PERSONAJES
Despedido de una universidad pública por acoso sexual, el escritor costarricense Carlos Morales acaba de recibir en su país un premio nacional de literatura por una novela donde se burla de las feministas y del proceso que lo halló culpable.
› Por Milagros Belgrano Rawson
Tengo un amigo gay. La defensa del escritor costarricense Carlos Morales no cayó bien entre la comunidad LGTB de su país, a quien el autor se refirió en medio de la polémica desatada por su último libro, recientemente galardonado con el premio nacional de literatura Aquileo Echeverría. “Soy respetuoso de los gays y lesbianas que llevan su condición honrada y pacíficamente, sin pervertir a menores o hacer proselitismos desagradables. Tengo amigos y amigas de esa condición”, se apuró a aclarar, pero con poco tino, el autor que a fines de mayo recibió el máximo galardón literario de Costa Rica por la novela La rebelión de las avispas, donde llama “tortis” a lesbianas y feministas, aparentes sinónimos en el universo moraliano. En este pequeño país centroamericano, reconocido como pionero en la defensa de los derechos humanos, la libertad de expresión es sagrada y cada quien dice lo que se le da la gana, así sea en un libro que ya va por su tercera reedición, todo un hito en la industria editorial local. El problema es que en el 2003, su autor, por entonces profesor de periodismo en la Universidad de Costa Rica donde también dirigía una revista, fue expulsado de la institución por acoso sexual a una redactora. “Fue un gran logro, por primera vez se demostró un caso (de acoso) que supuso un precedente en el sector público”, declaraba por estos días a la agencia de noticias IPS Tita Torres, del Foro de las Mujeres.
Seis años después, los antecedentes de Morales, que no llegó a tener juicio penal sino un proceso administrativo, no seguirían irritando si no fuera porque en su novela el autor se sirve de este dato autobiográfico para narrar el juicio por acoso sexual de un académico. Sin ahondar en el valor literario de la novela –los pocos críticos que se han ocupado de ella se dividen entre los que la tildan de “chabacana” y los que aplauden su “original profundidad”–, las feministas se oponen a que un libro de “contenido misógino y homofóbico” merezca un galardón nacional.”Es una burla a la mujer que lo denunció”, declaró Montserrat Sagot, de la Maestría Regional en Estudios de la Mujer, que junto a un grupo de mujeres exigió a la ministra de Cultura María Elena Carballo que anulara el premio. Por entonces, Sagot recordaba que su país ha firmado la Convención Belém Do Pará, que obliga al Estado a abstenerse de cualquier acción de violencia contra la mujer.
“Lo que tienen es una beligerancia enfermiza. En esa novela trato varios temas y, si se dan por aludidas, es problema de ellas. Trato de la mediocridad, ¿se dan por aludidas?”, declaró Morales al recibir el premio en relación con sus denunciantes. Para Tita Torres, el premio a Morales se inscribe en una ola “conservadora” que desde hace un tiempo se vive en Costa Rica en lo relativo a los derechos de las mujeres y minorías sexuales. En octubre, la Corte Suprema anuló dos artículos de la Ley de Penalización de la Violencia contra las Mujeres. El fallo de la Corte significó un grave retroceso al anular la figura que castiga la violencia física que no deja lesiones y la que penaliza la violencia psicológica, justamente las dos figuras penales incluidas en el 80 por ciento de las denuncias efectuadas por mujeres de ese país. Por otro lado, hace unos días la Sala Constitucional de Costa Rica anunció su rechazo a un recurso de inconstitucionalidad que buscaba conseguir el aval para las uniones civiles entre personas del mismo sexo. Casi al mismo tiempo, de cara a las elecciones presidenciales del 2010, la victoria de Laura Chinchilla en las internas del gobernante Partido Liberación Nacional no logra alegrar a las feministas, que se niegan a apoyar a la discípula del actual presidente por el solo hecho de ser mujer. “Tendremos que ver cuáles son sus compromisos”, dijo por estos días Torres, crítica acérrima del gobierno de Oscar Arias, padrino político de la que podría convertirse en la primera presidenta de ese país.
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