Vie 30.10.2009
las12

MúSICA

Volveré y seré... punk

A 30 años de su primer y clásico álbum reggae-punk, Cut, la banda femenina The Slits vuelve al ruedo con un cancionero que las retrotrae a las raíces que las convirtieron en banda de culto....

› Por Guadalupe Treibel

Que la escena punk rompió algunas molduras y aflojó tirantes, levantó la voz contra el corporativismo musical, se nutrió de nihilismo sincero y escupió contra –básicamente– todo, nadie lo discute. Que, en el mundillo british de finales de los ‘70, las Slits redoblaron la apuesta con sus mezclas reggae y su feminismo incipiente, tampoco. “No éramos feministas en un sentido políticamente correcto sino más en su estilo de vida. Estábamos en una explosión en la que no teníamos tiempo de seguir las reglas. Estábamos demasiado ocupadas luchando por nuestra identidad”, explica Ari-Up, líder de la –entonces– precursora banda punk de género.

Con apenas 14 añitos, ella y su amiga Palmolive decidieron hacer música después de asistir a un concierto de Patti Smith en Londres en el ‘76. Sabían dos o tres acordes y no tenían instrumentos propios, pero para 1977 ya eran el grupo que abría a The Clash y ¡Mick Jones les afinaba las guitarras! Dos años más tarde, salía Cut, su primer disco, donde tres Slits (Up, Viv Albertine en guitarra, Tessa Pollitt en bajo, ya sin Palmolive) aparecían semidesnudas, tapadas por lodo, vistiendo sólo taparrabos indígenas. El topless les costó algunas críticas de feministas por “pin-ups primitivistas”; otras las elogiaron. Para el editor de la revista Melody Maker, simplemente “estaban gordas, con un aspecto asqueroso”. Pero el punto –justamente– no era explotar la sexualidad. Como descomprime Albertine: “No nos considerábamos para nada sexies. No éramos conscientes. Y, como se puede ver, ¡habíamos comido un montón!”.

Interesadas por ritmos caribeños y africanos (que se traslucen en la docena de tracks del primerizo), la voz desencajada de Ari-Up, emigrante alemana, jugaba con los ritmos (in)cómodamente e instalaba un estilo personalísimo y libertario: “Inventamos el ritmo del mundo sin saberlo”, aseguró en alguna oportunidad. ¿Cómo? Entre tutús y medias atadas en el pelo, con contenido, fuerza, estilo musical propio y –sobre todo– contra la misoginia de época.

El mítico manager Malcolm McLaren las quiso clasificar como música disco. Bob Marley las sumó al género “Punk Reggae Party”... para borrarlas apenas se enteró de que eran todas mujeres. Mientras, ellas seguían escribiendo sus propias canciones y, de la mano de role models como la propia Smith, liquidaban la imagen plástica de las estrellitas pop femeninas. Incluso satirizaban el estereotipo masculino y su forma-de-enamorarse con canciones como “Love and Romance”: “Te llamaré cada día por teléfono, ¡pero te romperé el pescuezo si no estás en casa!”, provocaba, entre melodías, Up.

Es posible que su condición femenina haya influido para que The Slits quedara reducida a banda de culto, sin la notoriedad pública que tomaron compañeros de época y ruta, como los Buzzcocks o The Clash, con los que giraron. “Fuimos borradas de la historia”, aboga Up que, un año después del segundo disco del grupo –Return of the Giant Slits, del ‘81–, desintegró la banda y se unió a la agrupación dub funk The New Age Steppers. Pero 2006 traería buenas nuevas, cuando Up y Pollitt convocasen a Anna Schulte en batería, No (sí, sí, sólo “No”) en guitarra y Hollie (hija de Paul Cook, baterista de los Sex Pistols) en teclados.

Comenzaba a gestarse la versión 2.0 de The Slits que, la semana pasada, lanzó disco nuevo: Trapped Animal. Tres décadas después de su primer larga duración, una Ari-Up de 47 años todavía grita, rapea y gime. “Soy la esencia del punk”, provoca la mujer que abre su nueva obra con “Ask Ma”, punto álgido donde la cantante asegura que los hombres que odian a las mujeres lo hacen por la relación enferma con sus madres. Afianzada en su identidad, los coros del track “Pay Rent” dejan en claro el leitmotiv del grupo: “Queremos pagar el alquiler con nuestra pasión / No queremos seguir la moda fashion / Haremos nuestro propio estilo / Y maquillaremos nuestros vestidos”. Y si de volver a las raíces se trata, la autodefinición se hace presente en “Reggae Gypsy”: “Mirá el antiquísimo árbol de la jungla / Y me verás... Princesa guerrera tribal”. ¿También desempolvarán el taparrabos?

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