra insatisfacción con los tiempos de la crítica académica y el periodismo cultural, que por lo general “atrasan”, y con los de la crítica en los blogs, que van demasiado rápido. La crítica en términos generales se fue volviendo sumaria, burocrática, desapasionada, pobre, y en muchos casos, mal escrita.
–Todos los que hacemos OP compartimos un acuerdo con la vocación de la revista de encontrar ese difícil punto medio entre el lenguaje del periodismo cultural y el de la academia, sin el facilismo paternalista de la divulgación ni el entre nos de los especialistas. La selección de los artistas es muy variada y surge directamente del tema del número. Las imágenes de la obra no “ilustran” el tema sino que lo interrogan a su manera. En todos los números traducimos algún ensayo extranjero que amplíe el marco teórico o crítico del asunto.
–OP no es una revista de grupo sino que reúne a gente de la cultura y las artes de trayectorias y lugares muy distintos. Discutimos los temas, los sumarios y los posibles colaboradores con un grupo muy diverso de críticos y artistas (Inés Katzenstein, Guillermo Kuitca, Alan Pauls, Martín Rejtman, Vivi Tellas, Silvia Schwarzböck y Alejandro Grimson) y con la gente más joven de la redacción. El único requisito para escribir en la revista es la competencia y el entusiasmo con el objeto en cuestión.
–No hay principios inamovibles, pero no nos interesan esos roles de la crítica que Susan Sontag alguna vez llamó vulgares con bastante justicia: el crítico como autoridad, promotor, mandarín, censor, armador de sistemas. La crítica es para nosotros el ejercicio del gusto y, por lo tanto, del entusiasmo bien argumentado.
–OP es una revista totalmente independiente que con mucho esfuerzo se financia con publicidad muy barata de institutos culturales, librerías, sellos independientes y unas pocas editoriales más grandes, con las suscripciones y las ventas. Y se sostiene con la colaboración generosa de todos los que la hacen.
–No lo sé, pero nos alienta que todos los colaboradores acepten la invitación a escribir en la revista encantados, que cada vez se lea más y que tenga unos cuantos lectores fanáticos.
–Diría que es un lector curioso, atento a la vibración del presente de la cultura y el arte, que quiere mirar más allá de su campito y ver qué hay en otra parte para pensar con más aire. Un lector insatisfecho con los espacios culturales más previsibles y burocráticos, que lee con gusto la crítica bien escrita y bien argumentada.
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