EL MEGAFONO
› Por Irene Ocampo *
Quedamos quebradas. Nos duelen los huesos, de los golpes. Quedamos de rodillas, una vez más. Desnudas en pleno invierno, en el medio de la nada. Gritamos, no nos escucharon. Nos molieron a golpes, otra vez. Nos violaron, después de engañarnos, pidiéndonos solidaridad. ¿No es eso peor todavía que si nos hubieran asaltado? Fuimos una vez más el blanco de un varón que no soportaba vernos ser queridas por la gente, por colegas, vecinos. Finalmente nos mataron.
Otro femicidio más en nuestra provincia (Santa Fe) que ya contaba con el tristísimo antecedente de la muerte de la docente Daniela Spárvoli, cuyo crimen estuvo impune durante tanto tiempo. En 2009 volvemos a estar de duelo. La rapidez con la que se encontró al principal sospechoso, conocido de la docente asesinada, como suele suceder tan a menudo, permite comenzar el duelo con mayor rapidez, para luego empezar a pensar en las acciones que como grupo se deberán tomar para evitar otras Danielas, otras Alejandras.
Los fríos datos estadísticos nos apabullan. Los hechos contados por las notas periodísticas nos demuestran la saña con la que Alejandra Cugno, directora de la Escuela Nº 268 de Cañada Rosquín, fue tratada antes de perder la vida. Queremos entender por qué y a partir de la lectura de las descripciones forenses comprendemos tristemente, y una vez más, que el perpetrador de semejante crimen no sólo conocía a la víctima, sino que planificó sus movimientos intentando, con poco éxito, engañar a los policías que lo buscarían por el hecho.
La muerte de la docente de la localidad cercana a Rosario, horrorosa en su singularidad, además de remitir a lo que pudo haber sufrido la maestra Daniela Spárvoli, no deja de hacernos pensar en las otras muertes de mujeres en nuestro país: 208 mujeres fueron asesinadas el año pasado en Argentina por la violencia sexista además de aquellas que no pudieron ser identificadas, murieron el año pasado, detalla el informe elaborado por el Area de investigaciones de la Asociación Civil La Casa del Encuentro, a manos de sus maridos, parejas, amantes, novios, ex parejas, desconocidos que ejercieron violencia sexual, parientes y vecinos.
Y hasta el 30 de junio, ya son 82 mujeres y niñas, hay seis femicidios por conexión, nueve casos que se siguen investigando y nueve mujeres están hospitalizadas en grave estado.
El caso de la docente Alejandra Cugno suma otra víctima más a la estadística de este año. El dolor de sus familiares, de sus colegas en la docencia de toda la provincia, multiplica su tragedia, habla y pide a gritos un cambio profundo en nuestra sociedad. Donde los reclamos por más justicia y más seguridad incluyan los reclamos de las mujeres y niñas víctimas de la violencia sexista. Como bien expresaron las docentes de Amsafe en su comunicado la semana pasada: Hoy somos todas Alejandra.
* Periodista y coordinadora de Red Informativa de Mujeres de Argentina (RIMA).
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