MONDO FISHION
Daniela Cortese y sus encantadores vestidos de verano en la confitería La Ideal
› Por Victoria Lescano
“Ciertas combinaciones de texturas, citas a la sastrería y la moldería de los años sesenta pero con materiales contemporáneos, prendas unisex y geometrías con recursos de corte y que derivan en elegante sport”, suele enunciar Daniela Cortese cuando se indaga sobre los disparadores de diseños. Su afirmación cobró vigencia el lunes a la hora del cóctel en el primer piso de la confitería Ideal, durante la presentación de su colección verano 2009, durante un concurrido desfile donde confluyeron clientas que miraban boquiabiertas sus nuevos desarrollos en vestidos, los usuarios de su línea masculina, amigos, cronistas y músicos. Entre las columnas de mármol que ilustran la Belle Epoque en Buenos Aires y el techo con vitraux, hubo 30 pasadas entre la que desfilaron una sucesión de vestidos aptos para el uso diario y con mucho charme: de un modelo camisero verde con jabot y mangas derivadas de alguna bata de cola, básicos con variaciones sobre el marinero en silueta línea A y cinturoncito blanco, estampas diversas sobre bases grises y blancas, shorts negros de silueta baloon con cautivantes tops de algodón plus, pantalones blancos y camisas al tono plus atavíos para la noche en color plata y marrón. El conjunto denotaba que Cortese dio una lectura personal y sensual al concepto de resort wear tan en boga en las colecciones internacionales y que más modestamente en la Argentina se podrán usar para algún weekend en la playa o el verano en la ciudad. Los trench coats con estampas son otra prenda representativa de la diseñadora, quien esta vez mostró un modelo en color arena con print de pájaro exótico en la espalda.
Todo transcurrió al ritmo de las canciones que desde un pequeño palco de la Ideal cantaba su marido Marcelo Zeoli (quien fue líder de Los látigos y ahora tiene una banda llamada El dependiente, cuyo myspace fue tema de una línea de remeras que lucían los modelos masculinos). Mientras en la planta baja de La Ideal se bailaba tango non stop y con ropa de día, en su pedestal del primer piso, Zeoli iba ataviado con traje oscuro y ribetes a contratono diseñados por Daniela (pues él es usuario e inspiración para la colección de ropa masculina). El apartado para hombres admitió cardigans de hilo de estilo preppie y con estampa de siluetas de un hombre y una mujer –hay mucho de unisex implícito en algunas prendas–, también trajes para uso diario en gris y arena. Sus camisas blancas de manga corta ostentaban rayas deportivas en naranja o verde, con pantalones en tonos claros y se complementaban con alpargatas al tono. Hubo trajes en tonos de gris, sombreros símil chambergos o panamás ornamentados con jilgueros que competían en extravagancia con las flores negras, naranjas y verdes que llevaban las mujeres como rasgo diferencial en su estilismo.
Luego de su debut en el circuito indie de mediados de los años noventa con su tienda Culebra de la Galería Bond Street –cuyos hits fueron los tapados de jean y camisas con glitter, favoritas entre muchos músicos y actrices–, comenzó a predicar variaciones sobre el streetwear como “D Cortese” desde un local de Diseñadores del Bajo, un movimiento de moda del cual fue pionera junto a Cecilia Gadea, Vero Ivaldi y Nadine Zlotogora, entre otros nombres. Desde mediados de 2000, empezó a pensar sus desarrollos de moda para el circuito industrial. La diseñadora de formación autodidacta, ex campeona del seleccionado nacional de hockey, ancló en un estudio ubicado en el porteño barrio de Once desde el cual abastece a multimarcas y a clientes mayoristas. Paseó su propuesta por locales propios, primero en San Telmo y luego en Palermo, pero este año, con sensatez ante la crisis y las cifras disparatadas de los alquileres, focalizó en la producción de su casa matriz para tiendas de Palermo, Barrio Norte, el interior del país y exportar a España y Canadá. Y los resultados de ese nuevo foco se evidenciaron en la maduración y la realización de las prendas y los elogios de quienes rodearon a Cortese al fin del show, junto a la barra retro de la idea, copas de vino tinto en mano.
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