DIEZ PREGUNTAS > A AGOSTINA DI STEFANO
› Por Clarisa Ercolano
—Llegaba muy angustiada a casa, empezaba el año escolar otra vez y te encontrás con los chicos más flacos, con uno que dejó la escuela, otro que empezó a drogarse, uno que se le murió el papá. Y me afectaba, no podía ni comprarme una remera porque decía: “Esto es menos plata para mis alumnos”. Mi ex novio —por algo es ex, se cansó— me armó el blog y me dijo que contara lo que me pasaba, encima no me gusta el psicoanálisis, soy atea, entonces empecé a escribir y a tener visitas (llegó a las 700 diarias). Me servía para no olvidarme además, era un registro de la historia de cada alumno.
—Todos dicen que parecía un blog de la policía, el nombre fue porque soy del Oeste, entonces me decían que ciertos modos y cosas eran muy bonaerenses.
—Me denunció una vicedirectora de una de las escuelas donde trabajaba porque les molestó algo que escribí con una visión autocrítica de las docentes. Nadie me dijo “estamos molestos por esto”, me denunciaron, de ahí me fui porque el vínculo con los chicos va más allá de la escuela y los sigo viendo. Un inspector llegó con una carpeta con todos los posts impresos, me asusté mucho y la vice me quería hacer un sumario. Me dijeron que iba contra el estatuto docente, pero tenía que borrar más de la mitad de las entradas y cuidar cada palabra de ahí en más; y para que se desvirtuara así, preferí cerrarlo.
—No, para nada. Te prepara para una escuela como a la que fuimos vos y yo, no para un lugar como éste en que se convirtió: un catalizador. No te prepara para que suspendas la clase porque hay un tiroteo o para que un alumno te cuente que su trabajo es robar autos y te diga “no sabés qué autazos, seño”. A una alumna los transas le mataron a la mamá y la torturaron, le arrancaron los dedos delante de ella, ¿cómo llegás y les das clases de inglés después de eso...? Te hacen armar unos programas gigantescos y vos decís, entre los paros, la escuela que se inunda y el hambre, ¿qué hago?
—Vos ves que ocho personas duermen en dos camas en una casilla, eso genera violencia que va a la calle o a la escuela, y vos ves eso y me llama una amiga que no consiguió el talle de remera que quería y yo casi digo qué boluda más grande... Mis alumnos tienen mi teléfono, me llaman y me dicen “no aguanto más las ganas de tomar paco”, y yo les hablo, el año que viene quiero estudiar trabajo social también. Yo al menos no puedo evitarlo. Pero bueno, yo viví fuera del país y sentí la discriminación y mis maestros y maestras me ayudaron mucho, ahí vi lo que se puede hacer.
—El mejor es con una alumna que tenía 7 hermanos más y apenas comía, se llevaba los restos para ellos del comedor a la casa. Por suerte me di cuenta, la llevamos al hospital y a la asistente social y hoy es abanderada, tiene las mejores notas, se lo ganó, sólo le faltaba comida y un estímulo. Le hice el cumpleaños, decoramos el salón, le hicimos una torta y ella soñaba con una Barbie, yo se la compré. “No lo creo, seño”, era lo único que me decía.
—El día en que dos hermanitos me contaron cómo su mamá les pidió que la acompañen a un baldío a tirar a otro hermano de ellos, recién nacido. La mujer es adicta, no lo quería tener y los chicos vieron todo eso. Y uno de esos nenes jugaba con una cuerda a que se ahorcaba. Y también me acuerdo de un alumno que tenía 10 en todas las materias, pero vivía debajo de un puente, robaba armado a los camiones que pasaban y que su novia tenía un bebé...
—Ahhhh (entusiasmándose). Garantizar mucho pero mucho presupuesto para que el sistema educativo incluya a tantas personas como se pueda, que los chicos y adolescentes estén en la escuela y que los adultos que no terminaron también. Y capacitar mucho mejor a los y las docentes.
—Sí, había una lista de esas escuelas, todas en la zona de Budge, Villa Albertina, Villa Fiorito y Olimpo; nadie quería anotarse ahí y yo las elegí a todas y me decían que estaba totalmente loca, hasta el colectivero me decía: “¿Qué hace bajándose acá, señorita?”. Es algo de la vocación, si lo pensás, hasta el nombre te asusta, el Camino Negro, pero es también llevar humor, autoestima, pensamiento crítico.
—Hay de todo, arranco a las 6 de la mañana y sabés que un día te pueden robar en el camino, que si llueve no podés llegar o los pibes no vienen porque viven entre zanjas y barro, pero que hay un grupo humano maravilloso entre docentes, padres y madres. También hay arreglos, coimas con proveedores que entregan menos comida al comedor o de menor calidad, o te preguntás qué pasa con las becas o renegás porque en la salita dicen que no pertenecen a su jurisdicción y vos estás con tres nenas enfermas, que viven en el barro. Ahora voy a armar un blog con cada caso... Creo que el blog puede ayudar.
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