Vie 05.03.2010
las12

BALANCE BACHELET:

“Y ahora, ¿quién podrá defendernos?”

Una politóloga chilena analiza la gestión de Michelle Bachelet en materia de género en el contexto de la compleja transición de gobierno que le toca vivir a Chile por el reciente terremoto.

› Por  Marìa de los Angeles Fernández Ramil*

La celebración del Día Internacional de la Mujer coincidirá, en Chile, no sólo con el fin del mandato de la primera presidenta en la historia del país, sino con el impacto de uno de los terremotos más grandes registrados en la historia. Los embates de la naturaleza reposicionan, aunque de soslayo, una sensación con la que ella debió debutar, cuando enfrentó la rebelión de los estudiantes secundarios: las dudas sobre su firmeza. Aunque inhibidas ahora por su 80 por ciento de popularidad y por el dramatismo de la catástrofe, la prensa internacional desliza que se hubiera esperado mayor diligencia y firmeza, particularmente para declarar el estado de catástrofe. Es este uno de los muchos desafíos con los que, como pionera, ha debido lidiar y es que, si con algo es posible asociar su gestión, es con la causa de la igualdad de género.

Ya como candidata, y desoyendo a los de expertos electorales, desplegó un discurso en nombre del género, denunciando la discriminación femenina. Resultaba novedoso. Ninguna de sus predecesoras lo había hecho. Siendo ya presidenta, convirtió estos temas en “asunto de Estado”. Pero ¿cómo podemos medir los avances? De acuerdo con la literatura académica, es posible recurrir a varios niveles: en primer lugar, existe la creencia de que las mujeres electas proveerán modelos de rol para otras mujeres. En este ámbito, constituyó su primer gabinete con igual número de hombres que de mujeres. Si bien los cambios posteriores hicieron tambalear el principio paritario, termina su gobierno con un 45 por ciento de ministras, lo que se encuentra dentro del rango de la llamada “paridad flexible”. La interpretación mediática fue sesgadamente matemática, insistiendo tempranamente en su fracaso. Piñera, presidente electo, la discontinuó, nombrando menos de un tercio de ministras y arrojando por la borda el liderazgo internacional de Chile en presencia ministerial femenina. Su decisión mostró la fragilidad de medidas puntuales y carentes de efectos vinculantes. Además, su programa electoral anuncia un retorno (o retroceso) al orden de género tradicional, aunque reforzado, organizando sus propuestas en torno de la división sexual del trabajo y la adscripción de las mujeres a sus funciones de esposa y madre.

En segundo lugar, existe la expectativa de que las mujeres intentarán influenciar la agenda parlamentaria y los resultados políticos, incorporando una perspectiva diferente. Si bien se avanzó en el derecho de las madres trabajadoras a amamantar a sus hijos, en educación preescolar temprana, en materia de tribunales de familia, en una reforma al sistema de previsión social que incorpora, entre otras novedades, el bono por hijo y en la brecha salarial por sexos, es en el sistema de protección social donde hay que buscar su trazo más profundo. La mandataria ha sido insistente en que le gustaría ser recordada por ello, enfatizando en la instalación de un estado social de derechos y apelando a un conjunto de valores que debieran, a su juicio, ordenar nuestra vida en comunidad. Nos referimos a la empatía, la compasión y la responsabilidad por los otros, en especial, por los más desvalidos, apelando a la denominada “ética del cuidado”.

¿Que todo lo anterior significa que ha contribuido a reforzar la “feminización” del desempeño político de las mujeres?, ¿qué con ello se contribuye a enfatizar la “esencialidad” femenina, la misma que ha fundamentado históricamente la exclusión de las mujeres del ámbito político? Ello nos remite a las polémicas entre los feminismos de la igualdad y de la diferencia. La presidenta Bachelet ha reivindicado su derecho a colocar una “mirada distinta”, rechazando la aplicación de los códigos tradicionales para juzgar su desempeño político. En esa perspectiva, pareciera estar más cercana al segundo. El tiempo nos dirá si ello sirvió para profundizar los estereotipos femeninos o, por el contrario, ayudó a trascenderlos.

En su discurso a la nación del 21 de mayo de 2008, Bachelet afirmó, de manera conmovedora: “Mi compromiso es proteger a las mujeres de Chile”. Ante el futuro que nos espera, no cabe más que preguntarnos: Y, ahora, ¿quién podrá defendernos? ¤

*Politóloga chilena y directora ejecutiva de la Fundación Chile 21

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