MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
Otra edición de Baf Week y que en formato de bolsillo transcurrió entre el martes 23 y viernes 26 de febrero: 16 diseñadores y marcas, con igual porcentaje del indie como de la industria desfilaron sus artilugios para el invierno venidero. Unos y otros aludieron de la cultura africana, los estilos tribales, el campo argentino, odas a la sastrería y al rock, clubes de patinadoras sobre hielo de antaño de Cecilia Gadea y homenajes a la escultora Rocío Coppola acompañada de superposiciones de faldas monacales que abrigan según el modus de Vicki Otero a. La moda de la posguerra y un cabaret francés fueron otras apuestas —en Cook y en Prune—. Los discursos de moda viraron también hacia experimentos prêt-à-porter basados en las geometrías del rombo (Kostume, los diseñadores responsables de cerrar la celebración de moda).
Hubo una puesta previa con el multitudinario desfile de “Tramando” y tributos a los tatuajes y modismos de los Onas en versiones technicolor en una terraza del Paseo Alcorta.
Pero puertas adentro de La Rural, el semillero Baf Week marcó el inicio con indicadores de gestos de moda y política: Nadia Stuer: aludió el golpe militar del ‘76 mediante versiones arbitrarias y modernas de la militaria gore; los interiores de sus trajes lucían desgarrados y manchados. El diseñador Pablo Ramírez aplaudió al cambio generacional y su colección y luego de vestir in situ —en un pequeño espacio celebratorio del film Alicia en el País de las Maravillas, que acompañó al vasto merchandising del film de Tim Burton que se estrena esta semana— su haute couture de Alicia, del Gato de Cheshire y de la Reina de Corazones con corsé y con polisón. En contexto ídem, Vero Ivaldi atavió al Sombrerero Loco, a la Reina Blanca y al Conejo. Mientras que Mishka los calzó con zapatitos que coqueteaban con el mundo infantil y el de los adultos y la pompa de tiempos pasados. Las modelos de la agencia Hype que los llevaron habían posado para los fotógrafos Luciana Val y Franco Musso semanas antes y todas las piezas serán la coartada para una gala benéfica en el hotel Alvear durante marzo.
Como nuevo deporte y recurso para divulgar modos se instauró el uso de Twitter entre los cronistas de moda: La editora del suplemento Moda y Belleza del diario La Nación, Carmen Acevedo Díaz, y su vasto equipo de colaboradoras narraban los desfiles sin pausa y hasta invitaban a posar a sus compañeras y colegas de la primera fila. Pero están quienes resisten con sus anotadores y sus plumas o bolígrafos símil lápiz de labios.
Dos celebrados regresos fueron por un lado el de Juana de Arco, y por otro el de Hermanos Estebecorena. Con alusiones a formas orgánicas de las estampas de trigo, molinos en las estampas de vestidos, catsuits y de calzas y gorros de abuelitas , sumadas a vestidos de lana de cuidada factura, Mariana Cortés mostró una colección elegante y bien editada. Alejo y Javier Estebecorena vistieron a los guapos modelos de la agencia Civiles con renovadas y elegantes siluetas de su placard y laboratorio de diseño industrial. Las chaquetas de cuero, las buenas piezas de sastrería, ornamentadas con lazos ajustando los cuellos, pero también ciñendo las cinturas junto a camisas de tablas horizontales y sumados a boinas y también a cascos de motociclistas reafirmaron la teoría de que la moda masculina actual ofrece mayor innovación y gracia en las pasarelas.
Cuarto y último día del BAF Week. Dice mi amigo Gonzalo: “Todavía me lamento de no haber ido al primer desfile de la jornada en donde entregaban almohadones de souvenirs. Se refería a Como quieres que te quiera, la marca para adolescentes muy instaurada en el mercado y en cuyos probadores se filtran además adultas. Y continúa con su crítica: “Me hubiera facilitado amortiguar los empujones de la vitalidad teen que, sumado a los retrasos en los desfiles, las largas colas de espera y los videos publicitarios que se repiten una y otra vez antes de cada presentación, hacen un cocktail que puede impacientar hasta al más experimentado de los habitúes de eventos a la moda”. Hubo un pequeño oasis provocador hacia la moda —que no todos vieron entre la multitud de sponsors —de casas consagradas al pan lactal hasta el maquillaje Natura—. Fue la pequeña sala de arte con la colección “Programa al Estímulo de Arte Contemporáneo en la Rural”. Curada por Eva Grinstein y Victoria Verlichak, mostró los sutiles trazos de Lola Goldstein, los paisajes de fantasía en cuadros de animación de Bruno Dubner y una serie de obras en tinta color sobre papel de la joven artista Florencia Rodríguez Giles. Denominada “Traeme gente, me las comeré y las devolveré renovadas”. Esos trazos de tinta en serie funcionan como síntesis y parodia ante los dictámenes de tendencias que surgen con el comienzo y el fin de una temporada y otra celebración de moda.
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